Nota: 8+
Mejor tema: Ruego
Peor tema: La mujer perfecta
1) Espíritu de esta selva
2) Bolivian Surf
3) Bolero militar
4) Yo no fui
5) Cajón 5 estrellas
6) Cielo trucho
7) Abundancia
8) Ojo por ojojo
9) La mujer perfecta
10)
Madrugón
11)
Ruego
12)
Querubín
13)
Encapuchados
14)
En trance
15)
Réquiem
16)
Al fondo de la red
17)
Piel de gallina
18)
Mi caramelo
Listo, ahora sí que me fui al
pasto. En todo sentido. En primer lugar, ¿Qué hace un tipo de impecable gusto
musical como yo (jajaja. ¿Así o más humilde?) analizando un disco de Bersuit Vergarabat y, encima de todo,
poniéndole un puntaje alto? En segundo lugar, ¿qué hago analizando una banda
cuyo anterior líder dijo algo tan hermoso (nótese el sarcasmo) como “Hay
mujeres que necesitan ser violadas”? Con respecto a lo primero, yo estoy
dispuesto a darle oportunidades a todo el mundo. Incluso analizaría un disco de
La beriso si fuera necesario (espero que nunca lo sea, por el amor de Star
Butterfly). Y este disco se me hace bastante bueno (sin ser una obra maestra),
así que no tengo problemas con ponerlo en una página que va a tener (o que ya
tiene, en caso de que cuando lean esto ya estén subidas) obras del calibre de
The Notorious Byrd Brothers o Selling England by the Pound. Con respecto a lo
segundo… sí. Se me hace un poco incómodo analizar una música hecha por alguien
que dijo algo así, no se crean que no. El tema es que yo no respaldo las
actitudes nefastas de quienes crean arte. No estoy diciendo que se pueda
separar el arte del artista, ya que el arte es producto del artista (duh). Lo
que estoy diciendo es que sí que se puede resignificar el arte, usándolo en
contra de sus creadores si es necesario. Si alguien, tras leer esta crítica,
decide usar estas canciones en contra del desagradable de Cordera, me voy a dar
por hecho. Ojalá que eso ocurra.
Primero tengo que hablar de mi
relación con la banda. Muchos se van a garcar de risa con esto que voy a decir,
pero la Bersuit fue mi primer gran amor musical. Sí, así como escucharon. Hubo
una época en la que amaba TODO lo que hacían (incluso los pésimos Testosterona
y… no sé cómo llamar al último con Cordera. ¿Signo de pregunta, quizás?). Si no
fuera por ellos, quizás no me hubiera interesado por bandas mejores, dentro de
las cuales no incluyo a Kiss ni a Bon Jovi. O sea, mi gusto por gente como The
Who, David Bowie o The Byrds probablemente se lo debo a ni más ni menos que a
Bersuit Vergarabat. Qué cosas, ¿no? Con el tiempo me fui dando cuenta de que
gran parte de su obra es lo que peyorativamente se llama “rock mersa”. Es
decir, rock trucho, del mediocre. Pero también reconozco que uno o dos discos
más o menos se salvan de esta condena. Uno de ellos es el buen Don Leopardo
(También conocido como “Las increíbles aventuras de Don Leopardo Vir Thomsio”.
Están para competirle a The Police por los títulos más innecesariamente largos)
que acá les traigo.
La
historia del disco está vinculada a la historia humana del grupo. Venían de
grabar dos álbumes que son “Y punto” (1992) y “Asquerosa alegría” (1993), y de
un tremendo historial de excesos. Vieron su salvación en este personaje llamado
Don Leopardo. Un personaje marginal, hasta donde llega mi conocimiento. El
punto es que este es un disco conceptual en el cual el concepto no podría
importarme menos. También vio varios cambios en la formación del grupo este
disco, como la salida del segundo cantante, que es Rubén Sadrinas (aunque participe en
los dos primeros temas) y la llegada del guitarrista y multiinstrumentista Tito
Verenzuela. Ahora pasemos a hablar del contenido de esta placa.
Yo
conocía a la Bersuit por su cumbia, su murga, su candombe y su populacherismo,
así que imagínense mi sorpresa cuando escuché esta cosa retorcida y
semiunderground. No estoy diciendo que sea la música más experimental desde The
Residents o Beefheart, pero sí que es bastante diferente a lo que nos tiene
acostumbrados la banda. Es decir, riffs carnosos y con ciertas influencias funk
en algunos pasajes, ritmos tribales y bizarros, la voz menos madura (y menos
molesta) de Cordera, algo de experimentación y, por sobre todas las cosas, nada
de cumbia, murga, candombe y muy poco populacherismo. ¿A que no se la
esperaban? Y lo mejor es que la música en sí es buena. Es como un disco de
transición entre lo que venían haciendo y lo que iban a ser en un futuro
cercano. Siempre voy a bancar las obras de transición, y está no es la
excepción.
