jueves, 19 de diciembre de 2024

Pescadas - Crisma


Nota: 10+
Mejor tema: Camouflage bordado del primer volumen, Red Blood del segundo y Encrucijada del tercero.
Peor tema: Todos son geniales, pero el menos estelar es Secuencia al volante.

Disco 1: Psicosensorial

1)   Viajando a las entrañas del cebú

2)   Clara I

3)   Secuencia al volante

4)   Opus mecánico

5)   Camouflage bordado

Disco 2: Luminosical

1)      Humano

2)      Clara II

3)      Efecto sin fin singular

4)      Red Blood

Disco 3: Astrosensorial

1)      Encrucijada

2)      Visiones fugitivas

3)      Baby Vap Vela


Este es el disco que despeja todas las dudas sobre el talento que atesora Pescadas. Digo, hay que ser sordo y mala leche para dudar de las habilidades compositivas superiores de este grupo tras haber escuchado el debut, pero este disco logra el milagro de ser todavía mejor. De tomar todas las virtudes que ya habían demostrado que tienen y de potenciarlas exponencialmente. ¿Creían que el grupo ya lo había dicho todo? Acá Vanesa y compañía les escupen en la cara que todavía no dieron todo de sí mismos. Pero estoy volviéndome muy fanático ciego sin dar contexto de la gestación de esta obra magna. Al igual que con el primer álbum, la propia Van Shake me contó la historia de estas grabaciones, y ahora la comparto con ustedes.

Podría empezar contándoles que la banda era mucho de actuar sus canciones. Por ejemplo, había una sobre un apocalipsis y que la gente se había rebajado a comer tierra, lo cual se interpretaba en el escenario (pero no comían tierra real, era todo actuado. No sean yo, que me tomo todo literal). También podría contarles que otra de las hermanas de Irene bailaba y le habían hecho un traje de mariposa con alas que movían con palos e hilos. Incluso podría decirles cómo el grupo llegaba antes a los lugares en los que tocaba para armar la escenografía de la forma más artesanal posible. Pero todo eso no tiene nada que ver con la creación de este álbum, así que centrémonos en lo que realmente importa.

Después de la grabación del debut empezaron los cambios importantes en el sonido y la idiosincrasia de la banda. Durante la presentación de su disco en el año 2006, Vanesa finalmente consiguió el órgano Farfisa, que le otorgaba al grupo el sonido que ella realmente buscaba. Además de eso, Irene se bajó tras varias idas y vueltas y tuvieron que buscar nuevo baterista. Fue una búsqueda difícil, hasta el punto en el que llegaron a tener cinco bateristas al mismo tiempo. Fue un cambio duro, ya que se consideraban una familia más que solo una banda, y no debe haber sido fácil reemplazar a quien simultáneamente era un miembro de la familia y una fuera de serie en su instrumento (me disculpo por no haber hecho suficiente énfasis durante mi otra reseña en el tremendo dinamismo de Irene con las baquetas). Por un tiempo, el baterista principal fue Gabriel «Mosca» Leiva e incluso llegaron a grabar parte del disco con él, hasta que este también empezó a dar vueltas y a faltar a los ensayos. Fue ahí que Vanesa le mandó un mail con lo que básicamente podría definirse como un ultimátum, ya que todas las opciones que le daba terminaban con él dejando el grupo. Al no recibir respuesta, lo tomó como una salida definitiva, y entonces se les ocurrió otra idea: al tener a varios bateristas al mismo tiempo, decidieron que cada uno ensayaría ciertos temas y después tocarían en vivo con todos ellos, cada uno tocando las canciones que ensayaron. Estos bateristas eran Mario Agustín González, Tomás Nos, Manuel San Agustín y Laura Velocitud. Además de ellos, hubo una gran cantidad de músicos invitados tocando otros instrumentos como el corno, la flauta o el cello. Fue de esta manera que tocaban en vivo, e incluso contaron con la ayuda de una sonidista y actualmente amiga de Jiménez para poder ir a tocar a Europa, gira también posible gracias a su en ese entonces productor Ernesto Romeo. El problema era que para la gira solo podían contar con un único baterista, de los cuales solo quedaron como opción Lau Velocitud y Manu, siendo este último el elegido debido a que Velocitud estaba ocupada.

