martes, 11 de agosto de 2020

Guns and Roses - Appetite for Destruction


Nota: 8+
Mejor tema: Welcome to the Jungle
Peor tema: My Michelle

        1) Welcome to the Jungle
        2) It's so Easy
        3) Nighttrain
        4) Out ta Get Me
        5) Mr. Brownstone
        6) Paradise City
        7) My Michelle
        8) Think About You
        9) Sweet Child o' Mine
        10) You're Crazy
        11) Anything Goes
        12) Rocket Queen

Bien, bien, bien (Mi Michelle), ¿qué tenemos acá? A ni más ni menos que a Guns and Roses. Uno de los grupos más amados y odiados de toda la historia del rock. Para ambos sentimientos hay buenos motivos. Es fácil amarlos por haber sido uno de los grupos que revivió el hard rock clásico de los 70 en pleno finales de los 80 y por haber entregado grandes clásicos para la historia. También es fácil odiarlos por la sobreexposición radial de muchos de sus temas y por toda la prensa que reciben cuando en realidad no son para tanto. Yo voy a hacer la gran George Starostin y sentarme en el medio de la valla. Veamos qué tal sale.

Con respecto al odio que generan, es entendible. Sus canciones suelen ser pasadas en radios y bares como si fueran la última maravilla, como si no existieran otros grupos mejores, cuando en realidad no lo son. No son ni el mejor grupo estadounidense (No nombres a The Byrds. No nombres a The Byrds…), ni tampoco el mejor grupo estadounidense de fines de los 80. Sin embargo, hay que aceptar que hay un buen motivo por el que esas canciones están sobre radiadas: son muy buenas. Además, aunque ahora lo damos por sentado, lo suyo fue una movida arriesgada: en esa época nadie quería saber nada con el hard rock de antaño, y ahí aparecieron los Guns, con dicho sonido actualizado para lo que la época pedía (los toques glam y punk se hacen notar). Pudieron haber fracasado, y sin embargo no lo hicieron. Eso es ni más ni menos que la definición de amor por la música. En su contexto, los tipos no eran casi para nada comerciales. Al final, la calidad se impuso. La calidad. Ese es otro de los puntos positivos del grupo. Tienen grandes canciones, de esas que se reconocen al instante. Llenas de ganchos, de riffs, de la magnífica técnica de Slash y de la voz de Axl. Sobre esto último también quiero hablar. Es cierto que los agudos de este infame personaje pueden hartar, pero la verdad es que tiene personalidad y estilo, y eso suma sus puntos. Siendo honesto, siento que una voz grave no hubiera pegado con la ilusión de ruido y caos que el grupo pretende transmitir, con su estilo. Está bien que la voz sea aguda.

Por el otro lado, también es comprensible el amor que generan. Como ya expliqué, sus canciones llegan al cuerpo, son pegadizas y te obligan a tararearlas. Pero claro, miles de canciones hacen eso. No importa qué tan buenas sean las canciones de Axl y compañía, nunca van a componer lo que yo entiendo como “una obra maestra”. Eso es algo que está al alcance de pocos grupos. No es un argumento injustificado la sobreexposición de su música si es que no está a la altura. En lo personal, no me gustan mucho los Beatles, pero reconozco que son, quizás, la mejor banda de la historia. Ese sí es un grupo capaz de crear absolutas obras de arte (que nos gusten o no es otra cosa) capaces de permanecer frescas sin importar la época o la exposición. Guns and Roses están lejos de ese nivel, así que imagínense el mal que les hace la radio pasando siempre sus temas.

¿Con cuál de estas dos posturas me quedo? Bien. Aún con mis matices, prefiero quedarme lo que hacen y apreciarlo. Después de todo, y como dije antes, la calidad se impone. Guns and Roses es una buena banda con una moderada dosis de talento. No da para descartarlos. La voz, la base rítmica y el tremendo trabajo en las seis cuerdas que hace Slash definen un pequeño paraíso del rock and roll. Quizás no el Edén o el Nirvana, pero sí que se ganaron un nicho en el cielo de los rockeros.

