jueves, 21 de mayo de 2020

Bersuit Vergarabat - Don Leopardo



Nota: 8+
Mejor tema: Ruego
Peor tema: La mujer perfecta

1)     Espíritu de esta selva
2)     Bolivian Surf
3)     Bolero militar
4)     Yo no fui
5)     Cajón 5 estrellas
6)     Cielo trucho
7)     Abundancia
8)     Ojo por ojojo
9)     La mujer perfecta
10)   Madrugón
11)   Ruego
12)   Querubín
13)   Encapuchados
14)   En trance
15)   Réquiem
16)   Al fondo de la red
17)   Piel de gallina
18)   Mi caramelo

Listo, ahora sí que me fui al pasto. En todo sentido. En primer lugar, ¿Qué hace un tipo de impecable gusto musical como yo (jajaja. ¿Así o más humilde?) analizando un disco de Bersuit Vergarabat y, encima de todo, poniéndole un puntaje alto? En segundo lugar, ¿qué hago analizando una banda cuyo anterior líder dijo algo tan hermoso (nótese el sarcasmo) como “Hay mujeres que necesitan ser violadas”? Con respecto a lo primero, yo estoy dispuesto a darle oportunidades a todo el mundo. Incluso analizaría un disco de La beriso si fuera necesario (espero que nunca lo sea, por el amor de Star Butterfly). Y este disco se me hace bastante bueno (sin ser una obra maestra), así que no tengo problemas con ponerlo en una página que va a tener (o que ya tiene, en caso de que cuando lean esto ya estén subidas) obras del calibre de The Notorious Byrd Brothers o Selling England by the Pound. Con respecto a lo segundo… sí. Se me hace un poco incómodo analizar una música hecha por alguien que dijo algo así, no se crean que no. El tema es que yo no respaldo las actitudes nefastas de quienes crean arte. No estoy diciendo que se pueda separar el arte del artista, ya que el arte es producto del artista (duh). Lo que estoy diciendo es que sí que se puede resignificar el arte, usándolo en contra de sus creadores si es necesario. Si alguien, tras leer esta crítica, decide usar estas canciones en contra del desagradable de Cordera, me voy a dar por hecho. Ojalá que eso ocurra.
Primero tengo que hablar de mi relación con la banda. Muchos se van a garcar de risa con esto que voy a decir, pero la Bersuit fue mi primer gran amor musical. Sí, así como escucharon. Hubo una época en la que amaba TODO lo que hacían (incluso los pésimos Testosterona y… no sé cómo llamar al último con Cordera. ¿Signo de pregunta, quizás?). Si no fuera por ellos, quizás no me hubiera interesado por bandas mejores, dentro de las cuales no incluyo a Kiss ni a Bon Jovi. O sea, mi gusto por gente como The Who, David Bowie o The Byrds probablemente se lo debo a ni más ni menos que a Bersuit Vergarabat. Qué cosas, ¿no? Con el tiempo me fui dando cuenta de que gran parte de su obra es lo que peyorativamente se llama “rock mersa”. Es decir, rock trucho, del mediocre. Pero también reconozco que uno o dos discos más o menos se salvan de esta condena. Uno de ellos es el buen Don Leopardo (También conocido como “Las increíbles aventuras de Don Leopardo Vir Thomsio”. Están para competirle a The Police por los títulos más innecesariamente largos) que acá les traigo.
La historia del disco está vinculada a la historia humana del grupo. Venían de grabar dos álbumes que son “Y punto” (1992) y “Asquerosa alegría” (1993), y de un tremendo historial de excesos. Vieron su salvación en este personaje llamado Don Leopardo. Un personaje marginal, hasta donde llega mi conocimiento. El punto es que este es un disco conceptual en el cual el concepto no podría importarme menos. También vio varios cambios en la formación del grupo este disco, como la salida del segundo cantante, que es Rubén Sadrinas (aunque participe en los dos primeros temas) y la llegada del guitarrista y multiinstrumentista Tito Verenzuela. Ahora pasemos a hablar del contenido de esta placa.
Yo conocía a la Bersuit por su cumbia, su murga, su candombe y su populacherismo, así que imagínense mi sorpresa cuando escuché esta cosa retorcida y semiunderground. No estoy diciendo que sea la música más experimental desde The Residents o Beefheart, pero sí que es bastante diferente a lo que nos tiene acostumbrados la banda. Es decir, riffs carnosos y con ciertas influencias funk en algunos pasajes, ritmos tribales y bizarros, la voz menos madura (y menos molesta) de Cordera, algo de experimentación y, por sobre todas las cosas, nada de cumbia, murga, candombe y muy poco populacherismo. ¿A que no se la esperaban? Y lo mejor es que la música en sí es buena. Es como un disco de transición entre lo que venían haciendo y lo que iban a ser en un futuro cercano. Siempre voy a bancar las obras de transición, y está no es la excepción.