En cuanto a la grabación del disco en sí, el formato de disco triple surgió como idea del productor (conocido como el Ruso, y que murió hace un tiempo por razones que desconozco), ya que tenían varias canciones muy largas. El Ruso, según contó Vanesa en mi charla con ella, era un tipo que tenía su propia radio y estaba muy acomodado económicamente. Él estaba interesadísimo en producir a Pescadas, pero les puso como condición que el disco fuera triple. Si bien la banda ya tenía decidido el orden de las canciones, les pareció una gran idea. Quedaron encantados tanto con el concepto como con la edición física en general, pero tuvieron problemas con el pegamento que usaron para pegar las bases en las que se ponen los discos y a la mayoría de las copias (por no decir a todas) se les sale ese plástico (y yo que pensé que había tenido la mala suerte de comprar la única copia defectuosa en existencia. Ahora estoy más tranquilo. Mal de muchos, consuelo de mediocres). Volviendo al disco en sí, salió en 2014 y el Ruso no solo cubrió los gastos de la grabación, sino que además les financió la gira y el merchandising (remeras, stickers, todo eso. Ahora quiero una remera de Pescadas). Lo más interesante de todo es que la banda concibió al álbum como uno a la vieja usanza. Es decir, que conservara esa «magia» de antaño de ver el librito, el arte conceptual y de que el disco se terminara, quedando solo el silencio y la necesidad de sacarlo del reproductor, y no que siga sonando música recomendada por un algoritmo después. Es por esto que decidieron que también tuviera versión física, aunque solo está en CD y no hay versiones en vinilo, aunque a Vanesa le hubiera encantado. Otra cosa curiosa que me contó es que la portada fue producto de la colaboración entre un diseñador gráfico y los miembros el grupo, ya que estos presentaron un boceto de lo que querían y el artista llevó el concepto a su mejor forma, además de que los diferentes objetos y elementos que se ven son representaciones visuales de las canciones del disco. Por ejemplo, la chica mirándose al espejo representaría a los temas Clara I y II, las bocas superpuestas serían Red Blood, el bebé saliendo como de una semilla sería Baby Vap Vela y así sucesivamente. Y el inodoro sería una nave para viajar entre dimensiones. Después de eso la charla se desvió (para bien, por supuesto) y no hubo más información relevante sobre el grupo salvo por el hecho de que Vanesa y Luciano se separaron (eran pareja), y eso hizo que el grupo dejara de existir en 2016. Si bien los dos están en buenos términos, no hay planes de unir a la banda de nuevo. Una pena, pero lo bueno dura poco. Ahora sí, vamos a lo nuestro.

Tengo tanto para decir sobre esta joya que no sé por dónde empezar. Esta suele ser la frase comodín que usa la gente para no desarrollar una idea, pero yo no soy como todos los demás (Como la canción de los Kinks: I’m not Like Everybody Else), así que voy a empezar a desarrollar. Vamos por algo simple: la portada y el arte conceptual. No exagero al decir que esta es una de las mejores ediciones físicas que haya visto en un disco. Dejando de lado el defectito de que no estén bien pegadas las bases plásticas para poner los discos, todo lo demás es impecable. El formato de caja de cartón está muy bien hecho (no es ese cartón berreta que se desgasta tan rápidamente), la portada es súper original y colorida (ahí arriba la pueden ver), las fotos vintage que aparecen en la caja son un lujo y hasta el librito tiene dibujos tremendos para deleitar la vista. El único detalle que no me gusta tanto es que las letras de las canciones no están incluidas, y es una lástima, ya que me encantaría saber qué es lo que cantan sin tener que adivinar. Esa es la única queja que tengo del disco, así que imagínense lo que es la música. Aunque el debut también era una maravilla de colección de canciones, estas por momentos eran demasiado cortas y no tenían tantos giros inesperados, por lo que alguno podría quedarse con ganas de más. Acá eso queda corregido. Cada canción tiene ideas musicales suficientes para componer un disco entero, además de que la inclusión de instrumentos más diversos le da matices en los matices. Ni siquiera puedo quejarme de la producción, que hace que todo se escuche nítidamente y que las canciones sean dinámicas. Tampoco se puede dejar pasar la diversidad de estilos que abordan. Mientras que el primer disco era poco más que rock psicodélico con toques de punk y surf, acá hay eso y más. Progresivo, heavy metal, jazz, pop, rock teatral, math rock… es un esfuerzo apabullante, y me deja FASCINADO cada vez que lo escucho. Los fans de Syd Barrett, Frank Zappa y Gong TIENEN que escuchar esto. Tampoco exagero si les digo que absolutamente cualquier canción de este álbum hubiera sido la mejor del debut. Lo juro. Así de bueno es. Pero en fin. Pasemos a las canciones, que quiero hablar de ellas.

