viernes, 18 de enero de 2019

Overkill - Feel the Fire



Nota: 7+
Mejor tema: Feel the Fire
Peor tema: Rotten to the Core

1)      Raise the Dead
2)      Rotten to the Core
3)      There’s No Tomorrow
4)      Second Son
5)      Hammerhead
6)      Feel the Fire
7)      Blood and Iron
8)      Kill at Command
9)      Overkill

[Bonus Track]

10)   Sonic Reducer

¡Apa! Esto no se lo esperaban, ¿verdad? Justo cuando pensaban que yo era solamente un poppy alternativo y vanguardista. Bueno, adivinen qué: hubo una época en la que fui metalero y estaba todo el día con Iron Maiden, Metallica, Slayer, Anthrax, Pantera, etc. Con el tiempo fui descubriendo cosas nuevas y más interesantes musicalmente, por lo que dejé de prestarle tanta atención al heavy. Claro que lo escucho de vez en cuando, pero no me resulta tan rico ni placentero (aunque hay excepciones, como Judas, Maiden o Metallica). En algún momento hice un análisis del debut de Megadeth, pero quedó archivado (y luego lo perdí por un problema con la computadora). Ahora termino de confirmarme como el pesado que alguna vez fui (?) reviviendo este disquito debut de una de las bandas capitales del Thrash Metal: Overkill.
El grupo se formó en 1980 en Nueva Jersey y, como se imaginarán (o sabrán), tomaron su nombre del disco y la canción de Motorhead. A veces son considerados la primera banda de Thrash. No estoy seguro, ya que hubo canciones del estilo antes, como Sympton of the Universe de Black Sabbath, Stone Cold Crazy de Queen, o Fast as a Shark de Accept. Además, yo siempre digo que crear algo dentro de la música es tarea de muchos, y que no basta con escribir una o dos canciones con un estilo novedoso para ser considerado el padre de. Por más que me encante la Velvet Underground, nunca diría que fueron los únicos responsables del rock alternativo, la experimentación rockera y los tabúes del rock. Si no hubiera más gente que se interesara por los mismos tópicos, esas geniales ideas quedarían en la nada como una excentricidad curiosa y poco más. Y si queremos considerarlos como “quienes hicieron consciente a la gente de que tal sonido era posible”… bueno, no sé. Antes de ellos viene Metallica en términos de popularidad. Pregúntenle a toda la gente mayor de 50 o 60 años que puedan en quiénes se fijaron primero a la hora de tocar o apreciar este estilo, y quizás así lleguemos a un acuerdo. Me declaro ignorante en esta área. Volviendo al grupo: Sus únicos miembros constantes son D. D. Verni en el bajo y Bobby “Blitz” Ellsworth en la voz. Surgieron tras la disolución de The Lubricunts, banda punk, de donde salieron el baterista Rat Skates y el propio Verni. Buscaban un guitarrista y un cantante, y así consiguieron a Robert Pisarek y a Bobby. Empezaron con covers de los Ramones, de Motorhead (Adivinen cuál. Ah, y varios temas del Ace of Spades también) y de Judas Priest, entre otros. En 1981 se les bajó el guitarrista, así que tuvieron que buscar otro. Pasaron varios por sus filas (incluido Dan Spitz. ¿Se imaginan a Overkill sonando como Anthrax?) hasta que la pegaron con Bobby Gustafson a principios del 83. Esa es la formación de este disco. Todo lo que hubo en el medio hasta llegar acá lo pueden buscar por otra parte. En fin.
El disco salió en 1985, cuando la escena Thrash ya estaba en boca de la gente, por lo que no sería muy innovador. Incluso si consideramos a la banda como los verdaderos padres de la movida, este debut salió cuando otros grupos ya tenían algunos trabajos grabados. Las canciones que encontramos acá son Thrash Metal de rigor, con el “tono motosierra” de la guitarra, la batería a cientos de beats por segundo, el cantante desmelenado (desmelenada la forma de cantar. No voy a poner en tela de juicio el pelazo que tiene tanto él como los otros miembros). Sin embargo, no noto a la música tan saturada o pretenciosa. Sí, el sonido denso está, las letras sobre guerra o muerte o demonios están, la actitud está, pero no llega a hacerse tan molesto como podría parecer. Hay riffs bien construidos y algún que otro gancho vocal. La actitud de “somos muy malos y diabólicos”, sin ser creíble, no tapa a la música. Y el sonido tampoco agrede por ser grueso y cargado. No es que sea perfecto, pero la guitarra suena más o menos bien, y la voz de Blitz es bastante melódica (Todavía no desarrolla ese tono reptiliano que adquiriría en el tercer disco) a pesar de algunos gritos desaforados que larga cada tanto. Ahora bien, las canciones no son la gran cosa. Dije que hay buenos riffs, pero también los hay mediocres, como el de Second Son o Rotten to the Core. Además, los muchachos no son siempre capaces de usarlos para construir grandes canciones, por lo que se vuelven redundantes. Jamás malas, pero sí algo pobres. Si las canciones duraran dos o tres minutos, no tendría problema con esto, pero duran más. Es así: Si una banda metalera no satura por tener un sonido cacofónico, lo hace por no saber cómo desarrollar una canción.
