miércoles, 1 de octubre de 2025

Sly & the Family Stone - Dance to the Music


Nota: 9+
Mejor tema: Dance to the Medley.
Peor tema: Ehm… ay, no sé… No sé. UFFFF (*hace las mismas expresiones que el emo de Capusotto y compone una canción al respecto para concluir que Dios nos abandonó*).

1)      Dance to the Music
2)      Higher
3)      I Ain’t Got Nobody (For Real)
4)      Dance to the Medley
5)      Ride the Rhythm
6)      Color me True
7)      Are You Ready
8)      Don’t Burn Baby
9)      I’ll Never Fall in Love Again

No tengo nada original que decir sobre este disco, así que voy a trabajar sobre las mismas ideas y opiniones que planteó John McFerrin, que también es un fan de esta banda (y gracias a quien me interesé por este grupo). Lo primero que voy a decir que dijo él es: no sé si este disco es mejor o peor que el debut, pero definitivamente está más pulido. No hay mucho más que agregar en cuanto al espíritu y motivación principal de esta crítica, pero sí hay mucho más que agregar en cuanto a la dirección conceptual y profundización de mi opinión sobre el disco. Como diría Scrappy Doo (el insoportable sobrino de Scooby Doo), «TATATATATATÁ, poder negruno». Vamos a ello.

Hay algunas cosas destacables sobre el trasfondo de esta obra. La primera es que esta es la primera aparición en la banda de la cantante y tecladista Rose Stone. En 1970 se reeditaría el debut con una portada nueva en donde aparece Rose junto al resto de miembros, pero su primera verdadera aparición en un disco de Sly & the Family Stone es acá, en pleno 1968. También es notable el hecho de que la banda en su momento no se sentía muy satisfecha con este trabajo y solamente se grabó porque el ejecutivo Clive Davis le pidió a Sly Stone que simplificara su música para llegar a más público (ya que el debut había sido considerado muy raro y complejo). Otros artistas se lo habrían tomado con desgano y hubieran grabado un disco mediocre o malo como queja contra los empresaurios, pero Sly Stone claramente amaba más a la música que lo que odiaba la burocracia fue así que pusieron todo su empeño en grabar otra joya a la altura de su talento. Además, se podría decir que este disco provocó un efecto mariposa en la vida de la banda que los llevaría a grabar las joyas posteriores, así que no hay mal que por bien no venga.

Hay un mito que quisiera desmentir (o, al menos, parcializar) sobre este disco. John McFerrin ya medio que lo hizo en su crítica, así que yo voy a hacerlo a fondo en la mía. Mucha gente dice que este trabajo se trata más de establecer un sonido general que de crear grandes canciones, con lo cual estoy de acuerdo solo en parte. Es cierto que hay bastante repetición de motivos e ideas musicales, pero aun así noto una diversidad bastante importante canción a canción e incluso cuando se repiten ideas hay alguna variación de por medio, lo que nunca sentí como falta de creatividad sino como una gran suite/sinfonía funk, y esto puede considerarse también un avance en toda la escena motown. El hecho de no aspirar a hacer solamente temas de difusión, sino que un disco entero de este estilo se sostenga como unidad y encima de todo haya una coherencia conceptual. Nunca antes alguien se había animado a hacer algo así en este contexto, y habla mucho del genio de Sly Stone el cómo incluso grabando algo que no lo termina de convencer logra hacer maravillas. El resultado de hacer lo que realmente quiere lo veríamos en sus posteriores discos.

Vamos con el tema título, que abre este trabajo y de paso es el más conocido de acá (el único de este álbum que llegó al Greatest Hits). Es cierto que espiritualmente es apenas un breve rejunte de los motivos musicales que aparecerían en el Medley, pero aun así es toda una maravilla por sí mismo. Las trompetas y juegos vocales son exquisitos, y me gusta sobre todo cuando cada miembro de la banda se va presentando verbalmente y después haciendo pequeños solos con sus instrumentos. Estos solos no son muy deslumbrantes en sí mismos, pero la forma en la que se van alternando y sucediendo construye un ambiente de buena onda increíble, y resulta ser una excelente «segunda presentación» por parte de la banda. Higher no es tan brillante de manera individual, pero su riff carnavalesco de órgano y ese estribillo donde repiten el título subiendo octavas siempre me saca una sonrisa enorme. Se queda medio corto comparado tanto con cómo se usa esa frase en el Medley como con el tema de «Stand!», pero aun así aporta enormidades estando en donde está, y eso es lo que importa. I Ain’t Got Nobody (For Real) es un tema más antiguo que el propio debut de la banda (había sido tocado en el recital de la catedral de Winchester, el cual fue editado en disco hace poco), y ya desde el principio mostraba el talento de la banda tanto por sus impecables cataratas de teclados como por el estribillo donde se van arremolinando la voz principal y los coros femeninos. Leyendo los comentarios de Youtube descubrí que el tema está basado parcialmente en Spanish Grease de Willie Bobo y Melvin Lastie, pero hay que reconocer que el grupo lo hace suyo. Definitivamente puedo entender qué es lo que vio David Kapralik en estos muchachos, muchachas, muchaches, muchachxs y muchach@s. Y bueno, ¿qué decir de Dance to the Medley? Pues que toma varias ideas de los dos primeros temas y de algunos de los posteriores para crear un Frankenstein que no tiene mucha coherencia como canción pero que resulta absolutamente demoledor para los sentidos. Sus «Music is alive alive alive» nos convence de que la música está más viva que nunca, sus «Hey music lover» nos interpela como amantes de la música, sus «Wanna take you higher/HIGHER/higher/HIGHER» nos llevan más y más alto y así con cada segundo de los doce minutos que dura este monstruo. No agrego mucho más porque ya hablé sobre este tema al hablar de otros, pero tienen que escucharlo.

Después viene la segunda mitad a negar el hecho de que el disco es un constante reciclaje, ya que incluso cuando lo es trae sus particularidades. Tanto Ride the Rhythm como Color me True tienen los mismos tarareos sobre el final, pero el desarrollo de cada una es diferente, siendo la primera más veloz y alegre con un estupendo uso del pedal wah, y la otra más un blues oscuro a la Rolling Stones con unos arreglos de trompeta en el estribillo que la hacen amenazante a su manera. Es así que hasta los elementos prestados se sienten diferentes en cada canción y logran una sensación de desarrollo. Are You Ready es menos brillante que el resto ya que el groove de batería no ofrece mucho que no se haya visto en otras partes del álbum, pero aun así tiene sus encantos. Las trompetas altivas de la introducción, esa parte medio rapeada de «Don’t hate the black/don’t hate the White/if you get bitten just hate the bite» e incluso me parece muy ocurrente cómo inmediatamente después de cantar «Add some bottom on mighty tight» meten un solo de bajo (o sea, el fondo al que hacen referencia), así como cuando cantan «Let me dedicate my fuzz to you» y muy adecuadamente suena un solo de guitarra con fuzz (o sea, distorsión sucia). Es este tipo de metahumor el que hace que la canción se quede con nosotros independientemente de que las melodías o la composición no sean tan brillantes. Después tenemos Don’t Burn Baby, que solo puedo definir como surf soul o surf góspel. Es decir, la melodía y los arreglos vocales son más propios de un canto eclesiástico, pero el trabajo de guitarra tranquilamente podría haber sido obra de Dick Dale o Hank Marvin (de The Shadows). ¿Ven cuán diverso es realmente este disco? No sé por qué la gente lo trata de repetitivo. Y para cerrar tenemos una balada llamada I’ll Never Fall in Love Again. Sí, otra balada más. Se ve que no aprendieron de los desastres que hicieron en su anterior disco, pero en realidad sí aprendieron de los desastres que hicieron en su anterior disco porque esta balada es mucho mejor que los desastres que hicieron en su anterior disco. La melodía de órgano que abre parece construida sobre la de Jingle Bells y después vienen las llevaderas y agradables trompetas e incluso Larry Graham, que es quien la canta, lo hace mucho mejor que en su otra aberración (y que Freddie en su correspondiente otra aberración). No es nada brillante, pero es un cierre más que adecuado para este trabajo.