Empezamos con el volumen «Psicosensorial», que abre con el tema Viajando a las entrañas del cebú, el cual tuvo un video y todo. En serio, mírenlo, que es una total locura. Y la canción no se queda atrás en cuanto a bizarrez. Musicalmente vendría a ser una especie de garage pop rock psicodélico que se caracteriza por unos riffs de guitarra cargados de efectos astrales, una batería que llena todos los surcos, unos solos de teclado bien flasheros pero cargados de musicalidad y una estupenda pista vocal donde Vanesa suena igualita (pero igualita) a Robert Plant. Si me hubiera dicho que lo invitaron a él a cantar, me lo creía sin problemas. Tremenda oportunidad de boludearme que se perdió. Este tema tiene de todo y te deja en éxtasis nada más arrancar. Clara I no solo no se queda atrás, sino que hasta podría ser mejor. Empieza con un solo de teclado tremendamente soleado y esperanzador para después pasar a una parte cantada cuya cadencia e inflexiones me recuerdan mucho al estilo de cantantes como Nina Simone o Aretha Franklin, y aun así el tema mantiene el estilo experimental y volado con grandes melodías por todas partes, sobre todo en la recta final. Secuencia al volante es menos melódica y aun así está llena de encantos. Su arranque tenso y espídico lleva a una sección de ruidos de teclado que realmente hacen pensar que algo maligno se viene. Después se escucha una percusión, un grito de una chica y la canción en sí, en la que la letra está recitada más que cantada y hay un solo disonante de teclado tipo jazz y la batería a tope. Este tema tiene un componente mucho más teatral en su desarrollo e interpretación. Como dije antes, no tiene tantas melodías atractivas, pero el ambiente que logra es impecable y siempre hay algo ocurriendo, así que la marco como un temazo aunque sea el temazo menos temazo de este discazo. Opus mecánico suena como un tema del primer disco, lo cual tiene sentido ya que leí (entre la poca info que pude encontrar fuera de hablar con Van Shake) que es un tema antiguo y que recién grabaron acá. Eso no significa que no sea excelente de todas formas. Es lo más corto de toda la obra (solo dos minutos), pero aun así ofrece deleites musicales y un ambiente estrafalario que lo hace parecer la banda de sonido de un episodio de «Los autos locos». Sí, definitivamente me imagino a Penélope Glamour, Mafio y sus pandilleros, Brutus y Listus y toda esa galería de personajes corriendo al ritmo de esta canción mientras Pierre Nodoyuna y Patán intentan sabotearlos para ganar la carrera, aunque nunca lo vayan a lograr. Para cerrar este volumen tenemos Camouflage bordado, que de paso es el mejor tema de la primera parte. Arranca con un arpegio oscuro que se va fundiendo con los teclados, los cuales toman la batuta para tocar lo que parece una canción de cuna completamente malvada. De hecho, me imagino a Luciano (que supongo que es quien canta el tema) arrullando a su hijo con esa melodía desoladora: «Corre, corre hacia el sol/disfrutas cuando su miel cae sobre tu cuerpo y sigue alumbrándote». Dios, los traumas que desarrollaría un pibe si le cantan esto. El teclado va desarrollándose en un solo a lo Ray Manzarek, se escuchan pájaros de fondo, pasados los cinco minutos la guitarra grita, cambia la melodía vocal a algo que parece que nos quisieran adoctrinar con las letras y así van pasando cosas y cosas hasta que el tema da la vuelta al mundo y termina con el arpegio del inicio. A pesar de los casi ocho minutos que dura, en ningún momento se pierde el interés. Tremendo cierre a esta primera parte.