Abrimos con Espíritu de esta selva. Es, junto con Mi caramelo, el único tema popular de este disco, y lo merece. No es muy distinta a la versión del directo De la cabeza. Lo único que la distingue es que, en la parte de "no te comas la voz", meten un tremendo e infalible riff rockero que me sacude de arriba a abajo. Supongo que esto era demasiado rock para los estándares que manejarían en su época más popular, así que en vivo la volvieron cumbianchera. Al menos siempre tendremos está superior versión original. Arrancamos bien. Bolivian Surf es un temita tipo mariachi. No como lo que llamo mariachi en So You Want to be a Rock and Roll Star de los Byrds (eso era más jazz que otra cosa), sino auténtico mariachi bien mexicano wey. No es muy destacable, aunque algunas partes de la letra son divertidas. Nada interesante que decir.
Bolero militar da lo que promete: un tema de bolero sobre dos militares (gays, además). Me gusta el estribillo: "Siempre te obedeceré/carrera para hacia vos/buscando petróleo en tu corazón/¡Viva la patria!". Es mejor que la del surf en Bolivia, pero tampoco me encanta. Sí que me encanta Yo no fui, que es psicodelia de muy buen nivel (¿La Bersuit haciendo psicodelia? ¿Estás loco?). Amo esta guitarra con toques de wah que nos hace volar en drogas (drogas tercermundistas, ya que el LSD es muy anglocéntrico), además de que es muy gracioso cuando canta "oiga señor marihuana, yo no fumo policía". Uno de los mejores temas del grupo.
No sé por qué, pero a Cajón 5 estrellas me la imagino interpretada por los Kinks en Arthur. Definitivamente me volví loco. Sus trompetas y su sentido del humor me resultan muy británicos. No sé, me gusta, aunque difícilmente sea un gran tema. Cielo trucho tiene una base musical más de pop rock, que me encanta. La marcaría como un temazo si tuviera una mejor melodía vocal, aunque reconozco que ese “Dioooooos se nos cagóoooo” me puede. Abundancia es tan solo una transición hacia otro de los puntos altos del disco: Ojo por ojojo. He leído comparaciones entre este tema y el estilo de la banda Mr. Bungle, aunque no puedo decir si están justificadas ya que no escuché nada de esa banda (todavía). El punto es que esta canción es muy especial en el canon del grupo, puesto que su mezcla de ritmos tribales, la voz del tecladista Juan Subirá que recita más que cantar y algunos riffs pesados nos dan la imagen de un ritual perdido en alguna selva o algo así. La letra es particularmente ingeniosa, puesto que se narra desde el punto de vista de Dios sintiéndose superior a la minúscula y salvaje raza humana, y ese estribillo “Ojojo, ojojo, ojojo” es único debido al hecho de que es estúpido y algo amenazante a la vez. ¿Por qué dejaste de hacer cosas así, Bersuit? ¿Por qué? Después viene La mujer perfecta, que es más rara que todo lo raro que venía antes (y que va a venir después). ¿Por qué? Pues porque dura doce minutos (la más larga del grupo), hace uso del “spoken word” (palabra hablada) y porque la parte instrumental suena inconexa y es más bien un acompañamiento para los delirios de Cordera. Honestamente, no me gusta. No es horrible como sí lo sería Sister Ray de la Velvet Underground (por dar un ejemplo), pero sí que es aburrida hasta las lágrimas. No tiene un solo relieve musical interesante. Al menos hay que reconocerle al grupo el riesgo de grabar algo así. Hoy en día están muy perdidos en el cachengue como para sacar algo parecido. No es que quiera que repitan la experiencia (por Dios, no), pero es justo reconocerles el valor de imitar a Zappa. Aunque podrían haberlo imitado mejor.
Madrugón empieza con un efecto de sintetizador que da paso a una melodía acústica que presagia algo triste. Y no decepciona: “Madrugón de penas/un sol oscuro despertó”. El estribillo cobra más intensidad, pero no se baja de lo gris del resto del tema. Después viene un intermedio con tintes selváticos, otro verso/estribillo y, para cerrar, una melodía de teclado que suena casi a canción de cuna. Buen tema, por poco me dan ganas de marcarlo en rojo. Ahora llega la mejor parte del disco. Una seguidilla de cuatro temazos. Ruego es, en mi opinión, el mejor tema del grupo. El riff y el ritmo básico de batería forman una cadencia oscura, y Cordera canta de una forma también oscura. En medio de los versos se intercalan guitarras con toques de funk y, de postre, un final ascendente algo más luminoso pero que encaja a la perfección. Genial tema. Insisto, lo mejor que hizo la banda en toda su historia.
