viernes, 23 de agosto de 2019

The Byrds - Turn! Turn! Turn!



Nota: 8
Mejor tema: Turn! Turn! Turn!
Peor tema: He Was a Friend of Mine 

     1)      Turn! Turn! Turn!
     2)      It Won’t Be Wrong
     3)      Set You Free This Time
     4)      Lay Down Your Weary Tune
     5)      He Was a Friend of Mine
     6)      The World Turns All Around Her
     7)      Satisfied Mind
     8)      If You’re Gone
     9)      The Times They’re A-Changin’
     10)   Wait and See
     11)   Oh! Susannah

[Bonus Tracks]

     12)   The Day Walk (Never Before)
     13)   She Don’t Care About Time (single version)
     14)   The Times They’re A-Changin’ (first version)
     15)   It’s All Over Now, Baby Blue
     16)   She Don’t Care About Time (version 1)
     17)   The World Turns All Around Her (alternate mix)
     18)   Stranger In a Strange Land

Antes de que los Byrds fueran un grupo tremendamente ecléctico e introdujeran todo tipo de influencias en su música, habían tenido el descaro de repetir la fórmula que tan buenos resultados les había dado. Bueno, no es tan así. En esa época era difícil que las bandas dieran giros de 180 grados en lo que al sonido respecta pero, en retrospectiva, no deja de ser bastante curioso que hayan hecho un calco de su debut. Los muchachos se metieron a grabar este disco apenas una semana después de publicado el Mr. Tambourine, ya que tenían miedo de no durar demasiado debido a que los grupos de rock y pop tendían a desaparecer en poco tiempo en aquella época. A esto hay que sumarle que había muchas tensiones internas entre los miembros del grupo y, como todavía no tenían la experiencia que deja la grabación de obras como Fifth Dimension o Younger Than Yesterday, el resultado es muy inferior a las joyas que lo rodean. En la crítica que hice del debut dije que los temas no eran monótonos, aunque fueran parecidos. Acá sí que se vuelve repetitivo. Aunque no hayan calcos directos (salvo contados casos), la mayor parte del tiempo da la sensación de que lo que hacen ya lo hicieron en su anterior placa, y de mejor manera. Lo peor es que había material que podría haber mejorado al álbum. Entiendo que a Mcguinn le molestara que Gene Clark recibiera regalías por todos los temas que componía, y que por eso dejaran afuera a The Day Walk y a She Don’t Care About Time, o que a Crosby lo sabotearan y por eso no haya podido terminar la potencialmente buena Stranger in a Strange Land. ¿Pero qué hay de la preciosa versión de It’s All Over Now? Seguramente podría haber reemplazado a alguno de los temas débiles. Ni siquiera hay que quedarnos con los bonus, porque tenían canciones de sus primeros días (incluso de antes de que se llamaran The Byrds) que jamás fueron publicadas en un disco regular, como Tomorrow Is a Long Ways Away (aunque coacreditada a Gene, también participó Roger en su composición) o You Showed Me. Con ese material le habría podido subir un punto y ponerlo a la misma altura que los dos siguientes discos, pero no ocurrió.
Dejando de hablar de lo que podría haber sido y comenzando a hablar de lo que es, tengo que decir que es un álbum bastante bueno, incluso superior al promedio de la época. Sí, suena hipócrita después de que me quejara del bajón que significa respecto del resto del material de su época dorada, pero es que tampoco hay nada horrible. Cada tema, por débil que sea, tiene algo que lo salva, y eso no era muy común en 1965. Es más, hay temas realmente maravillosos, que hubieran destacado incluso en el debut. Tenemos tres canciones de Gene Clark, una de Roger McGuinn con Harvey Gerst, otra de McGuinn pero con David Crosby y seis covers, uno de ellos con la letra adaptada por Roger para que haga referencia a John Kennedy, lo que nos da un total de cinco covers y medio contra cinco originales y medio. Un avance frente a los cinco originales y siete versiones de Tambourine Man (?). Mi favorita del disco, y probablemente del grupo, es el tema título, versión del clásico de Pete Seeger. Aquél buen tema folk pero totalmente inadecuado para las futuras generaciones (que rara vez lograría identificarse con ese estilo) se ve convertido en un canto absolutamente celestial, de los más bellos de toda la música, y apto para todo el mundo. Tanto el arpegio como las voces adquieren no una, sino como cinco dimensiones nuevas, y su espiritualidad queda más expuesta que nunca. Su mecánica de detener la canción en cierto punto y volver a comenzarla hace que el riff destaque y vaya adquiriendo poder progresivamente. Con “poder” no me