Después viene «Luminosical», que arranca con el riff casi metalero y cargado de fuzz de Humano. Se nota en el estilo de la guitarra que intenta parecerse a algo que haría Tony Iommi, e incluso la parte cantada siento que le quedaría como anillo al dedo a Ozzy Osbourne. En definitiva, todo el tema grita «¡Black Sabbath!» a los cuatro vientos, pero el Sabbath más progresivo de «Sabbath Bloody Sabbath» y «Sabotage» gracias a su sofisticación acentuada por el uso de flautas y clavicordios. Clara II sería una reescritura de su primera parte. Mejor dicho, una reelaboración, ya que la estructura es parecida pero las melodías son diferentes. Su introducción de teclado esta vez es más corta y relajante, la parte cantada es todavía más jazzística que antes, la batería es más dinámica y de a poco se van levantando riffs pesados y paredes de órgano (musicales, digo. No humanos) que parecen sucumbir a la locura de manera progresiva y metódica, especialmente con esos coros reverberados. A pesar de ser una continuación de otro tema, tranquilamente podría pasar por una canción independiente si le cambiaran el nombre. ¿Ven lo que les digo? No hay dos temas iguales acá, ni siquiera cuando pretenden serlo. Efecto sin fin singular, si no me equivoco, había sido mencionada en la letra de Humano. No estoy seguro, ya que no tengo las letras para comprobarlo o desmentirlo, pero juraría que en una parte de aquella mencionan este título. Eso acentuaría la conceptualidad de la obra. Algo así como cuando Damo Suzuki cantaba «Mushroom/Oh yeah/Paperhouse» en Halleluwah con Can. Pero bueno, volvamos al presente. Arranca con ese riff tormentoso que se ve interrumpido por la batería, el teclado marchoso y los tarareos del grupo. Debería decir que esos tarareos están fuera de lugar, pero no creo que realmente sea así. Son divertidos y pegadizos y no siento que arruinen el mood oscuro de la canción, además de que desaparecen después de un rato solo para ser reemplazados por esos diálogos entre la guitarra y el teclado que tienen la perfecta forma de nubes de tormenta. Tremendo panorama. Para cerrar con broche de oro esta segunda sección viene Red Blood, que por algún motivo me recuerda al estilo de Captain Beyond, aunque no sé por qué. Quizás sea por sus toques de blues y progresivo, quizás sea por sus constantes cambios de ritmo. Empieza con un tono medio blusero en la forma de cantar, la batería hace un solo que uno asociaría con el cierre de una canción y no con su apertura y después entra el riff de teclados a toda velocidad. Esta sección también me la imagino como soundtrack de una carrera de autos. Pasado el minuto y medio viene otro segundo símil final, esta vez por parte de la guitarra, el cual se extiende y se extiende hasta que es reemplazado por los sintetizadores y el órgano y de ahí entra una sección más oriental y mantraica. Después de eso viene un tarareo que va pasando de lo melódico a lo desquiciado, hasta que en la coda (ahora sí es la coda) Vanesa directamente suplica a los gritos al cantar, en un efecto que siempre me da escalofríos. Los últimos segundos los protagoniza una línea de guitarra que directamente parece venida de una dimensión diferente a la del resto del tema y que desde ya la cuento entre los mejores finales que haya tenido un tema. Pasan tantas cosas en esta canción que no me creo que solo sean cinco minutos, cuando hay grupos que con una sola de todas estas partes te arman un disco entero de una hora. Es milagroso.