Querubín empieza con un diálogo entre una campana de iglesia, unas notas agudas de teclado y unos sonidos de tormenta. Al segundo treinta cambia el ritmo por otro algo menos escalofriante pero igual de inquietante, también dominado por el teclado. Después de una breve transición en la que Subirá recorre las teclas, aparece un riff casi de heavy metal. ¿La Bersuit haciendo heavy metal? ¿Pueden creerlo? Pues créanlo. Y, para terminar, otro cambio de ritmo más, ahora con la guitarra y lo que parece una trompeta tomando la batuta en una melodía de tintes celestiales y eclesiásticos. Es casi una mini suite por la cantidad de melodías y ritmos que despliega. Me encanta. El final de este tema engancha con el inicio de Encapuchados, con su percusión de “chasquidos” y objetos varios. Cordera canta en consonancia con la percusión y los sonidos dramáticos que hacen de telón de fondo, hasta que al minuto explota en otro riff pesado pero de buena calidad. El tema se vuelve más y más peligroso, pero de pronto baja un cambio y entra un teclado de tintes orientales que solo es un descanso para una segunda vuelta al riff pesado. El final ya es algo exagerado, pero lo bastante efectivo si me lo preguntan. Termina con la guitarra en agudos de forma repentina. Muy bien.
En trance es un homenaje a Luca Prodan (como bien podrán adivinar). Al principio nos saca el susto de una vida con ese grito “Ayudenmeeeeeeeeeee”, pero después se convierte en un gran rock con tintes de funk. Posee, además, unos pasajes de influencia hendrixiana infalibles. Definitivamente, Sumo estaría orgulloso de este tema. Réquiem es apenas un final para la historia de Don Leopardo. Un órgano profundo como de iglesia y Cordera cantando… lo que sea que esté cantando. Cierre decente, supongo.
Bah, no es un cierre del disco, pues quedan tres temas “bonus” (aunque creo que forman parte del disco original, no tienen nada que ver con la historia de Don Leopardo). El primero, Al fondo de la red, es un cover de Mauricio Ubal. Empieza con el sonido de una hinchada y un relator de fútbol. Este relator va contándonos lo mismo que escuchamos: la entrada del tambor rioplatense y de “una armónica que nada tiene que ver con el fútbol” (esta parte me da algo de gracia). Después entran los otros instrumentos y se desarrolla como un candombe (sí, sé que hace rato dije que no había nada de candombe acá. Bueno, les mentí un poquito. Solo un poquito). Tiempo más tarde, al grupo le encantaría saturarnos con este tipo de ritmos, pero acá me resulta bastante agradable. Tiene un ambiente de buena onda que me saca una sonrisa, y eso que no me gusta para nada ni el fútbol ni el candombe. Milagro, supongo. Piel de gallina es una especie de vals oscuro y melancólico. La melodía principal es triste y aletargada (en el buen sentido) y la de clarinete que suena al final me recuerda un poco al jazz. A lo mejor ya empecé a flashear colores con esto último. Es decir, ¿la Bersuit haciendo jazz? ¿Estás loco? Qué se yo. Es mi favorita de estas tres canciones adicionales. La celebérrima Mi caramelo es bonita, pero con el tiempo me empecé a dar cuenta de que se siente un poco vacía de contenido. No logra ningún tipo de intensidad en ningún momento, y la melodía está bien, pero necesitaría otro tipo de acompañamiento. No sé. No es mala, pero tampoco es uno de los mejores temas de la historia del rock argentino, como mucha gente dice. Un final más o menos.
Y ahí tenemos nuestro disco “underground” y “experimental” de nuestra banda populachera. No es una obra maestra, pero me resulta un trabajo notable. Originalmente iba a ponerle un siete por mi idea de que es un disco de Bersuit Vergarabat, pero eso sería juzgar a la banda y no a la música. Y la verdad es que me gusta mucho este álbum. Voy a mezclar las palabras de John McFerrin con las del bloguero de videojuegos llamado Guifo. El primero dijo en algún momento (en su reseña del To Our Children’s Children’s Children, de Moody Blues) que “toda lista de los mejores discos de la historia debería incluir un disco favorito propio”, mientras que el segundo dijo que puede que un videojuego excelente no te guste, y que un juego mediocre (o incluso malo) te encante porque conectó con vos de alguna forma. Obviamente, Don Leopardo no es uno de mis discos favoritos ni está cerca de serlo (tampoco es un videojuego. Duh), pero adhiero al espíritu de las palabras de ambos. Puede que este disco esté lejos de ser la gran cosa pero, para mí, tiene una calidad bastante elevada (para lo que esperamos de una banda como Bersuit, al menos), y por eso le doy un ocho con los ojos cerrados. Puede que alguien venga a debatirme que este no es un buen disco, y quizás hasta dé mejores argumentos para defenestrarlo de los que di yo para defenderlo, pero eso no va a cambiar que me parece una de las joyitas del rock argentino de los noventa (si no en su calidad, al menos en su búsqueda), y esa me parece una buena razón para rescatarlo.

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