Y bueno, este fue lo que podríamos llamar el segundo debut de la banda. Es un giro estilístico considerable con respecto al primer debut, pero los ingredientes clave siguen ahí. Rock, pop, soul, psicodelia, funk, hambre de experimentación. Es solo un cambio respecto a la forma de combinar esos elementos, pero los resultados siguen siendo impresionantes. Personalmente prefiero «A Whole New Thing» ya que tenía más diversidad y sorpresas, pero este es más maduro y corrige sus errores. Igual, no puedo decir que uno sea objetivamente mejor que el otro. Si no les pongo un diez a los dos es por temitas muy puntuales y técnicos, pero ambos discos son infaltables en toda colección que se respete. Prohibido hacerlos a un lado.

martes, 26 de agosto de 2025

Sly & the Family Stone - A Whole New Thing


Nota: 9+
Mejor tema: Underdog.
Peor tema: Let me Hear it From You.

1)      Underdog
2)      If This Room Could Talk
3)      Run, Run, Run
4)      Turn me Loose
5)      Let me Hear it From You
6)      Advice
7)      I Cannot Make it
8)      Trip to Your Heart
9)      I Hate to Love Her
10)     Bad Risk
11)    That Kind of Person
12)     Dog


(Nota: Empecé a escribir esta reseña en enero de 2023 aproximadamente, pero la dejé a un lado porque no tenía claros mis sentimientos hacia el presente disco. Más de dos años después ya tengo una opinión más definida. De paso aprovecho a continuar este análisis como homenaje al recientemente fallecido Sly Stone, y con recientemente me refiero a hace un par de meses. Que lo disfruten)

Y continuamos expandiendo el blog en todas direcciones. ¿Que el rock y pop de los 60 no es suficiente? Pues tomen heavy metal y thrash. ¿Que tampoco es suficiente? Tomen rock latinoamericano (aunque «rock latinoamericano» no es un género sino una forma de englobar a las bandas de un cierto sector del mundo, pero ustedes entienden a qué me refiero). ¿Sigue sin alcanzarles tanto eclecticismo y enciclopedismo? Bueno, acá les traigo música negra. A ni más ni menos que los gloriosos Sly & the Family Stone. Disfrútenlos.

Bueno, ¿qué decir de esta banda? A pesar de ser un grupo que pasó a la historia como uno de los más grandes del funk, no parecen ser muy recordados en América Latina. De hecho, ni siquiera yo le hubiera dado mucha pelota a esta gente si no hubiera leído lo que escribió de ellos John McFerrin, quien los considera el más grandioso grupo yanqui de todos los tiempos y su quinta agrupación musical favorita (solo superada por Bob Dylan, los Stones, los Who y los Beatles). Ciertamente y por muy buenos que sean, es la última banda que uno esperaría en el top 5 de alguien como John, debido a lo alejada que está del rock y pop tradicional. Sin embargo, yo presto atención a lo que dicen quienes saben. Si McFerrin dice que es la más grande banda estadounidense, por algo será. Al principio no me dijo mucho su música más allá de algún que otro tema aislado, pero tiempo al tiempo me terminó encantando lo que hacen. No importa lo alejados que estén de mis gustos estándar, si algo es bueno es que es bueno, y The Family Stone la rulea. Sly Stone es, para mí, el rey de la música negra, que me perdonen genios como Prince y Stevie Wonder, además de gente talentosa pero algo inflada como Michael Jackson. Me animo a decir que está en la misma liga que Jimi Hendrix e incluso un poco más arriba. No será tan extraterrestre como Jimi, pero como compositor está muy por delante. Es que el tipo tenía una visión única para los arreglos y la composición, y mezclaba sin problemas a James Brown y Otis Redding con Frank Zappa, los Beatles y Jefferson Airplane. La mejor parte es que nunca (o casi nunca) se olvidaba de que sus canciones fueran buenas melódicamente y groovisticamente. En este momento diría que están en mi top 5 o incluso mi top 3, lo cual puede cambiar a posteriori, pero no sé ni qué voy a comer mañana, así que menos voy a saber cómo van a evolucionar mis gustos musicales. Pero bueno.

En 1966, Sylvester Stewart (Sly Stone) formó un grupo llamado Sly & the Stoners, que incluía a su conocida Cynthia Robinson en la trompeta. Al mismo tiempo, su hermano Freddie formó otra banda que se llamaba Freddie & the Stone Souls. Me encanta cómo el concepto de los nombres de ambos grupos es tan parecido. Es como cuando tu hermano/a menor ve que te arman alta fiesta de cumpleaños y se pone a llorar porque no le armaron una a él/ella, aunque no sea su cumpleaños. Aunque bueno, ellos eran hermanos, como ya dije, así que tiene todo el sentido del mundo. Volviendo a la música, la banda de Freddie tenía a Greg Errico en la batería y a Ronnie Crawford en el saxofón. Gracias a la sugerencia de un saxofonista amigo, Jerry Martini revuelto, no batido, ambos hermanos combinaron sus respectivas bandas en una sola, y así nació Sly & the Family Stone en noviembre del 66. Al menos conceptualmente, ya que su nombre original era Sly Brothers and Sisters, pero lo cambiaron al que todos conocemos tras su primer concierto en la catedral de Winchester, un club nocturno de Redwood City. Ambos hermanos eran guitarristas, así que Sly lo volvió guitarrista principal a Freddie mientras que él mismo aprendió a tocar el órgano eléctrico y después reclutó como bajista al primo de Cynthia, Larry Graham. También quiso sumarse su hermana Vaetta «Vet» Stewart, hermana de los dos líderes del grupo, junto con sus amigas Mary McCreary y Elva Mouton. Sly las reclutó y formaron Little Sister, que eran las coristas de la banda principal. Recién para su segundo disco se sumaría la clásica Rose Stone (aunque ella aparecería en la portada alternativa de este debut, por más que acá brille por su ausencia), pero de momento todo está perfectamente cubrido. En cuanto al presente (no presente presente de ahora mismo, sino el presente de 1967), ese recital en la catedral de Winchester les consiguió un contrato con el ejecutivo de CBS Records llamado David Kapralik, que los derivó a Epic Records. Fue ahí que grabaron este debut, que tuvo buena crítica pero malas ventas. Llegó el momento de explicar por qué los compradores de la época estaban equivocados.

Y… porque es un discazo original y lleno de clásicos como para tirar al techo. Tan simple como eso. No hay mucho más que agregar en ese sentido. Sí puedo matizar un poco estas palabras tan absolutistas. Original es, de eso no hay dudas. Esta fusión de R&B, soul y funk con pop, rock y psicodelia no tenía parangón en ese momento, pero como dijo McFerrin, estos géneros no siempre se fusionan, sino que muchas veces van cada uno por su lado. Hay momentos donde genuinamente se mezclan (como en Trip to Your Heart), pero la mayoría de las veces valen más por tomar lo mejor de sus influencias que por hacer algo completamente nuevo con ellas, así que el nombre del disco puede ser medio engañoso en ese sentido. En cuanto a que es un clásico atrás de otro, también hay que tomarlo con pinzas. Estrictamente hablando es un disco tan bueno como los cinco que lo siguen, pero los motivos por los que no le puedo dar un diez tienen nombre y apellido: uno de ellos se llama Let Me Hear it y se apellida From You, mientras que el otro se llama That Kind y se apellida of Person. Dos baladas absolutamente ordinarias y genéricas que no solo no suman nada, sino que restan. Bah, That Kind of Person no es tan horrible y hasta puedo escucharla si hace falta (aunque pocas veces me hizo falta. Afortunadamente, ya que sigue siendo mediocre), pero Let me Hear it From You es casi tan impresentable como Mr Moonlight de los Beatles o See my Way de los Who, y quienes conozcan esas dos canciones entenderán perfectamente qué clase de mersada tiene que ser la presente para que la pongamos a ese nivel. Una pena que un disco virtualmente impecable tenga estas manchas tan difíciles de ignorar. Lo que podría haber sido una seguidilla de seis discos de diez sobre diez queda mermada.