Abrimos
con Espíritu de esta selva. Es, junto
con Mi caramelo, el único tema popular de este disco, y lo merece. No es muy
distinta a la versión del directo De la cabeza. Lo único que la distingue es
que, en la parte de "no te comas la voz", meten un tremendo e
infalible riff rockero que me sacude de arriba a abajo. Supongo que esto era
demasiado rock para los estándares que manejarían en su época más popular, así
que en vivo la volvieron cumbianchera. Al menos siempre tendremos está superior
versión original. Arrancamos bien. Bolivian
Surf es un temita tipo mariachi. No como lo que llamo mariachi en So You
Want to be a Rock and Roll Star de los Byrds (eso era más jazz que otra cosa),
sino auténtico mariachi bien mexicano wey. No es muy destacable, aunque algunas
partes de la letra son divertidas. Nada interesante que decir.
Bolero militar da lo que promete: un tema de bolero sobre dos militares
(gays, además). Me gusta el estribillo: "Siempre te
obedeceré/carrera para hacia vos/buscando petróleo en tu corazón/¡Viva la
patria!". Es mejor que la del surf en Bolivia, pero tampoco me encanta. Sí
que me encanta Yo no fui, que es
psicodelia de muy buen nivel (¿La Bersuit haciendo psicodelia? ¿Estás loco?).
Amo esta guitarra con toques de wah que nos hace volar en drogas (drogas
tercermundistas, ya que el LSD es muy anglocéntrico), además de que es muy
gracioso cuando canta "oiga señor marihuana, yo no fumo policía". Uno
de los mejores temas del grupo.
No
sé por qué, pero a Cajón 5 estrellas
me la imagino interpretada por los Kinks en Arthur. Definitivamente me volví
loco. Sus trompetas y su sentido del humor me resultan muy británicos. No sé,
me gusta, aunque difícilmente sea un gran tema. Cielo trucho tiene una base musical más de pop rock, que me
encanta. La marcaría como un temazo si tuviera una mejor melodía vocal, aunque
reconozco que ese “Dioooooos se nos cagóoooo” me puede. Abundancia es tan solo una transición hacia otro de los puntos
altos del disco: Ojo por ojojo. He
leído comparaciones entre este tema y el estilo de la banda Mr. Bungle, aunque
no puedo decir si están justificadas ya que no escuché nada de esa banda
(todavía). El punto es que esta canción es muy especial en el canon del grupo,
puesto que su mezcla de ritmos tribales, la voz del tecladista Juan Subirá que
recita más que cantar y algunos riffs pesados nos dan la imagen de un ritual
perdido en alguna selva o algo así. La letra es particularmente ingeniosa,
puesto que se narra desde el punto de vista de Dios sintiéndose superior a la
minúscula y salvaje raza humana, y ese estribillo “Ojojo, ojojo, ojojo” es
único debido al hecho de que es estúpido y algo amenazante a la vez. ¿Por qué
dejaste de hacer cosas así, Bersuit? ¿Por qué?
Después viene La mujer perfecta, que
es más rara que todo lo raro que venía antes (y que va a venir después). ¿Por
qué? Pues porque dura doce minutos (la más larga del grupo), hace uso del
“spoken word” (palabra hablada) y porque la parte instrumental suena inconexa y
es más bien un acompañamiento para los delirios de Cordera. Honestamente, no me
gusta. No es horrible como sí lo sería Sister Ray de la Velvet Underground (por
dar un ejemplo), pero sí que es aburrida hasta las lágrimas. No tiene un solo
relieve musical interesante. Al menos hay que reconocerle al grupo el riesgo de
grabar algo así. Hoy en día están muy perdidos en el cachengue como para sacar
algo parecido. No es que quiera que repitan la experiencia (por Dios, no), pero
es justo reconocerles el valor de imitar a Zappa. Aunque podrían haberlo
imitado mejor.
Madrugón empieza con un efecto de sintetizador que da paso a una
melodía acústica que presagia algo triste. Y no decepciona: “Madrugón de
penas/un sol oscuro despertó”. El estribillo cobra más intensidad, pero no se
baja de lo gris del resto del tema. Después viene un intermedio con tintes
selváticos, otro verso/estribillo y, para cerrar, una melodía de teclado que
suena casi a canción de cuna. Buen tema, por poco me dan ganas de marcarlo en rojo.
Ahora llega la mejor parte del disco. Una seguidilla de cuatro temazos. Ruego es, en mi opinión, el mejor tema
del grupo. El riff y el ritmo básico de batería forman una cadencia oscura, y
Cordera canta de una forma también oscura. En medio de los versos se intercalan
guitarras con toques de funk y, de postre, un final ascendente algo más
luminoso pero que encaja a la perfección. Genial tema. Insisto, lo mejor que
hizo la banda en toda su historia.
