Nota: 8
Mejor tema: Turn! Turn! Turn!
Peor tema:
He Was a Friend of Mine
1) Turn! Turn! Turn!
2) It Won’t Be Wrong
3) Set
You Free This Time
4) Lay Down Your Weary Tune
5) He Was a Friend of Mine
6) The World Turns All Around
Her
7) Satisfied
Mind
8) If
You’re Gone
9) The
Times They’re A-Changin’
10) Wait
and See
11) Oh!
Susannah
[Bonus
Tracks]
12) The Day Walk (Never Before)
13) She Don’t Care About Time (single
version)
14) The
Times They’re A-Changin’ (first version)
15) It’s All Over Now, Baby
Blue
16) She Don’t Care About Time (version
1)
17) The World Turns All Around Her
(alternate mix)
18) Stranger In a Strange Land
Antes de que los Byrds fueran un
grupo tremendamente ecléctico e introdujeran todo tipo de influencias en su
música, habían tenido el descaro de repetir la fórmula que tan buenos
resultados les había dado. Bueno, no es tan así. En esa época era difícil que
las bandas dieran giros de 180 grados en lo que al sonido respecta pero, en
retrospectiva, no deja de ser bastante curioso que hayan hecho un calco de su
debut. Los muchachos se metieron a grabar este disco apenas una semana después
de publicado el Mr. Tambourine, ya que tenían miedo de no durar demasiado
debido a que los grupos de rock y pop tendían a desaparecer en poco tiempo en
aquella época. A esto hay que sumarle que había muchas tensiones internas entre
los miembros del grupo y, como todavía no tenían la experiencia que deja la
grabación de obras como Fifth Dimension o Younger Than Yesterday, el resultado
es muy inferior a las joyas que lo rodean. En la crítica que hice del debut
dije que los temas no eran monótonos, aunque fueran parecidos. Acá sí que se
vuelve repetitivo. Aunque no hayan calcos directos (salvo contados casos), la
mayor parte del tiempo da la sensación de que lo que hacen ya lo hicieron en su
anterior placa, y de mejor manera. Lo peor es que había material que podría
haber mejorado al álbum. Entiendo que a Mcguinn le molestara que Gene Clark
recibiera regalías por todos los temas que componía, y que por eso dejaran
afuera a The Day Walk y a She Don’t Care About Time, o que a Crosby lo
sabotearan y por eso no haya podido terminar la potencialmente buena Stranger
in a Strange Land. ¿Pero qué hay de la preciosa versión de It’s All Over Now?
Seguramente podría haber reemplazado a alguno de los temas débiles. Ni siquiera
hay que quedarnos con los bonus, porque tenían canciones de sus primeros días
(incluso de antes de que se llamaran The Byrds) que jamás fueron publicadas en
un disco regular, como Tomorrow Is a Long Ways Away (aunque coacreditada a
Gene, también participó Roger en su composición) o You Showed Me. Con ese
material le habría podido subir un punto y ponerlo a la misma altura que los
dos siguientes discos, pero no ocurrió.
Dejando de hablar de lo que
podría haber sido y comenzando a hablar de lo que es, tengo que decir que es un
álbum bastante bueno, incluso superior al promedio de la época. Sí, suena
hipócrita después de que me quejara del bajón que significa respecto del resto
del material de su época dorada, pero es que tampoco hay nada horrible. Cada
tema, por débil que sea, tiene algo que lo salva, y eso no era muy común en
1965. Es más, hay temas realmente maravillosos, que hubieran destacado incluso
en el debut. Tenemos tres canciones de Gene Clark, una de Roger McGuinn con
Harvey Gerst, otra de McGuinn pero con David Crosby y seis covers, uno de ellos
con la letra adaptada por Roger para que haga referencia a John Kennedy, lo que
nos da un total de cinco covers y medio contra cinco originales y medio. Un
avance frente a los cinco originales y siete versiones de Tambourine Man (?).