La buena noticia es que esos dos temas son lo único mediocre o malo no solo en este álbum, sino entre todos los seis primeros que grabaron estos muchachos y muchachas. El resto va de lo muy bueno a lo estelar. Advice tiene esas trompetas medio estrafalarias y circenses extremadamente divertidas y un estilo general que parece un adelanto de lo que sería su tercer disco: «Life». Tampoco puede considerarse un clásico, pero está muy bien hecho y ayuda a redondear el conjunto. Ahora, ¿el resto? El resto es espectacular. Underdog abre el disco y la carrera de la banda con una interpretación de la canción francesa Frere Jacques (que en Argentina conocemos como La lechuza hace sh) para después convertirse en una descarga rapidísima de crescendos y juegos de voces que a pesar de repetir siempre la melodía, nunca lo hacen de la misma manera, hasta que termina cerrando con Frere Jacques otra vez. If This Room Could Talk tiene un pegajosísimo riff de trompeta y todo tipo de artilugios y variaciones armónicas de los cantantes y coristas, y el estribillo por algún motivo me suena a lo que sería la canción Changes de David Bowie, pero la de Sly es anterior, así que en todo caso fue Bowie el copión. Run, Run, Run tiene esos gritos torpes de «People! Listen!» que se manda Cynthia, pero fuera de eso presenta un muy buen uso del xilófono y grandes alternancias vocales. Turn Me Loose tiene una melodía de trompeta que me recuerda a, y prepárense, ¡Livin’ la vida loca! En serio, cada vez que este tema empieza a arrasar con sus arreglos de viento espero que aparezca Ricky Martin o el Gato con Botas en compañía de Burro cantando. Aunque lo más probable es que esté basada en I Can’t Turn You Loose de Otis Redding, sobre todo teniendo en cuenta que en vivo harían un potpurrí con estos dos temas. Igualmente es impresionante y en solo dos minutos te deja seco de lo que te hace bailar. I Cannot Make it empieza y termina medio aparatosa con esas declaraciones de «I cannot make it! I’m so hip!», pero en su desarrollo presenta una sucesión de ritmos y arreglos cada uno mejor que el anterior. Trip to Your Heart es básicamente funk psicodélico y por eso tiene un inicio y un cierre con voces y ruidos raros, pero la canción en sí es irresistible con sus melodías semi arabescas que parecen estar derritiéndose (como muy acertadamente dijo alguien que reseñó este disco en Rate Your Music). I Hate to Love Her es una pseudo balada que funciona mucho mejor que las otras dos gracias a sus líneas misteriosas de trompeta, su ritmo tribal e hipnótico y su todo tipo de cosas que hacen las voces, por lo que termina siendo fascinante en su repetitividad. Bad Risk es más soul-funk-rock pero cantado por Larry Graham y tan excelente como el resto. Por último está Dog, y es muy llamativo cómo su nombre engancha con el primer tema. Casi que se podría decir que este disco es una obra conceptual sobre cómo un bajoperro se termina convirtiendo en un perro hecho y derecho. Bueno, usen la imaginación, gente. Empieza con trompetas de forma parecida a That Kind of Person pero resulta ser abismalmente superior por sus espectaculares versos ascendentes, la batería que siempre lo da todo, el órgano humeante y el glorioso estribillo compartido por Sly y Cynthia. Me encanta.

Y con ese final termina el comienzo de una de las bandas más increíbles e importantes de la historia de la música. Es un disco realmente bueno con sorpresas por todos los costados. Me siento muy tentado a darle un diez y que forme una seguidilla perfecta de seis discos junto con los siguientes (más los discos en vivo en Fillmore East y en Woodstock), pero esas dos baladas ridículas me lo impiden y eso me molesta mucho. Y ni siquiera es que me moleste como fan de la banda, sino en mi faceta autista ya que me da TOC. Es como cuando ves una serie de baldosas perfectamente acomodadas salvo por una sola que está mal puesta, lo que te arruina la imagen y te pone nervioso. Pero bueno, no se puede hacer nada con eso ya. Mi recomendación es que escuchen y consigan este disco, o que lo consigan primero y lo escuchen después. Lo que ustedes quieran. Sumamente original e inmaculado a partes iguales.

sábado, 7 de junio de 2025

The Gun Club - Miami


Nota: 10+
Mejor tema: Mother of Earth.
Peor tema: Eeeeehm… ¿Texas Serenade?

1)      Carry Home
2)      Like Calling Up Thunder
3)      Brother and Sister
4)      Run Through the Jungle
5)      A Devil in the Woods
6)      Texas Serenade
7)      Watermelon Man
8)      Bad Indian
9)      John Hardy
10)    The Fire of Love
11)    Sleeping in Blood City
12)     Mother of Earth


Sí, gente. Sé perfectamente lo que están pensando. Ya estoy poniendo demasiados dieces en esta página, e incluso con signo más, lo que significaría que estos discos son más que perfectos. O sea, ¿quién quiere leer una página de críticas donde cada tema está en rojo (lo que significa que es un clásico) y donde cada disco tiene la nota más alta posible? En cierta forma, extraño la época en la que podía ser más exigente e imparcial, pero desde 2020 (con el inicio de la pandemia) me volví mucho más laxo y me empezó a encantar todo. Sin embargo, creo en mi capacidad de seguir escribiendo críticas certeras e interesantes de leer, y lo importante es que se lleven auténticas joyas para escuchar. Joyas como este segundo disco de The Gun Club.

La banda firmó en abril de 1982 con Chris Stein de Blondie para grabar en Animal Records, lo cual vendría a ser algo así como «el sueño del pibe», ya que Jeffrey Lee Pierce era full fanático de Blondie, e incluso la propia Debbie Harry hizo coros en un par de temas (entre esto y el hecho de que ella le pasara una fórmula para tener su mismo rubio en el pelo, Jeffrey debía ser el tipo más feliz del mundo. O no, porque si no, no hubiera estado metido en las drogas y el alcohol. Quién sabe). Eso sí, con el seudónimo D.H. Laurence Jr. Esto hizo que la banda se asentara por un tiempo en Nueva York para grabar esta segunda placa, y también fue Stein quien se los produjo. Completito todo. La formación de este álbum es la misma que la del debut: Jeffrey Lee Pierce en la guitarra y la voz, Ward Dotson en la segunda guitarra, Rob Ritter en el bajo y Terry Graham en la batería, aunque Ritter no aparece en la foto de la portada ya que para ese momento había dejado el grupo, no sin antes enseñarle sus partes a la futura bajista del grupo: Patricia Morrison. Y me refiero a las partes de bajo, malpensados. De bajo en tanto instrumento musical, no en tanto biología, malpensados. El disco fue muy bien recibido por la crítica, hasta el punto en el que la revista New Musical Express (NME) lo puso entre los cincuenta mejores de 1982. Y con justa razón.

Este disco no se aleja tanto de «Fire of Love» estilísticamente hablando. A lo sumo es un poco más maduro y con momentos de más calma y menos visceralidad que aquél, pero en sí no siento que cambie tanto. Tampoco es como «Master of Puppets» de Metallica, que copiaba al pie de la letra la estructura de «Ride the Lightning», pero hay muy pocos cambios de forma. Lo que sí mejora levemente (que tampoco es que pudiera mejorarse un montón) es la consistencia y el nivel de las canciones. Mientras que en el debut terminaba de forma no tan estelar con Goodbye Johnny, acá el nivel no baja nunca. Son todos temazos de principio a fin, sin el más mínimo bache. También destaco que los dos covers que hay acá son muy probablemente los dos mejores que hizo jamás la banda, y que de paso el tema final es directamente mi tema favorito en la historia del grupo. No creo que nadie en su momento fuera tan puntilloso de decir «Sí, Fire of Love es una joya, ¿pero que no pueden hacerlo mejor? ¿Es que tienen miedo?», pero la banda supo leer el ambiente para superarse en donde pudieran superarse y mantener al mismo nivel lo que pudieran mantener. Bah, no se puede decir tampoco que supieran leer el ambiente porque en ese caso habrían hecho algo más apto para vender al gran público, pero en cambio prefirieron pasar a la eternidad por haber grabado el que quizás sea el mejor disco punk de la historia y de paso coronarse como la mejor banda punk de la historia. Poca cosa, ¿eh?