Entrando a hablar de las canciones, prefiero comenzar con los clásicos. ¿Y qué es más clásico que Welcome to the Jungle? Esa guitarra con eco y delay es la versión rockera de un ritmo tribal, que encaja con el título. Esa intro se transforma en un excelente riff al segundo treinta, seguido de una pegajosísima melodía vocal, llena de ganchos. La canción atraviesa varios cambios de ritmo, como ese HERMOSO “And when you're high you never ever wanna come down/So down, so down, so down”, o ese “you know where you are?”, con una música que añade otra referencia selvática a la canción más allá de la letra. Un clasicazo, no importa lo quemada que esté. Nightrain tiene un tono de guitarra que me recuerda al Black Sabbath de Dio, pero no es su único atractivo, sino que el riff también es genial (menos decadente y más luminoso) y la melodía va a juego. Me encanta. Mr. Brownstone tiene un juego de percusiones y un riff más “juguetón”, además de que el fraseo de Axl (esta vez cantando en tonos más graves) es adictivo como pocas cosas, especialmente en el trabalengüístico estribillo. Clásico también. Paradise City tiene una intro levemente Byrdiana, casi de balada, para darle paso a la grandiosa melodía vocal. Hasta acá parece que va a ser tranquilo el tema, pero después se pone bien pesadito como nos gusta. Slash se despacha con varios riffs rockeros de primer nivel, que suenan frescos sin importar cuantas veces se repitan (compárenlo con el dinosaurismo de Led Zeppelin en su última etapa. Y eso que prefiero a Zep antes que a los Guns), y el puente “So far away” es otro ejemplo no de genio, pero sí de talento y buen gusto compositivo. El final es algo caótico, pero sigue agradando. Para el recuerdo (no voy a repetir la palabra “clásico”). Admito que tengo conflictos con Sweet Child o’ Mine. Es decir, la escucho en bares o en la radio y me parece una genialidad, pero la escucho en mi casa y me resulta algo ordinaria. Es una situación comprensible, puesto que ese riff circular, su antémico estribillo y sus solos grandilocuentes están más hechos para los grandes estadios y reuniones de gente que para la soledad de la casa. Después de un largo rato de discutir conmigo mismo, prefiero quedarme con que es una genialidad. No voy a ser tan necio para negarle esa cualidad.

Después de eso no hay nada demasiado destacable, pero se defiende. Mi favorita del resto es It’s So Easy. No sé si soy yo, pero este tema tiene algo que me recuerda al metal. Quizás por la velocidad endiablada (sí, sé que no todo el heavy es rápido, pero igual), quizás por lo saturado. No sé. Igualmente logra funcionar y ser algo memorable. Ah, y Axl vuelve a cantar en tonos más graves. Hurra. De Out ta Get Me me encanta el riff a lo AC/DC y su pegadizo estribillo (que me resulta sospechosamente similar al de Troubleshooter de Judas Priest, incluso en las palabras utilizadas), pero en general se me hace un poco larga y como que me molesta levemente cuando Axl se pone a gritar sobre el final. No deja de ser buena, de todas maneras. El resto ya no me gusta tanto. You’re Crazy y Anything Goes tienen buenos estribillos, pero nada más. Son veloces y agresivas por la velocidad y agresividad misma, y el uso del wah wah en esta última es particularmente amateur. Think About You es más cercana al punk, y nos demuestra que hay un buen motivo por el que las canciones punk suelen durar un minuto y medio o dos en lugar de casi cuatro. Por si no se dieron cuenta, eso no es un cumplido. Y si el meter gemidos en medio de la música me parecía ridículo incluso para Led Zeppelin, imagínense lo que pienso de que los Guns también lo hagan en Rocket Queen. Aunque al menos tiene un gran laburo en el bajo y un riff semi funk que la rescatan y la convierten en una de las “más buenas” (que no mejores) de los “no clásicos”. Por último, nos queda esa cosita intrascendente que es My Michelle. Empieza arpegiada, con el único tono diferente en todo el disco y después se convierte en un rocker genérico con un estribillo que denota menos esfuerzo que el que puso De la Rúa para gobernar (no bien o mal, solo gobernar). Al menos los versos son pasables.

Ahí tenemos nuestro disco. Llamarlo hard rock genérico de los 80 sería un error, ya que no había mucho hard rock en esa década, pero sí que podemos llamarlo “hard rock formuláico”, sin importar la época. Al menos esa repetición de fórmula viene respaldada con un gran trabajo grupal y algunos clásicos ineludibles. Todavía no me decido entre este o Rocks de Aerosmith como el mejor disco de “es solo rock and roll, pero me gusta” de la historia. Por ahí le tendrían que haber sacado tres o cuatro temas, y habría considerado subirle la nota un poco. Sea como sea, y a pesar de no ser un disco infaltable, sí que vale un espacio en cualquier colección. Un mini clásico.

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