refiero a que revuelva nuestras vísceras, sino que revuelve nuestro corazón y alma. Si esto puede considerarse rock cristiano, es la mejor canción cristiana de la historia, aunque la veo más espiritual que religiosa. Mi tema favorito de 1965, lo firmo acá. It Won’t Be Wrong no se queda atrás. Pareciera pretender ser oscura, pero a mí me resulta de lo más alegre y exultante que haya pasado por mis oídos. Es repetitiva, pero tan corta que funciona a la perfección. Destacaría sus enérgicos “Please let me love you and it won’t be wrong”, pero todo destaca, así que ni me molesto. Charly García también hizo una versión de este tema (con el nombre No estaría mal), pero le quedó horrible, a diferencia de I’ll Feel a Whole Lot Better.  El otro gran clásico es The World Turns All Around Her, de Gene Clark. Tiene el estilo de los Beatles y no sé si seré yo, pero su riff siempre me recordó a la Marcha nupcial (sí, creo que soy yo), solo que en vez de hablar de un casamiento habla de la pérdida de la mujer que ama. De la misma forma que para Clark el mundo gira alrededor de esa chica, nuestro mundo va a girar alrededor de esa melodía todo el día después de haberla escuchado. Simplemente genial.
Del resto, lo que más se acerca a ese altísimo nivel son las otras dos canciones de Gene. Set You Free This Time es country, tan country que no tiene las clásicas armonías. De todas formas, su estribillo es emotivo y su coda con armónica le da un gran aire nostálgico (por cierto, encuentro esa coda muy parecida al riff de armónica de Vine hasta aquí, de Los Piojos. Nuevamente, podría ser mi imaginación). If You’re Gone es todavía mejor, ya que toda la melodía es buena, y sus cantos gregorianos le añaden profundidad al sonido. No son geniales, pero es innegable su buena construcción. Lo que queda es del montón, aunque no llegue a ser despreciable. Cuando empecé a escribir la crítica, marqué a He Was a Friend of Mine en azul, pero la volví a escuchar y me di cuenta de que no es terrible. El arpegio y la melodía vocal son realmente bellos, lo que ocurre es que es repetitiva y algo desprolija, y ese pandero que suena de fondo puede llegar a volverse muy molesto. Aprendí a quererla un poco, pero sigue siendo lo más flojo de un disco con bastantes altibajos. Wait and See es divertida pero boba e ingenua, lo que la convierte en el original menos estelar. Satisfied Mind es otro tema country con otra coda de armónica, solo que esta vez sí tiene armonías vocales. The Times They Are A-Changin’ pierde la rabia de la original, aunque resulta muy pegadiza. Al principio odiaba Lay Down Your Weary Tune, pero terminé encontrándole cierta belleza en la melodía vocal y la guitarra, y su bajo sabe sostenerlo todo. Por último, Oh! Susannah es otra de esas bromas que aman meter al final de cada disco. Aunque muchos la odian, a mí me resulta muy divertida y no más tonta que otras canciones que hay por acá, así que no me voy a quejar.
Quedan los bonus tracks. The Day Walk tiene una línea de bajo muy buena, una melodía superior al promedio del disco y un riff sospechosamente parecido al de Satisfaction. Quizás por eso no formó parte de la obra. She Don’t Care About Time se destaca por usar la melodía de Joy of Man’s Desiring (de Bach) en el solo, aunque el resto no está mal. It’s All Over Now, Baby Blue es una de las mejores versiones que hicieron de Bob Dylan, y resulta inentendible que no haya entrado en el disco. Tiene todo el veneno que no supieron impregnarle a The Times, y McGuinn se manda una de las mejores y más desesperadas performances de toda su carrera (en el preestribillo se canta la vida). Me encanta la forma en la que, durante la coda, suena el riff principal anticipando la explosión del estribillo. Como el tema se va apagando a medida que concluye, nunca terminamos de saber si vuelven a repetirlo. En fin, es una versión genial, muy superior a la que después aparecería en Ballad of Easy Rider. Por último está el instrumental Stranger in a Strange Land, que es repetitiva, pero me gusta su atmósfera psicodélica, y podría haber sido un gran tema de haberla trabajado más.
En conjunto, el disco es un pequeño paso atrás. Los Byrds no eran uno de esos grupos que se sintieran cómodos repitiéndose, y se nota. Sin embargo, sigue siendo mejor que muchos discos sacados en el mismo año. Ningún tema llega a ser terrible, y hay suficiente buen material como para crear tres o cuatro One Hit Wonders. Si sos fanático del grupo, lo tenés que tener.

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