Querubín empieza con un diálogo entre una campana de iglesia, unas
notas agudas de teclado y unos sonidos de tormenta. Al segundo treinta cambia
el ritmo por otro algo menos escalofriante pero igual de inquietante, también
dominado por el teclado. Después de una breve transición en la que Subirá
recorre las teclas, aparece un riff casi de heavy metal. ¿La Bersuit haciendo
heavy metal? ¿Pueden creerlo? Pues créanlo. Y, para terminar, otro cambio de
ritmo más, ahora con la guitarra y lo que parece una trompeta tomando la batuta
en una melodía de tintes celestiales y eclesiásticos. Es casi una mini suite
por la cantidad de melodías y ritmos que despliega. Me encanta. El final de
este tema engancha con el inicio de Encapuchados,
con su percusión de “chasquidos” y objetos varios. Cordera canta en consonancia
con la percusión y los sonidos dramáticos que hacen de telón de fondo, hasta
que al minuto explota en otro riff pesado pero de buena calidad. El tema se
vuelve más y más peligroso, pero de pronto baja un cambio y entra un teclado de
tintes orientales que solo es un descanso para una segunda vuelta al riff
pesado. El final ya es algo exagerado, pero lo bastante efectivo si me lo
preguntan. Termina con la guitarra en agudos de forma repentina. Muy bien.
En trance es un homenaje a Luca Prodan (como bien podrán adivinar).
Al principio nos saca el susto de una vida con ese grito “Ayudenmeeeeeeeeeee”,
pero después se convierte en un gran rock con tintes de funk. Posee, además,
unos pasajes de influencia hendrixiana infalibles. Definitivamente, Sumo
estaría orgulloso de este tema. Réquiem
es apenas un final para la historia de Don Leopardo. Un órgano profundo como de
iglesia y Cordera cantando… lo que sea que esté cantando. Cierre decente,
supongo.
Bah, no es un cierre del disco,
pues quedan tres temas “bonus” (aunque creo que forman parte del disco
original, no tienen nada que ver con la historia de Don Leopardo). El primero, Al fondo de la red, es un cover de
Mauricio Ubal. Empieza con el sonido de una hinchada y un relator de fútbol.
Este relator va contándonos lo mismo que escuchamos: la entrada del tambor
rioplatense y de “una armónica que nada tiene que ver con el fútbol” (esta
parte me da algo de gracia). Después entran los otros instrumentos y se
desarrolla como un candombe (sí, sé que hace rato dije que no había nada de
candombe acá. Bueno, les mentí un poquito. Solo un poquito). Tiempo más tarde,
al grupo le encantaría saturarnos con este tipo de ritmos, pero acá me resulta
bastante agradable. Tiene un ambiente de buena onda que me saca una sonrisa, y
eso que no me gusta para nada ni el fútbol ni el candombe. Milagro, supongo. Piel de gallina es una especie de vals
oscuro y melancólico. La melodía principal es triste y aletargada (en el buen
sentido) y la de clarinete que suena al final me recuerda un poco al jazz. A lo
mejor ya empecé a flashear colores con esto último. Es decir, ¿la Bersuit haciendo
jazz? ¿Estás loco? Qué se yo. Es mi favorita de estas tres canciones
adicionales. La celebérrima Mi caramelo
es bonita, pero con el tiempo me empecé a dar cuenta de que se siente un poco
vacía de contenido. No logra ningún tipo de intensidad en ningún momento, y la
melodía está bien, pero necesitaría otro tipo de acompañamiento. No sé. No es
mala, pero tampoco es uno de los mejores temas de la historia del rock
argentino, como mucha gente dice. Un final más o menos.
Y ahí tenemos nuestro disco “underground”
y “experimental” de nuestra banda populachera. No es una obra maestra, pero me
resulta un trabajo notable. Originalmente iba a ponerle un siete por mi idea de
que es un disco de Bersuit Vergarabat, pero eso sería juzgar a la banda y no a
la música. Y la verdad es que me gusta mucho este álbum. Voy a mezclar las
palabras de John McFerrin con las del bloguero de videojuegos llamado Guifo. El
primero dijo en algún momento (en su reseña del To Our Children’s Children’s
Children, de Moody Blues) que “toda lista de los mejores discos de la historia
debería incluir un disco favorito propio”, mientras que el segundo dijo que
puede que un videojuego excelente no te guste, y que un juego mediocre (o
incluso malo) te encante porque conectó con vos de alguna forma. Obviamente,
Don Leopardo no es uno de mis discos favoritos ni está cerca de serlo (tampoco
es un videojuego. Duh), pero adhiero al espíritu de las palabras de ambos.
Puede que este disco esté lejos de ser la gran cosa pero, para mí, tiene una
calidad bastante elevada (para lo que esperamos de una banda como Bersuit, al
menos), y por eso le doy un ocho con los ojos cerrados. Puede que alguien venga
a debatirme que este no es un buen disco, y quizás hasta dé mejores argumentos para
defenestrarlo de los que di yo para defenderlo, pero eso no va a cambiar que me
parece una de las joyitas del rock argentino de los noventa (si no en su
calidad, al menos en su búsqueda), y esa me parece una buena razón para
rescatarlo.
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