Pasando a los temas, Carry Home empieza como un tema típico del género, pero sin perder el gancho en su construcción, hasta que en el estribillo se vuelve más tranquilo para después volver a explotar, conformando esa dinámica «fuerte-suave-fuerte» que definitivamente enamoró e inspiró a los Pixies y posteriormente a Nirvana. Tampoco podemos olvidar esos increíbles arreglos de slide y arpegios country que le dan el sello distintivo. Like Calling Up Thunder es menos tormentosa y abrasiva, pero sigue rockeando de lo lindo con sus guitarras punk blueseras y un estribillo bien gritón y pegadizo, además de otro solo tipo country que lleva la marca de The Gun Club. Seguimos con Brother and Sister, que parece más un tema de power pop pasado por el filtro del punk (que tampoco es que esos géneros estén tan lejos entre sí. Otro día explico). Es totalmente pegadiza, y Rob Ritter gatilla el trasfondo ideal con su bajo. Después de eso llegamos al primer cover del disco: Run Through The Jungle, original de Creedence Clearwater Revival. Me encanta el tema original, pero esta versión la hace pelota al duplicar o triplicar la oscuridad y sensación de amenaza. Jeffrey suena más tranquilo durante los versos, pero irónicamente logra un efecto mucho más desesperado y aplastante que John Fogerty, aunque en el estribillo sí se grita la vida, y el tratamiento más filoso de la guitarra es simplemente perfecto e ideal. Como curiosidad, Jeffrey contó en su biografía que no entendía bien lo que cantaba Fogerty, así que reescribió los dos primeros versos, mientras que el tercero está sacado del tema M. & O. Blues de Willie Brown. O sea, una reinvención total le hizo, y gracias a Dios, ya que esta es mi versión favorita que haya hecho la banda y una de mis versiones favoritas en general. Una auténtica obra maestra y quizás el segundo mejor tema del disco.

A Devil in the Woods empieza con la mejor labor de bajo en todo el disco, al que se le suma la batería unos segundos después y en conjunto logran dar una sensación «aérea», como una lluvia de artillería. Mientras tanto, Pierce se deja la garganta al estilo del mejor Black Francis y al minuto dos tenemos un nuevo arreglo de guitarras con un efecto entre sitar y música country que es único. No escuché nada parecido en ningún lado, y todos estos elementos conforman otra montaña de canción. Texas Serenade empieza con un nuevo riff filoso, pero los arreglos vaquerizados no tardan en aparecer para empapar de personalidad a la canción. La melodía vocal puede no ser tan atrapante esta vez, pero la convicción con la que está cantada lo compensa por mucho, y el estribillo es fantástico. Se siente como un eclipse, si entienden a lo que me refiero. Tampoco puedo dejar pasar el torbellino vocal de la coda. El tema no tiene mucha variación y encima es el más largo del disco (cuatro minutos con cuarenta segundos, así que tampoco es que sea tan largo), pero logra pasarse en un suspiro y mantenerse siempre interesante. Diría que es mi momento menos favorito de toda la obra, pero tampoco es un gran problema porque quedó claro que no hay un solo punto flojo acá. Quedó claro, ¿no? Y seguimos con el tema más bizarro de todos: Watermelon Man, cuyo nombre siempre me hace pensar en el Melon Lord de la serie del Avatar Aang. Para quienes no lo sepan, este es un apodo que le pusieron los fans al personaje Toph Beifong por su gusto por las sandías. Encima Toph siempre viste de verde, y la tapa de este disco es verde. ¿Coincidencia? No lo creo. Pero bueno, que paso a explicarles por qué me refiero a este tema como bizarro. Lo es porque representa una combinación de ritmos tribales, violines country, feedback constante por parte de la guitarra, una letra repetitiva y un estribillo prácticamente ritual. Debería ser un desastre, pero no solo no lo es, sino que forma un paisaje sonoro absolutamente fascinante y tóxicamente adictivo. Puede ser complicado de digerir al principio, pero tiene algo que hace que con las sucesivas escuchas se te quede enroscado en la cabeza y no tengas forma de sacarlo. Por cierto, este es uno de los temas en los que participa Debbie Harry haciendo segundas voces. En lo que resulta un contraste muy alto en lo musical pero muy bajo en lo espiritual, Bad Indian tiene un riff que directamente saca chispas de lo filoso que suena. Es un milagro que no se cortaran todos los dedos tocándolo. Lo que más llega a distinguirse de la batería es el platilleo, pero no por eso los tambores desaparecen ni dejan de aportar lo suyo. En el medio tenemos una breve pausa comandada por el bajo para volver inmediatamente al galope puro tras el grito de «¡Do your war dance!» y no parar hasta el final. Menos mal que dura dos minutos y medio nada más, porque es adrenalina sin concesiones.

John Hardy ya no suena tanto a punk mezclado con country, sino a country tocado a lo punk. Tiene una cadencia musical y vocal que parecería que la estaban grabando mientras galopaban, y los solos aumentan esa sensación vaquera. De acá también se podría decir que salieron los Meat Puppets. Como sea, es otro tema de colección. A continuación tenemos el otro cover, en este caso de Jody Reynolds: The Fire of Love. Es curioso que no apareciera en el disco al que le da nombre. Algo parecido con lo que pasaba con los temas Houses of the Holy de Led Zeppelin y Waiting for the Sun de los Doors. Ya que menciono a los Doors, las primeras cuatro notas del presente tema me hacen pensar en el inicio de People Are Strange, pero en realidad lo que se viene es un machaque lento y mastodóntico de guitarras, mientras que nuestro querido Jeffrey suena lo más sucio y desesperado posible por encima de la música, especialmente durante el estribillo. Al principio no me gustaba mucho esta canción, hasta que dejé que me pase por encima y ahora la dejo aplastarme cuando él quiera. Se los recomiendo un montón. Sleeping in Blood City es todo lo contrario, ya que es mucho más espídica y a los palos, aunque sigue siendo igual de aplastante. Si tuviera que decir qué me transmite exactamente, diría que me da la sensación que debe sentir un heroinómano después de haberse inyectado a lo loco, y logra transmitirlo incluso mejor que She’s Like Heroin to Me. Este tema podría actuar de excelente reemplazo a dicha droga, al menos durante los tres minutos y medio que dura. Se los dejo de tarea, Narcóticos Anónimos. Y ahora sí, ¿qué mejor forma de cerrar el mejor disco de una banda con la mejor canción de toda su carrera? Billy Idol se inspiró en Mother of Earth para componer su famosa White Wedding (esto fue lo que supuestamente le dijo a Jeffrey tras encontrarse con él en un bar de Los Ángeles), pero no importa cuánto me guste ese tema, la canción de The Gun Club la mastica y escupe bien lejos. Lo más irónico es que de punk no tiene nada, sino que es una balada country. ¿Qué más da? Debe ser el tema country más perfecto que se haya escrito en toda la historia. La melodía de guitarra es perfecta, la voz es perfecta (acá Pierce canta con un tono más grave y centrado en vez de sus agudos desquiciados tan típicos), el ritmo es perfecto, la conjunción de todos los instrumentos es perfecta. ¿Qué más se puede decir? Simplemente es uno de mis temas favoritos de toda la vida. Me enganchó desde la primera vez que la escuché y cada vez que la vuelvo a escuchar me gusta más y más. Uno de los mejores cierres de disco de la historia.

