miércoles, 1 de octubre de 2025

Sly & the Family Stone - Dance to the Music


Nota: 9+
Mejor tema: Dance to the Medley.
Peor tema: Ehm… ay, no sé… No sé. UFFFF (*hace las mismas expresiones que el emo de Capusotto y compone una canción al respecto para concluir que Dios nos abandonó*).

1)      Dance to the Music
2)      Higher
3)      I Ain’t Got Nobody (For Real)
4)      Dance to the Medley
5)      Ride the Rhythm
6)      Color me True
7)      Are You Ready
8)      Don’t Burn Baby
9)      I’ll Never Fall in Love Again

No tengo nada original que decir sobre este disco, así que voy a trabajar sobre las mismas ideas y opiniones que planteó John McFerrin, que también es un fan de esta banda (y gracias a quien me interesé por este grupo). Lo primero que voy a decir que dijo él es: no sé si este disco es mejor o peor que el debut, pero definitivamente está más pulido. No hay mucho más que agregar en cuanto al espíritu y motivación principal de esta crítica, pero sí hay mucho más que agregar en cuanto a la dirección conceptual y profundización de mi opinión sobre el disco. Como diría Scrappy Doo (el insoportable sobrino de Scooby Doo), «TATATATATATÁ, poder negruno». Vamos a ello.

Hay algunas cosas destacables sobre el trasfondo de esta obra. La primera es que esta es la primera aparición en la banda de la cantante y tecladista Rose Stone. En 1970 se reeditaría el debut con una portada nueva en donde aparece Rose junto al resto de miembros, pero su primera verdadera aparición en un disco de Sly & the Family Stone es acá, en pleno 1968. También es notable el hecho de que la banda en su momento no se sentía muy satisfecha con este trabajo y solamente se grabó porque el ejecutivo Clive Davis le pidió a Sly Stone que simplificara su música para llegar a más público (ya que el debut había sido considerado muy raro y complejo). Otros artistas se lo habrían tomado con desgano y hubieran grabado un disco mediocre o malo como queja contra los empresaurios, pero Sly Stone claramente amaba más a la música que lo que odiaba la burocracia fue así que pusieron todo su empeño en grabar otra joya a la altura de su talento. Además, se podría decir que este disco provocó un efecto mariposa en la vida de la banda que los llevaría a grabar las joyas posteriores, así que no hay mal que por bien no venga.

Hay un mito que quisiera desmentir (o, al menos, parcializar) sobre este disco. John McFerrin ya medio que lo hizo en su crítica, así que yo voy a hacerlo a fondo en la mía. Mucha gente dice que este trabajo se trata más de establecer un sonido general que de crear grandes canciones, con lo cual estoy de acuerdo solo en parte. Es cierto que hay bastante repetición de motivos e ideas musicales, pero aun así noto una diversidad bastante importante canción a canción e incluso cuando se repiten ideas hay alguna variación de por medio, lo que nunca sentí como falta de creatividad sino como una gran suite/sinfonía funk, y esto puede considerarse también un avance en toda la escena motown. El hecho de no aspirar a hacer solamente temas de difusión, sino que un disco entero de este estilo se sostenga como unidad y encima de todo haya una coherencia conceptual. Nunca antes alguien se había animado a hacer algo así en este contexto, y habla mucho del genio de Sly Stone el cómo incluso grabando algo que no lo termina de convencer logra hacer maravillas. El resultado de hacer lo que realmente quiere lo veríamos en sus posteriores discos.