Mi favorita del disco, y probablemente del grupo, es el tema título, versión
del clásico de Pete Seeger. Aquél buen tema folk pero totalmente inadecuado
para las futuras generaciones (que rara vez lograría identificarse con ese
estilo) se ve convertido en un canto absolutamente celestial, de los más bellos
de toda la música, y apto para todo el mundo. Tanto el arpegio como las voces
adquieren no una, sino como cinco dimensiones nuevas, y su espiritualidad queda
más expuesta que nunca. Su mecánica de detener la canción en cierto punto y
volver a comenzarla hace que el riff destaque y vaya adquiriendo poder
progresivamente. Con “poder” no me refiero a que revuelva nuestras vísceras,
sino que revuelve nuestro corazón y alma. Si esto puede considerarse rock
cristiano, es la mejor canción cristiana de la historia, aunque la veo más
espiritual que religiosa. Mi tema favorito de 1965, lo firmo acá. It Won’t Be
Wrong no se queda atrás. Pareciera pretender ser oscura, pero a mí me resulta
de lo más alegre y exultante que haya pasado por mis oídos. Es repetitiva, pero
tan corta que funciona a la perfección. Destacaría sus enérgicos “Please let me
love you and it won’t be wrong”, pero todo destaca, así que ni me molesto. Charly
García también hizo una versión de este tema (con el nombre No estaría mal),
pero le quedó horrible, a diferencia de I’ll Feel a Whole Lot Better. El otro gran clásico es The World Turns All Around Her, de Gene Clark. Tiene
el estilo de los Beatles y no sé si seré yo, pero su riff siempre me recordó a
la Marcha nupcial (sí, creo que soy yo), solo que en vez de hablar de un casamiento habla de la
pérdida de la mujer que ama. De la misma forma que para Clark el mundo gira
alrededor de esa chica, nuestro mundo va a girar alrededor de esa melodía todo el día después de haberla escuchado. Simplemente genial.
Del resto, lo que más se acerca a
ese altísimo nivel son las otras dos canciones de Gene. Set You Free This Time
es country, tan country que no tiene las clásicas armonías. De todas formas, su
estribillo es emotivo y su coda con armónica le da un gran aire nostálgico (por
cierto, encuentro esa coda muy parecida al riff de armónica de Vine hasta aquí,
de Los Piojos. Nuevamente, podría ser mi imaginación). If You’re Gone es
todavía mejor, ya que toda la melodía es buena, y sus cantos gregorianos le
añaden profundidad al sonido. No son geniales, pero es innegable su buena
construcción. Lo que queda es del montón, aunque no llegue a ser despreciable.
Cuando empecé a escribir la crítica, marqué a He Was a Friend of Mine en azul,
pero la volví a escuchar y me di cuenta de que no es terrible. El arpegio y la
melodía vocal son realmente bellos, lo que ocurre es que es repetitiva y algo
desprolija, y ese pandero que suena de fondo puede llegar a volverse muy
molesto. Aprendí a quererla un poco, pero sigue siendo lo más flojo de un disco
con bastantes altibajos. Wait and See es divertida pero boba e ingenua, lo que
la convierte en el original menos estelar. Satisfied Mind es otro tema country
con otra coda de armónica, solo que esta vez sí tiene armonías vocales. The
Times They Are A-Changin’ pierde la rabia de la original, aunque resulta muy
pegadiza. Al principio odiaba Lay Down Your Weary Tune, pero terminé encontrándole
cierta belleza en la melodía vocal y la guitarra, y su bajo sabe sostenerlo
todo. Por último, Oh! Susannah es otra de esas bromas que aman meter al final
de cada disco. Aunque muchos la odian, a mí me resulta muy divertida y no más
tonta que otras canciones que hay por acá, así que no me voy a quejar.
Quedan los bonus tracks. The Day
Walk tiene una línea de bajo muy buena, una melodía superior al promedio del
disco y un riff sospechosamente parecido al de Satisfaction. Quizás por eso no
formó parte de la obra. She Don’t Care About Time se destaca por usar la
melodía de Joy of Man’s Desiring (de Bach) en el solo, aunque el resto no está
mal. It’s All Over Now, Baby Blue es una de las mejores versiones que hicieron
de Bob Dylan, y resulta inentendible que no haya entrado en el disco. Tiene
todo el veneno que no supieron impregnarle a The Times, y McGuinn se manda una
de las mejores y más desesperadas performances de toda su carrera (en el
preestribillo se canta la vida). Me encanta la forma en la que, durante la
coda, suena el riff principal anticipando la explosión del estribillo. Como el
tema se va apagando a medida que concluye, nunca terminamos de saber si vuelven
a repetirlo. En fin, es una versión genial, muy superior a la que después
aparecería en Ballad of Easy Rider. Por último está el instrumental Stranger in
a Strange Land, que es repetitiva, pero me gusta su atmósfera psicodélica, y
podría haber sido un gran tema de haberla trabajado más.
En conjunto, el disco es un
pequeño paso atrás. Los Byrds no eran uno de esos grupos que se sintieran
cómodos repitiéndose, y se nota. Sin embargo, sigue siendo mejor que muchos
discos sacados en el mismo año. Ningún tema llega a ser terrible, y hay
suficiente buen material como para crear tres o cuatro One Hit Wonders. Si sos
fanático del grupo, lo tenés que tener.
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