Y si borran las palabras «cierres de» y pasan la palabra «disco» al plural, también aplica. Es una obra maestra absoluta, y quizás mi álbum favorito del género que todo el mundo le atribuye su invención a los Ramones aunque ellos no fueran los verdaderos padres de la movida. No solo es genial como conjunto, sino que cualquiera de sus temas individualmente podría entrar en un compilado de grandes canciones punk y ser de lo más destacado ahí. Aunque no se trata de los mismos tres acordes al palo todo el tiempo, sino que hay un nivel de sofisticación y manejo de los tiempos que muy pocos grupos similares podrían igualar. No es un disco revolucionario ya que la novedad era «Fire of Love», mientras que «Miami» es solo la perfección de la fórmula, pero qué perfección. Qué perfección, carajo. Y lo mejor es que la banda después nos regalaría un par de obras maestras más con «The Las Vegas Story» y «Mother Juno», lo que conformaría la mejor seguidilla de discos que haya grabado una banda punk, pero eso es historia para más adelante. Hasta entonces, disfruten de esta obra, que muy probablemente fuera la favorita de Ricardo Fort y sin dudas es el mejor disco de tapa verde en toda la historia. Perdón, «Artaud».

jueves, 19 de diciembre de 2024

Pescadas - Crisma


Nota: 10+
Mejor tema: Camouflage bordado del primer volumen, Red Blood del segundo y Encrucijada del tercero.
Peor tema: Todos son geniales, pero el menos estelar es Secuencia al volante.

Disco 1: Psicosensorial

1)   Viajando a las entrañas del cebú

2)   Clara I

3)   Secuencia al volante

4)   Opus mecánico

5)   Camouflage bordado

Disco 2: Luminosical

1)      Humano

2)      Clara II

3)      Efecto sin fin singular

4)      Red Blood

Disco 3: Astrosensorial

1)      Encrucijada

2)      Visiones fugitivas

3)      Baby Vap Vela


Este es el disco que despeja todas las dudas sobre el talento que atesora Pescadas. Digo, hay que ser sordo y mala leche para dudar de las habilidades compositivas superiores de este grupo tras haber escuchado el debut, pero este disco logra el milagro de ser todavía mejor. De tomar todas las virtudes que ya habían demostrado que tienen y de potenciarlas exponencialmente. ¿Creían que el grupo ya lo había dicho todo? Acá Vanesa y compañía les escupen en la cara que todavía no dieron todo de sí mismos. Pero estoy volviéndome muy fanático ciego sin dar contexto de la gestación de esta obra magna. Al igual que con el primer álbum, la propia Van Shake me contó la historia de estas grabaciones, y ahora la comparto con ustedes.

Podría empezar contándoles que la banda era mucho de actuar sus canciones. Por ejemplo, había una sobre un apocalipsis y que la gente se había rebajado a comer tierra, lo cual se interpretaba en el escenario (pero no comían tierra real, era todo actuado. No sean yo, que me tomo todo literal). También podría contarles que otra de las hermanas de Irene bailaba y le habían hecho un traje de mariposa con alas que movían con palos e hilos. Incluso podría decirles cómo el grupo llegaba antes a los lugares en los que tocaba para armar la escenografía de la forma más artesanal posible. Pero todo eso no tiene nada que ver con la creación de este álbum, así que centrémonos en lo que realmente importa.

Después de la grabación del debut empezaron los cambios importantes en el sonido y la idiosincrasia de la banda. Durante la presentación de su disco en el año 2006, Vanesa finalmente consiguió el órgano Farfisa, que le otorgaba al grupo el sonido que ella realmente buscaba. Además de eso, Irene se bajó tras varias idas y vueltas y tuvieron que buscar nuevo baterista. Fue una búsqueda difícil, hasta el punto en el que llegaron a tener cinco bateristas al mismo tiempo. Fue un cambio duro, ya que se consideraban una familia más que solo una banda, y no debe haber sido fácil reemplazar a quien simultáneamente era un miembro de la familia y una fuera de serie en su instrumento (me disculpo por no haber hecho suficiente énfasis durante mi otra reseña en el tremendo dinamismo de Irene con las baquetas). Por un tiempo, el baterista principal fue Gabriel «Mosca» Leiva e incluso llegaron a grabar parte del disco con él, hasta que este también empezó a dar vueltas y a faltar a los ensayos. Fue ahí que Vanesa le mandó un mail con lo que básicamente podría definirse como un ultimátum, ya que todas las opciones que le daba terminaban con él dejando el grupo. Al no recibir respuesta, lo tomó como una salida definitiva, y entonces se les ocurrió otra idea: al tener a varios bateristas al mismo tiempo, decidieron que cada uno ensayaría ciertos temas y después tocarían en vivo con todos ellos, cada uno tocando las canciones que ensayaron. Estos bateristas eran Mario Agustín González, Tomás Nos, Manuel San Agustín y Laura Velocitud. Además de ellos, hubo una gran cantidad de músicos invitados tocando otros instrumentos como el corno, la flauta o el cello. Fue de esta manera que tocaban en vivo, e incluso contaron con la ayuda de una sonidista y actualmente amiga de Jiménez para poder ir a tocar a Europa, gira también posible gracias a su en ese entonces productor Ernesto Romeo. El problema era que para la gira solo podían contar con un único baterista, de los cuales solo quedaron como opción Lau Velocitud y Manu, siendo este último el elegido debido a que Velocitud estaba ocupada.

En cuanto a la grabación del disco en sí, el formato de disco triple surgió como idea del productor (conocido como el Ruso, y que murió hace un tiempo por razones que desconozco), ya que tenían varias canciones muy largas. El Ruso, según contó Vanesa en mi charla con ella, era un tipo que tenía su propia radio y estaba muy acomodado económicamente. Él estaba interesadísimo en producir a Pescadas, pero les puso como condición que el disco fuera triple. Si bien la banda ya tenía decidido el orden de las canciones, les pareció una gran idea. Quedaron encantados tanto con el concepto como con la edición física en general, pero tuvieron problemas con el pegamento que usaron para pegar las bases en las que se ponen los discos y a la mayoría de las copias (por no decir a todas) se les sale ese plástico (y yo que pensé que había tenido la mala suerte de comprar la única copia defectuosa en existencia. Ahora estoy más tranquilo. Mal de muchos, consuelo de mediocres). Volviendo al disco en sí, salió en 2014 y el Ruso no solo cubrió los gastos de la grabación, sino que además les financió la gira y el merchandising (remeras, stickers, todo eso. Ahora quiero una remera de Pescadas). Lo más interesante de todo es que la banda concibió al álbum como uno a la vieja usanza. Es decir, que conservara esa «magia» de antaño de ver el librito, el arte conceptual y de que el disco se terminara, quedando solo el silencio y la necesidad de sacarlo del reproductor, y no que siga sonando música recomendada por un algoritmo después. Es por esto que decidieron que también tuviera versión física, aunque solo está en CD y no hay versiones en vinilo, cosa que a Vanesa le hubiera encantado. Otra cosa curiosa que me contó es que la portada fue producto de la colaboración entre un diseñador gráfico y los miembros el grupo, ya que estos presentaron un boceto de lo que querían y el artista llevó el concepto a su mejor forma, además de que los diferentes objetos y elementos que se ven son representaciones visuales de las canciones del disco. Por ejemplo, la chica mirándose al espejo representaría a los temas Clara I y II, las bocas superpuestas serían Red Blood, el bebé saliendo como de una semilla sería Baby Vap Vela y así sucesivamente. Y el inodoro sería una nave para viajar entre dimensiones. Después de eso la charla se desvió (para bien, por supuesto) y no hubo más información relevante sobre el grupo salvo por el hecho de que Vanesa y Luciano se separaron (eran pareja), y eso hizo que el grupo dejara de existir en 2016. Si bien los dos están en buenos términos, no hay planes de unir a la banda de nuevo. Una pena, pero lo bueno dura poco. Ahora sí, vamos a lo nuestro.