Vamos con el tema título, que abre este trabajo y de paso es el más conocido de acá (el único de este álbum que llegó al Greatest Hits). Es cierto que espiritualmente es apenas un breve rejunte de los motivos musicales que aparecerían en el Medley, pero aun así es toda una maravilla por sí mismo. Las trompetas y juegos vocales son exquisitos, y me gusta sobre todo cuando cada miembro de la banda se va presentando verbalmente y después haciendo pequeños solos con sus instrumentos. Estos solos no son muy deslumbrantes en sí mismos, pero la forma en la que se van alternando y sucediendo construye un ambiente de buena onda increíble, y resulta ser una excelente «segunda presentación» por parte de la banda. Higher no es tan brillante de manera individual, pero su riff carnavalesco de órgano y ese estribillo donde repiten el título subiendo octavas siempre me saca una sonrisa enorme. Se queda medio corto comparado tanto con cómo se usa esa frase en el Medley como con el tema de «Stand!», pero aun así aporta enormidades estando en donde está, y eso es lo que importa. I Ain’t Got Nobody (For Real) es un tema más antiguo que el propio debut de la banda (había sido tocado en el recital de la catedral de Winchester, el cual fue editado en disco hace poco), y ya desde el principio mostraba el talento de la banda tanto por sus impecables cataratas de teclados como por el estribillo donde se van arremolinando la voz principal y los coros femeninos. Leyendo los comentarios de Youtube descubrí que el tema está basado parcialmente en Spanish Grease de Willie Bobo y Melvin Lastie, pero hay que reconocer que el grupo lo hace suyo. Definitivamente puedo entender qué es lo que vio David Kapralik en estos muchachos, muchachas, muchaches, muchachxs y muchach@s. Y bueno, ¿qué decir de Dance to the Medley? Pues que toma varias ideas de los dos primeros temas y de algunos de los posteriores para crear un Frankenstein que no tiene mucha coherencia como canción pero que resulta absolutamente demoledor para los sentidos. Sus «Music is alive alive alive» nos convence de que la música está más viva que nunca, sus «Hey music lover» nos interpela como amantes de la música, sus «Wanna take you higher/HIGHER/higher/HIGHER» nos llevan más y más alto y así con cada segundo de los doce minutos que dura este monstruo. No agrego mucho más porque ya hablé sobre este tema al hablar de otros, pero tienen que escucharlo.

Después viene la segunda mitad a negar el hecho de que el disco es un constante reciclaje, ya que incluso cuando lo es trae sus particularidades. Tanto Ride the Rhythm como Color me True tienen los mismos tarareos sobre el final, pero el desarrollo de cada una es diferente, siendo la primera más veloz y alegre con un estupendo uso del pedal wah, y la otra más un blues oscuro a la Rolling Stones con unos arreglos de trompeta en el estribillo que la hacen amenazante a su manera. Es así que hasta los elementos prestados se sienten diferentes en cada canción y logran una sensación de desarrollo. Are You Ready es menos brillante que el resto ya que el groove de batería no ofrece mucho que no se haya visto en otras partes del álbum, pero aun así tiene sus encantos. Las trompetas altivas de la introducción, esa parte medio rapeada de «Don’t hate the black/don’t hate the White/if you get bitten just hate the bite» e incluso me parece muy ocurrente cómo inmediatamente después de cantar «Add some bottom on mighty tight» meten un solo de bajo (o sea, el fondo al que hacen referencia), así como cuando cantan «Let me dedicate my fuzz to you» y muy adecuadamente suena un solo de guitarra con fuzz (o sea, distorsión sucia). Es este tipo de metahumor el que hace que la canción se quede con nosotros independientemente de que las melodías o la composición no sean tan brillantes. Después tenemos Don’t Burn Baby, que solo puedo definir como surf soul o surf góspel. Es decir, la melodía y los arreglos vocales son más propios de un canto eclesiástico, pero el trabajo de guitarra tranquilamente podría haber sido obra de Dick Dale o Hank Marvin (de The Shadows). ¿Ven cuán diverso es realmente este disco? No sé por qué la gente lo trata de repetitivo. Y para cerrar tenemos una balada llamada I’ll Never Fall in Love Again. Sí, otra balada más. Se ve que no aprendieron de los desastres que hicieron en su anterior disco, pero en realidad sí aprendieron de los desastres que hicieron en su anterior disco porque esta balada es mucho mejor que los desastres que hicieron en su anterior disco. La melodía de órgano que abre parece construida sobre la de Jingle Bells y después vienen las llevaderas y agradables trompetas e incluso Larry Graham, que es quien la canta, lo hace mucho mejor que en su otra aberración (y que Freddie en su correspondiente otra aberración). No es nada brillante, pero es un cierre más que adecuado para este trabajo.

Y bueno, este fue lo que podríamos llamar el segundo debut de la banda. Es un giro estilístico considerable con respecto al primer debut, pero los ingredientes clave siguen ahí. Rock, pop, soul, psicodelia, funk, hambre de experimentación. Es solo un cambio respecto a la forma de combinar esos elementos, pero los resultados siguen siendo impresionantes. Personalmente prefiero «A Whole New Thing» ya que tenía más diversidad y sorpresas, pero este es más maduro y corrige sus errores. Igual, no puedo decir que uno sea objetivamente mejor que el otro. Si no les pongo un diez a los dos es por temitas muy puntuales y técnicos, pero ambos discos son infaltables en toda colección que se respete. Prohibido hacerlos a un lado.

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