No hay mejor forma de explicarme que hablando de las canciones. ¿Vieron esos discos que son muy buenos al principio, pero a la mitad bajan de calidad? Bueno, acá es al revés. Lo mejor está en la recta final. Tampoco es un gran síntoma. Ya el primer minuto del primer tema no nos da mucha esperanza. Es la típica intro “misteriosa” y “malvada” que tan fechada está (si es que alguna vez fue moderna). Incluso le meten risas diabólicas. Acá sí que la pretendida maldad arruina un poco la cosa, y para colmo es lo primero que escuchamos. Por suerte, después se vuelve más decente, con un ritmo desbocado, un riff oscuro bien rematado al final de cada verso, y el típico solo rápido y técnico, pero que logra tener cierto feeling rockero. Nos saca el mal sabor de boca, aún sin ser espectacular. Rotten to the Core es una de las favoritas de los fans. Y una de las más sosas para mí. Tiene un riffeo genérico y un estribillo que quiere ser poderoso y coreable, pero que resulta idiota y poco imaginativo. Quizás los metaleros más puristas se dejen la vida gritando “Rotten-to-the-Core”, pero yo no soy metalero. Les dije que en algún momento lo fui, y ni siquiera en aquel entonces me gustaba el tema, así que por algo será. Piénsenlo. There’s No Tomorrow tiene una guitarra metralleta, hasta que se convierte en un arpegio casi sutil en el minuto y medio, con Blitz cantando en consecuencia. No está mal, pero la forma en que entona esos “…beginning or end” e “…in the end” es estúpida. Después vuelve a su esquema original. De nuevo, repetitiva. Second Son tiene ese riff idiota que les mencioné antes, pero el tema tiene bastante actitud, como todo derivado del punk debe. Tampoco puedo dejar pasar ese tapping que logran desde el segundo al tercer minuto. Suena genial, y salva un poco de la mediocridad al tema.
A partir de acá, el nivel general del disco sube bastante. La guitarra, la batería y la voz trabajan juntas para crear el efecto martilleante de Hammerhead. Un martilleo que jamás se detiene. Únicamente hacen callar la base rítmica para que se luzca un riff cíclico, pero jamás se detiene. También, su estribillo logra el impacto que buscaba Rotten to the Core. Esto es lo que quiero escuchar. El tema título es aún mejor. Guitarra y bajo suenan codo a codo para crear una pared de sonido poderosa y retumbante, al estilo de Iron Maiden, pero Thrash. Ellsworth lanza la mejor performance vocal del álbum, resultando grandilocuente pero carismático. Noten, además, que este tema sí que está muy bien construido, ya que se desarrolla paulatinamente y evita ser cansadora en sus seis minutos. Lo mejor está en la mitad, donde el bajo realiza lo que solo puedo describir como una danza maniática. Atrévanse a decirme que no se imaginan en medio de la fogata de la portada mientras una bruja muere quemada (o al menos, mientras intentan quemar a una bruja. Yo, que soy más optimista, me imagino a la bruja salvándose y matándolos a todos). La canción es espectacular. Más lenta, pero lo que pierde de velocidad lo gana en potencia y poder de llegada. Blood and Iron tiene otro buen riff musculado por la demencial base rítmica. Como es la más corta de todas, esta vez no me molesta que no tenga grandes variaciones. Kill at Command es una versión mejorada de There´s no Tomorrow, con las guitarras nuevamente imitando el disparo de ametralladoras y creando una tremenda barrida metalera. Los músicos se convierten en soldados y nos persiguen a lo largo de alguna selva alejada. Al atraparnos, gritan ese imponente “Meet your maker” al final del estribillo. Como si no fuera suficiente metáfora bélica, el final de la canción podría representar a los músicos soldados arrasando un par de pueblos para festejar que cumplieron su misión. Poderosísima canción. El tema título tiene un riff algo teatral, y resulta ser uno de los pocos momentos del disco (sino el único) en el que suenan genuinamente terroríficos. Un genio Michael Wilton. Sí, Michael Wilton. Es que este riff es una copia del de Deliverance, de Queensrÿche. El resto del tema es diferente, logrando crear un sonido aceitado y oscuro que le hace justicia a ese riff, pero es un plagio demasiado obvio como para dejarlo pasar. Tenemos de bonus a Sonic Reducer, un cover de Dead Boys. Es más o menos fiel a la original, con una capa extra de maldad (“maldad”). La original era mejor, un poco más natural, pero esta tampoco es terrible.
Tengo que insistir con lo mismo que dije varias veces: la pretendida atmósfera de maldad del disco es bastante inofensiva y no tapa a la música. Es la música lo que tapa a la música. Si consideramos a los muchachos como los padres del Thrash, también les deberíamos atribuir sus errores. No es que haya malas canciones, pero tampoco las hay demasiado buenas. Apenas un par destacan, y del resto solo son un aceptable ejercicio de rutina. Entiendo que hay muchos “trve” allá afuera a quienes les encanta decir que “Overkill le patea el culo a Metallica”, o que “Metallica debería ceder su lugar como uno de los cuatro grandes del Thrash para dárselo a Overkill”, pero no. Estos muchachos deberían nacer mil veces para alcanzar los niveles que logró Metallica en sus mejores años (más allá de los pésimos discos que hicieron después). Mejorarían bastante en sus siguientes obras, pero lo que hacen acá no es para tirarles flores. Igualmente, sigue siendo preferible a los miles de grupos sin identidad ni talento que salieron después.

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