Tengo tanto para decir sobre esta joya que no sé por dónde empezar. Esta suele ser la frase comodín que usa la gente para no desarrollar una idea, pero yo no soy como todos los demás (Como la canción de los Kinks: I’m not Like Everybody Else), así que voy a empezar a desarrollar. Vamos por algo simple: la portada y el arte conceptual. No exagero al decir que esta es una de las mejores ediciones físicas que haya visto en un disco. Dejando de lado el defectito de que no estén bien pegadas las bases plásticas para poner los discos, todo lo demás es impecable. El formato de caja de cartón está muy bien hecho (no es ese cartón berreta que se desgasta tan rápidamente), la portada es súper original y colorida (ahí arriba la pueden ver), las fotos vintage que aparecen en la caja son un lujo y hasta el librito tiene dibujos tremendos para deleitar la vista. El único detalle que no me gusta tanto es que las letras de las canciones no están incluidas, y es una lástima, ya que me encantaría saber qué es lo que cantan sin tener que adivinar. Esa es la única queja que tengo del disco, así que imagínense lo que es la música. Aunque el debut también era una maravilla de colección de canciones, estas por momentos eran demasiado cortas y no tenían tantos giros inesperados, por lo que alguno podría quedarse con ganas de más. Acá eso queda corregido. Cada canción tiene ideas musicales suficientes para componer un disco entero, además de que la inclusión de instrumentos más diversos le da matices en los matices. Ni siquiera puedo quejarme de la producción, que hace que todo se escuche nítidamente y que las canciones sean dinámicas. Tampoco se puede dejar pasar la diversidad de estilos que abordan. Mientras que el primer disco era poco más que rock psicodélico con toques de punk y surf, acá hay eso y más. Progresivo, heavy metal, jazz, pop, rock teatral, math rock… es un esfuerzo apabullante, y me deja FASCINADO cada vez que lo escucho. Los fans de Syd Barrett, Frank Zappa y Gong TIENEN que escuchar esto. Tampoco exagero si les digo que absolutamente cualquier canción de este álbum hubiera sido la mejor del debut. Lo juro. Así de bueno es. Pero en fin. Pasemos a las canciones, que quiero hablar de ellas.

Empezamos con el volumen «Psicosensorial», que abre con el tema Viajando a las entrañas del cebú, el cual tuvo un video y todo. En serio, mírenlo, que es una total locura. Y la canción no se queda atrás en cuanto a bizarrez. Musicalmente vendría a ser una especie de garage pop rock psicodélico que se caracteriza por unos riffs de guitarra cargados de efectos astrales, una batería que llena todos los surcos, unos solos de teclado bien flasheros pero cargados de musicalidad y una estupenda pista vocal donde Vanesa suena igualita (pero igualita) a Robert Plant. Si me hubiera dicho que lo invitaron a él a cantar, me lo creía sin problemas. Tremenda oportunidad de boludearme que se perdió. Este tema tiene de todo y te deja en éxtasis nada más arrancar. Clara I no solo no se queda atrás, sino que hasta podría ser mejor. Empieza con un solo de teclado tremendamente soleado y esperanzador para después pasar a una parte cantada cuya cadencia e inflexiones me recuerdan mucho al estilo de cantantes como Nina Simone o Aretha Franklin, y aun así el tema mantiene el estilo experimental y volado con grandes melodías por todas partes, sobre todo en la recta final. Secuencia al volante es menos melódica y aun así está llena de encantos. Su arranque tenso y espídico lleva a una sección de ruidos de teclado que realmente hacen pensar que algo maligno se viene. Después se escucha una percusión, un grito de una chica y la canción en sí, en la que la letra está recitada más que cantada y hay un solo disonante de teclado tipo jazz y la batería a tope. Este tema tiene un componente mucho más teatral en su desarrollo e interpretación. Como dije antes, no tiene tantas melodías atractivas, pero el ambiente que logra es impecable y siempre hay algo ocurriendo, así que la marco como un temazo aunque sea el temazo menos temazo de este discazo. Opus mecánico suena como un tema del primer disco, lo cual tiene sentido ya que leí (entre la poca info que pude encontrar fuera de hablar con Van Shake) que es un tema antiguo y que recién grabaron acá. Eso no significa que no sea excelente de todas formas. Es lo más corto de toda la obra (solo dos minutos), pero aun así ofrece deleites musicales y un ambiente estrafalario que lo hace parecer la banda de sonido de un episodio de «Los autos locos». Sí, definitivamente me imagino a Penélope Glamour, Mafio y sus pandilleros, Brutus y Listus y toda esa galería de personajes corriendo al ritmo de esta canción mientras Pierre Nodoyuna y Patán intentan sabotearlos para ganar la carrera, aunque nunca lo vayan a lograr. Para cerrar este volumen tenemos Camouflage bordado, que de paso es el mejor tema de la primera parte. Arranca con un arpegio oscuro que se va fundiendo con los teclados, los cuales toman la batuta para tocar lo que parece una canción de cuna completamente malvada. De hecho, me imagino a Luciano (que supongo que es quien canta el tema) arrullando a su hijo con esa melodía desoladora: «Corre, corre hacia el sol/disfrutas cuando su miel cae sobre tu cuerpo y sigue alumbrándote». Dios, los traumas que desarrollaría un pibe si le cantan esto. El teclado va desarrollándose en un solo a lo Ray Manzarek, se escuchan pájaros de fondo, pasados los cinco minutos la guitarra grita, cambia la melodía vocal a algo que parece que nos quisieran adoctrinar con las letras y así van pasando cosas y cosas hasta que el tema da la vuelta al mundo y termina con el arpegio del inicio. A pesar de los casi ocho minutos que dura, en ningún momento se pierde el interés. Tremendo cierre a esta primera parte.

Después viene «Luminosical», que arranca con el riff casi metalero y cargado de fuzz de Humano. Se nota en el estilo de la guitarra que intenta parecerse a algo que haría Tony Iommi, e incluso la parte cantada siento que le quedaría como anillo al dedo a Ozzy Osbourne. En definitiva, todo el tema grita «¡Black Sabbath!» a los cuatro vientos, pero el Sabbath más progresivo de «Sabbath Bloody Sabbath» y «Sabotage» gracias a su sofisticación acentuada por el uso de flautas y clavicordios. Clara II sería una reescritura de su primera parte. Mejor dicho, una reelaboración, ya que la estructura es parecida pero las melodías son diferentes. Su introducción de teclado esta vez es más corta y relajante, la parte cantada es todavía más jazzística que antes, la batería es más dinámica y de a poco se van levantando riffs pesados y paredes de órgano (musicales, digo. No humanos) que parecen sucumbir a la locura de manera progresiva y metódica, especialmente con esos coros reverberados. A pesar de ser una continuación de otro tema, tranquilamente podría pasar por una canción independiente si le cambiaran el nombre. ¿Ven lo que les digo? No hay dos temas iguales acá, ni siquiera cuando pretenden serlo. Efecto sin fin singular, si no me equivoco, había sido mencionada en la letra de Humano. No estoy seguro, ya que no tengo las letras para comprobarlo o desmentirlo, pero juraría que en una parte de aquella mencionan este título. Eso acentuaría la conceptualidad de la obra. Algo así como cuando Damo Suzuki cantaba «Mushroom/Oh yeah/Paperhouse» en Halleluwah con Can. Pero bueno, volvamos al presente. Arranca con ese riff tormentoso que se ve interrumpido por la batería, el teclado marchoso y los tarareos del grupo. Debería decir que esos tarareos están fuera de lugar, pero no creo que realmente sea así. Son divertidos y pegadizos y no siento que arruinen el mood oscuro de la canción, además de que desaparecen después de un rato solo para ser reemplazados por esos diálogos entre la guitarra y el teclado que tienen la perfecta forma de nubes de tormenta. Tremendo panorama. Para cerrar con broche de oro esta segunda sección viene Red Blood, que por algún motivo me recuerda al estilo de Captain Beyond, aunque no sé por qué. Quizás sea por sus toques de blues y progresivo, quizás sea por sus constantes cambios de ritmo. Empieza con un tono medio blusero en la forma de cantar, la batería hace un solo que uno asociaría con el cierre de una canción y no con su apertura y después entra el riff de teclados a toda velocidad. Esta sección también me la imagino como soundtrack de una carrera de autos. Pasado el minuto y medio viene otro segundo símil final, esta vez por parte de la guitarra, el cual se extiende y se extiende hasta que es reemplazado por los sintetizadores y el órgano y de ahí entra una sección más oriental y mantraica. Después de eso viene un tarareo que va pasando de lo melódico a lo desquiciado, hasta que en la coda (ahora sí es la coda) Vanesa directamente suplica a los gritos al cantar, en un efecto que siempre me da escalofríos. Los últimos segundos los protagoniza una línea de guitarra que directamente parece venida de una dimensión diferente a la del resto del tema y que desde ya la cuento entre los mejores finales que haya tenido un tema. Pasan tantas cosas en esta canción que no me creo que solo sean cinco minutos, cuando hay grupos que con una sola de todas estas partes te arman un disco entero de una hora. Es milagroso.