Ahora viene la tercera y última parte de este triple: «Astrosensorial». En mi humilde opinión, este es el mejor de los tres volúmenes. La principal razón es el brutalísimo tema abridor, llamado Encrucijada. El mejor tema de este volumen, el mejor del disco entero, el mejor de Pescadas y uno de los mejores temas del siglo XXI y de toda la historia de la humanidad. Esta canción es como una ola gigante de antimateria saliendo de los parlantes y borrando de la existencia todo lo que toca. Algo así como un equivalente a «Crisis en tierras infinitas» de DC Comics, con Pescadas siendo una especie de Antimonitor musical. Desde el inicio a pura psicodelia oscura, el posterior solo casi de iglesia, el bajo robótico y todo lo que sigue, este tema es un monstruo. Una entidad viva que te mastica y te traga. No es que uno digiere este tema, sino que es este tema el que lo digiere a uno. Si tuviera que destacar un momento, sería ese tremendo riff surf-psicodélico que viene después de los nueve minutos, que es punto culmine de esta montaña rusa. Después el tema se va apagando de a poco, como si esa criatura ya estuviera vieja y cansada y solo le quedara dormir para morir plácidamente. Escribí mucho y dije poco, porque realmente no hay palabras para describir a esta cosa. Hay que sentarse a escucharla. Y guarda que lo que sigue no desmerece en absoluto. Las percusiones y xilofones con los que empieza Visiones fugitivas pueden interpretarse como el mundo renaciendo después de que todo lo anterior haya sido borrado. Un nuevo inicio que da miedo y que no es fácil de asimilar, pero que vale la pena. Esa parte recitada por Vanesa me hace imaginarme a una mujer perdida en medio del vacío y acostumbrándose al mundo nuevo, con sonidos espeluznantes por todos lados. De a poco se va volviendo más musical, pero sigue siendo aterradora. La mayoría de los grupos de metal en cualquiera de sus variantes intentan transmitir esta oscuridad mediante ruido extremo y berridos psicópatas y no lo hacen ni un cuarto de bien que acá. Por último, ya como cierre cerrador último ultimísimo que le pone cierre a esta obra que cierra está Baby Vap Vela. El inicio es un poco más movido y lo más cercano a optimista que tiene este tercer CD, aunque inmediatamente vuelve la noche sin estrellas con los tarareos, el corno elefante, el violín, las guitarras acústicas y todo tipo de instrumentos. La atmósfera es mucho más selvática esta vez, pero sigue generado desprotección. Lo último que escuchamos son esos coros sobrecogedores que repiten el título del tema y todo se va desvaneciendo en el aire hasta que ya no queda nada. Im-pre-sio-nan-te.

Bueno, supongo que no fui muy efusivo con respecto a mi amor por este disco. Es por eso que voy a dejarlo completamente claro en esta conclusión: este disco es una obra maestra, el mejor disco que escuché del siglo XXI y quizás uno de los diez o quince mejores que escuché en mi vida. Este tipo de cosas las digo siempre, así que dudo que sigan teniendo algún efecto en quienes me leen, por lo que voy a ser más específico. Este es el mejor disco que descubrí en 2024 y el mejor que escuché del siglo XXI HASTA AHORA. Es decir, que con el tiempo puedo llegar a encontrar otro que me guste más. Está difícil, pero no es imposible. Resumiendo, este disco tiene todo. Buen formato físico, buen arte conceptual, buena música, varios grandes músicos en su tope técnico, mucha diversidad, buena producción y es muy experimental. No lo llamaría «revolucionario», pero sí que es un mundo aparte y distinto a cualquier cosa, que tiene retazos del pasado pero que también suena actual (la actualidad de cualquier época). Una lástima que el grupo se separara y que no vaya a juntarse más (aparentemente), pero es que es difícil continuar una obra cumbre como esta. Probablemente hubieran hecho otro discazo, pero no creo que llegara al nivel de sus dos producciones. Sin embargo, como soñar es gratis y no tengo forma ni de confirmarlo ni de desmentirlo, prefiero imaginar que su tercer disco hubiera sido el mejor de la historia o uno de los cinco mejores al menos. Para cerrar esta reseña y no ser tibio, les digo lo siguiente: la mejor banda de los últimos treinta años es argentina y se llama Pescadas. ¿Qué tul, Jethro?

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