Ahora viene la tercera y última parte de este triple: «Astrosensorial». En mi humilde opinión, este es el mejor de los tres volúmenes. La principal razón es el brutalísimo tema abridor, llamado Encrucijada. El mejor tema de este volumen, el mejor del disco entero, el mejor de Pescadas y uno de los mejores temas del siglo XXI y de toda la historia de la humanidad. Esta canción es como una ola gigante de antimateria saliendo de los parlantes y borrando de la existencia todo lo que toca. Algo así como un equivalente a «Crisis en tierras infinitas» de DC Comics, con Pescadas siendo una especie de Antimonitor musical. Desde el inicio a pura psicodelia oscura, el posterior solo casi de iglesia, el bajo robótico y todo lo que sigue, este tema es un monstruo. Una entidad viva que te mastica y te traga. No es que uno digiere este tema, sino que es este tema el que lo digiere a uno. Si tuviera que destacar un momento, sería ese tremendo riff surf-psicodélico que viene después de los nueve minutos, que es punto culmine de esta montaña rusa. Después el tema se va apagando de a poco, como si esa criatura ya estuviera vieja y cansada y solo le quedara dormir para morir plácidamente. Escribí mucho y dije poco, porque realmente no hay palabras para describir a esta cosa. Hay que sentarse a escucharla. Y guarda que lo que sigue no desmerece en absoluto. Las percusiones y xilofones con los que empieza Visiones fugitivas pueden interpretarse como el mundo renaciendo después de que todo lo anterior haya sido borrado. Un nuevo inicio que da miedo y que no es fácil de asimilar, pero que vale la pena. Esa parte recitada por Vanesa me hace imaginarme a una mujer perdida en medio del vacío y acostumbrándose al mundo nuevo, con sonidos espeluznantes por todos lados. De a poco se va volviendo más musical, pero sigue siendo aterradora. La mayoría de los grupos de metal en cualquiera de sus variantes intentan transmitir esta oscuridad mediante ruido extremo y berridos psicópatas y no lo hacen ni un cuarto de bien que acá. Por último, ya como cierre cerrador último ultimísimo que le pone cierre a esta obra que cierra está Baby Vap Vela. El inicio es un poco más movido y lo más cercano a optimista que tiene este tercer CD, aunque inmediatamente vuelve la noche sin estrellas con los tarareos, el corno elefante, el violín, las guitarras acústicas y todo tipo de instrumentos. La atmósfera es mucho más selvática esta vez, pero sigue generado desprotección. Lo último que escuchamos son esos coros sobrecogedores que repiten el título del tema y todo se va desvaneciendo en el aire hasta que ya no queda nada. Im-pre-sio-nan-te.

Bueno, supongo que no fui muy efusivo con respecto a mi amor por este disco. Es por eso que voy a dejarlo completamente claro en esta conclusión: este disco es una obra maestra, el mejor disco que escuché del siglo XXI y quizás uno de los diez o quince mejores que escuché en mi vida. Este tipo de cosas las digo siempre, así que dudo que sigan teniendo algún efecto en quienes me leen, por lo que voy a ser más específico. Este es el mejor disco que descubrí en 2024 y el mejor que escuché del siglo XXI HASTA AHORA. Es decir, que con el tiempo puedo llegar a encontrar otro que me guste más. Está difícil, pero no es imposible. Resumiendo, este disco tiene todo. Buen formato físico, buen arte conceptual, buena música, varios grandes músicos en su tope técnico, mucha diversidad, buena producción y es muy experimental. No lo llamaría «revolucionario», pero sí que es un mundo aparte y distinto a cualquier cosa, que tiene retazos del pasado pero que también suena actual (la actualidad de cualquier época). Una lástima que el grupo se separara y que no vaya a juntarse más (aparentemente), pero es que es difícil continuar una obra cumbre como esta. Probablemente hubieran hecho otro discazo, pero no creo que llegara al nivel de sus dos producciones. Sin embargo, como soñar es gratis y no tengo forma ni de confirmarlo ni de desmentirlo, prefiero imaginar que su tercer disco hubiera sido el mejor de la historia o uno de los cinco mejores al menos. Para cerrar esta reseña y no ser tibio, les digo lo siguiente: la mejor banda de los últimos treinta años es argentina y se llama Pescadas. ¿Qué tul, Jethro?

lunes, 9 de septiembre de 2024

Pescadas - Pescadas


Nota: 10+
Mejor tema: Imposible.
Peor tema: Si ya elegir un mejor tema es imposible, imagínense lo que será elegir el peor.

1)      Canto de advertencia I
2)      Canto de advertencia II
3)      La tempestad
4)      Ensueño
5)      Sirenas
6)      El soldado
7)      El sol
8)      Índu
9)      Let’s Be
10)    Expedición al espacio
11)    Pájaros
12)    Canoa india
13)    El aviador
14)    Demencia capilar
15)    Rapsodia dislocada


Todos tenemos nuestras opiniones polémicas musicalmente hablando. Hay quienes dicen que los Beach Boys son más grandes que los Beatles, otros dicen que Charly García era un mero importador de ideas ajenas, otros dicen que Callejeros y La Beriso son distinguibles… así podría seguir. Hoy voy a traerles una opinión, más que polémica, demencial. Digna de que me encierren en el penal de Ezeiza (ni siquiera en el Borda), rompan la llave y escondan con custodia las diferentes partes en los lugares más recónditos del mundo. Dicha opinión es que Pescadas, un grupo surgido en el siglo XXI que solo llegó a grabar dos discos y del que no hay casi nada de información en internet, es una de las tres o cuatro mejores bandas de todo el rock argentino y que su fundadora debería estar contemplada entre los genios de nuestra música. No, gente, esto no es bait. Estoy siendo absoputísimamente sincero. Solo tengo elogios para este grupo, y voy a desarrollar esto a continuación.

Como dije antes, no encontré mucha información de la banda en internet, hasta el punto en el que tuve que ir a su canal de Youtube, abrir el video del debut y sacarle captura a la portada del mismo para tener una imagen aceptable que presentar. Y para tener información sobre esta grupa, me comuniqué con la fundadora: Vanesa «Van Shake» Jiménez. Ella me contó algo de la historia de este conjunto. Además de ella, en este disco tocan Luciano «Jinete descabezado» Villalonga en la guitarra, las voces y los efectos e Irene «Condesa Arin» Villalonga (hermana de Luciano) en la batería. Sí, gente. Este trío con apodos que bien podrían ser de personajes de Marvel o DC Comics hicieron el mejor rock que escuché en mucho tiempo. En cuanto a la historia, la banda surge de la unión de dos personas: la mencionada Vanesa y una tal Claudia cuyo apellido no pregunté por olvidadizo. Allá en los 90, Vanesa había ido a un festival de punk y había conocido a una banda llamada Expulsados (de la cual no se declara fan pero sí que le había ayudado a encontrar un grupo de pertenencia relacionado con el rock) además de a la tal Claudia, quien le contó que estaban formando una banda que ya tenía una cantante (ella misma) y una baterista llamada Irene Villalonga. Se pasaron los teléfonos y quedaron en contacto. Este fue el germen de Pescadas, que en ese entonces se llamaba Feromonas y hacían rock psicodélico (una mezcla entre Pink Floyd y Deep Purple según me contó).

A Jiménez la invitaron a tocar en Ezeiza, que es donde vivía Irene. En esa casa tenía un órgano Farfisa modelo hogareño (tipo mueble), lo que representó su primer contacto con un instrumento más antiguo. Probaron también con agregar guitarras, para lo que se sumó el hermano de Irene. Fueron un cuarteto por un tiempo hasta que Claudia se bajó y quedó reducido a trío, además de ya no tener nombre la agrupación. Tiempo después fueron invitados a un recital de una banda llamada Los zorros petardos salvajes, que hacían un estilo surf rock. El trío aceptó porque no tenían más que un pequeño nicho en el que encasillarse, y la fecha fue en Caseros, más específicamente en un centro cultural. Ahí se presentaron finalmente como Pescadas, y eligieron ese nombre por una marca de inodoros. Esa presentación podría considerarse su bautismo, y de a poco fueron ampliando más y más su propuesta escénica mediante la inclusión de bailarines e incluso con los miembros del grupo disfrazándose de pescados en sus conciertos. Todo fue escalando y escalando hasta que tuvieron la oportunidad de grabar su disco, el cual trabajaron durante 2004 pero que se retrasó por la tragedia de Cromañón y finalmente fue lanzado en 2006. Como dato adicional, el disco tardó 29 horas en total en ser terminado. Algo así como cuando los Beatles grabaron su debut en doce horas. Ahora sí, vamos a hablar de este trabajo.

Bueno. Que el disco es una obra maestra es algo que quedó muy claro. Tan claro como los sentimientos del grupo Árbol hacia Osvaldo, personaje de la canción Prejuicios. La pregunta del millón es, ¿por qué considerarlo una obra maestra? Y la respuesta es tan simple como la filosofía de Paulo Coelho: las canciones son individualmente estupendas y conforman un todo aún mejor. Un amigo definió a este disco como «Crucis si fuera punk», y muy alejado de la realidad no está. Bah, siendo sinceros, estas quince canciones son cortas y lineales hasta el punto en el que no se las puede encasillar en el rock progresivo ya que no hay grandes cambios de ritmo ni ningún sentimiento épico, pero yo no soy de esas personas que le dan importancia a qué tan progresivo es un disco por sobre qué tan bueno es. Acá hay apenas una o dos ideas musicales por tema, ¿pero desde cuando eso es algo malo? Digo, todos amamos a AC/DC y a los Ramones y ellos basaron toda su carrera en una o dos ideas. Al menos Pescadas prueba cosas diferentes en cada canción y nunca se sienten repetitivos. Eso solo los genios lo logran, y Vanesa Van Shake y compañía definitivamente lo son. Vamos a las canciones.

El álbum empieza con el golpe doble de Canto de advertencia, que tiene dos partes. La primera (una de las dos canciones compuestas solo por Vanesa) tiene pocos decibeles, pero respira tensión gracias a esos arreglitos de piano que parecen polvo de estrellas y esas disonancias controladas que parecen la alarma de un laboratorio del cual se escapó un monstruo. Ese monstruo bien podría ser la segunda parte, que está construida sobre un riff metalero al estilo de King Crimson y un solo arabesco de guitarra que saca chispas por la fricción. Mientras tanto, el ritmo machaca y los trallazos de guitarra viajan de un parlante a otro. El efecto es demoledor. La tempestad tiene un ritmo de bajo bien peliculero sobre el cual Vanesa toca más melodías dignas de las mil y una noches, y el Jinete Descabezado nos descabeza con sus solos astrales. El tema termina con ese ruido que hacen las máquinas de los hospitales que miden el ritmo cardíaco de los pacientes, lo cual conecta con la siguiente canción: Ensueño. Ya el nombre lo dice todo. Es el primer tema cantado, y tanto la letra como la melodía y los juegos de voces nos hacen entrar un estado onírico. Se podría decir que hay más relación entre este tema y Canto de advertencia II que entre este último y su primera parte, aunque a su relación hay que vivirla y no explicarla. Pero volviendo al presente, se pone más pesado hasta que todo termina siendo una pesadilla viviente en el último minuto. Aunque bueno, ellos nos advirtieron que eso pasaría cuando cantaron «Algo está por llegar/oscuridad y tinieblas/¡Váyase!». El que avisa no traiciona. El primer tercio del disco termina con Sirenas, que no suena precisamente a sirenas cantando pero es igual de hipnótica. Tiene un riff más surfero y unas atonalidades de teclado inesperadamente adictivas. Estamos bien y vamos para mejor.

El soldado tiene un sonido de teclados muy a lo The Doors (por momentos me recuerda muy convenientemente a The Unknown Soldier de estos) y empieza melódica para después volverse abrasiva, pero siempre con naturalidad y sin forzar la marcha. Le sigue El sol, que es la única canción compuesta en exclusivo por Luciano. Arranca sonando a una mezcla entre sitar y el jangle de grupos como los Byrds o Big Star, pero después viene la voz a cantar una gran melodía con un marcado acento argentino, lo que construye un auténtico mantra argentino. Sí, gente, mucho se habla de mantras hindúes, así que eso implica la existencia de mantras de otras nacionalidades y religiones. Mantra argentino está bien. Índu no engaña a nadie y ahora sí que suena a uno de los de toda la vida. Al principio parece un garabato de sitares, pero después entran el bajo y la batería y toma forma con más excelentes melodías que nos van a sumergir en un trance profundo. Al toque viene Let’s Be, el otro tema escrito por Vanesa en solitario y que arranca muy eclesiástica para después convertirse en un símil White Rabbit (el tema de Jefferson Airplane), pero siempre con la impronta de Pescadas gracias a su solo de teclado que parece sacado de un videojuego viejo de terror. Y debemos entender como «videojuego viejo» a los de los 80 y 90, no a cosas como la PS2, PS3 o la Xbox 360 (que ahora son retro, le pese a quien le pese). El inicio de Expedición al espacio me recuerda un poco a ciertas partes de European Son de la Velvet Underground, pero por suerte esto es música y no ruido. Después se va desarrollando hasta que pasado primer minuto se termina pareciendo a algo que haría Dick Dale si hubiera sucumbido a la psicodelia en su momento. Genial.

Pájaros tiene ese inicio rítmico que por algún motivo me hace pensar en Fantasía 2000 de Disney, más específicamente en la escena de las escobas que limpian. Después de eso va teniendo varios cambios, pasando por arpegios psicodélicos, crescendos cuasi sinfónicos y hasta una sección más tranquila donde escuchamos coros y el canto de los pájaros, como para que no se nos olvide el título del tema. Cerramos con un riffeo musculado de surf rock, lo que termina de redondear el carácter de «minisuite» de esta pieza. Le sigue Canoa india, que está llena de xilofones, cornos y disonancias, pero logra un efecto muy placentero y bien trabajado. Muy bueno. El aviador también empieza desordenada, pero de a poco va tomando color y organizándose al estilo de «La comunidad organizada». Bah, no leí ese libro ni nada de Perón, pero escuché lo suficiente de sus discursos y estudié lo suficiente como para saber para donde va. Como sea, es un temón y me encanta su teclado carnavalesco. Después viene Demencia capilar, que no suena muy capilar pero definitivamente es una demencia. Es un poco parecida a Canoa india pero incluso mejor, sobre todo porque acá la banda desata su locura como no lo hacía en aquella, y los remates suenan al mundo llegando a su fin. Para cerrar tenemos Rapsodia dislocada, que por momentos es hasta mi favorita del disco. Su riff de guitarra alimentado a teclados es impresionante, e incluso la sección cantada a lo Captain Beefheart termina siendo imponente y flashera. Escuchen también los solos de guitarra. ¿Se les ocurre otra forma de cerrar un disco así? A mí no, y prefiero no hacerlo. Mi imaginación podría no estar a la altura de la realidad.

Y bueno, gente. Acá tienen un clásico de clásicos del siglo XXI del tercer milenio. Los que dicen que después de los 90 no hubo nada bueno en materia musical es porque son unos nostálgicos insufribles o porque no investigaron bien. Aunque no los culpo si es el segundo caso, ya que Pescadas es un grupo demasiado under, y no lo digo en el sentido de hacerme el sabelotodo, sino más bien en un sentido objetivo, porque la única verdad es la realidad (y dale con Juan Domingo). Desgraciadamente esta banda solo sacaría un disco más antes de separarse, pero nada se le puede hacer. Es más, ese disco es incluso mejor que este, por imposible que parezca eso. Definitivamente, Pescadas es mi más grande descubrimiento del año junto con Músicos Independientes Asociados y con el hecho de que las actrices Anna Gunn y Ana de Armas tienen el mismo nombre en diferentes idiomas. No se los pierdan.