Mejor tema: Elephants o Krimson.
Peor tema: Beetles.
1) Stars2) Elephants3) Billie Holiday4) Beetles5) Burgundy6) Krimson
Retomando el pasado. En vistas de
que hace algunos días esta banda sacó su cuarto disco larga duración, llamado «Radiate
Like This», me pareció una buena oportunidad para volver a hablar de estas
chicas y sus tremendos talentos musicales. Más específicamente de su primer
trabajo que, dicho sea de paso, es lo mejor que han hecho. Uno de los mejores
discos de la década del 2000. Así que, al infinito y más allá.
Ya les conté brevemente la
historia de este grupo, y el hecho de que John Frusciante de los Chili Peppers
les produjo este EP, así que voy a saltearme esos detalles. Para llenar un poco
el tiempo y que la reseña no me quede tan corta, voy a hablar de cómo conocí a
esta banda. Fue todo gracias a Corvan. En 2016, para festejar el octavo
aniversario de Persi Music, mi querido Persy invitó a mi querido Corvan a una
especie de festival de críticas de discos en el que participaron múltiples
críticos. Corvan eligió este debut de esta banda que por aquél entonces yo
desconocía. Al ver que le puso un nueve de diez, me picó el bicho de la
curiosidad por escuchar este trabajo. Cosa que hice. Si bien no me llamó mucho
la atención las primeras veces (y hasta diría que los primeros años de
escucharlo), con el tiempo me fui rindiendo a sus encantos, sus melodías, su
compenetración grupal… su todo, básicamente. En otras palabras, me di cuenta de
la obra maestra que es.
Para definir su contenido, tendría
que remitirme a lo que dije de su siguiente trabajo «The Fool». Es decir, esto
es dream pop mezclado con un poco de art rock y de psicodelia. No es muy
diferente a aquél sucesor en apariencia. Poco puedo decir para marcar
diferencias entre un trabajo y otro. Solo que este tiene un sonido más amateur
y espontáneo, siguiendo con la definición que hizo el mencionado Corvan. Lo
distintivo estaría más que nada en términos de calidad. Honestamente, me gustan
más los puntos altos de «The Fool». Los temas Warpaint y Undertow
representan un obvio salto sobre cualquier cosa que se escucha acá, además de
que aquél tenía menos puntos bajos que este en lo global. Sin embargo, solo el
primer tercio de aquella obra era realmente despampanante, y el resto era
extensión de la fórmula. Es cierto que se notaba un avance en los matices, como
la aparición de pianos, guitarras acústicas y efectos electrónicos que acá no
están tan presentes (bueno. Alguna que otra guitarra acústica sí). Pero esta amplitud
de recursos no se traducía en clásicos eternos. Este disco puede ser un poco
más crudo y tener dos temas que no me terminan de cerrar (en contraste con el
único que tenía «The Fool»: Baby),
pero cuatro clásicos de seis canciones no es algo para despreciar. Si hacemos
un balance, este cadáver exquisito es un trabajo más satisfactorio que aquél
tonto. Ahora sí, suficiente de chácharas vacías. A por las canciones.
¿Y qué mejor arranque puede tener
un disco que con el tema Stars? Todo
un muestrario de melodías, armonías y compenetración grupal. Empieza con ese arpegio
que tintinea de forma oscura, como si fueran la antítesis de REM o The Byrds.
Cerca del minuto uno entra la voz para tomar el lugar agridulce de la guitarra.
Entre ambas (voz y guitarra) van armando tensión e intensidad hasta desembocar
en un hermoso solo cristalino al que la batería aprovecha para meter sus
rellenos y sus destiempos. Al minuto dos con cuarenta segundos se apaga de
pronto el solo para que vuelva la voz, esta vez acompañada de armonías
sirenescas, que vuelven a aumentar la intensidad con esos repetidos (que no
repetitivos) «put you to sleep after…», tras el cual meten un pequeño break de
batería y una nueva melodía con los mismos acordes. De hecho, la canción usa
todo el tiempo las mismas notas y acordes, pero modificadas a cada momento para
dar una ilusión de progreso. Bah, no es una ilusión, ya que esta palabra
implica una falsedad, y la canción de hecho progresa. Y cómo lo hace. Un inicio
triste de disco, muy triste, pero majestuoso. Por cierto, ¿soy yo el único al
que este tema le recuerda a Bad de
U2?
Seguimos con, quizás, la mejor
canción del disco: Elephants. Tiene
un riff más cristalino y trasnochado, mientras que la voz tiene un ligero
efecto de reverberación. Me hace acordar a cuando uno habla a través del
ventilador de pie para hacer de cuenta que es Darth Vader. Pero en esta canción
queda muy bien y aumenta la sensación de sonambulismo del resto de los
instrumentos. Tenemos la primera explosión del tema a los cincuenta segundos
con ese «call me a thief/call me a thief/call me…», después vuelve al inicio,
pero ahora algo es diferente. La batería le pone más energía al conjunto, y más
adelante aparecen retazos de funk oscuro, muy a lo Talking Heads o Red Hot
Chili Peppers (nada sorprendente, considerando la mano de John Frusciante en
este trabajo). Va subiendo y bajando la intensidad hasta que el bajo se queda
sosteniendo solo a la canción y, de súbito, vuelve el riff que abría el tema,
solo que más distorsionado y con toda potencia en lugar de ser sutil. Todo esto
para cerrar la canción como merece. Un gran tema.
Y continuamos este arranque
intachable con Billie Holiday. Aunque
Stars era lenta y arpegiada, no sé si
la consideraría una balada. Mucho menos llamaría balada a Elephants, con la energía y el rock que desprendía. Pues bien,
este tema que comparte nombre con la cantante de jazz sí es una balada. Y una
muy pero muy hermosa, por cierto. Después del inicio acústico, entra el
estribillo en el que deletrean «B-I-L-L-I-E H-O-L-I-D-A-Y» y, tras esto, los
etéreos versos (que, por cierto, toman parte de la letra del tema My Guy de Smokey Robinson). Cuando
parece que el tema va a terminar después de ese arpegio líquido que había
empezado pasando el minuto cinco, entra la verdadera coda de la canción: esos
infinitos «birds of a feather we are…» que la alargan un minuto más. Podrá
parecer demasiado para algunos, pero ese canto es tan hipnótico y sensual que
podría durar para siempre en lo que a mí respecta. Me encanta.
Después de tan magnífico trío de
temas, llega Beetles a arruinar un
poco el disco. No es mala. Ese inicio con la batería, el sintetizador, la
melodía vocal y los arreglos de guitarra está bien, pero el efecto de
reverberación de la voz se hace molesto en esta ocasión. No funciona tan bien
como en Elephants. Además, los
cambios no se me hacen tan excitantes como en otras canciones y su duración de
siete minutos (la más larga del trabajo) no se justifica. También me descoloca
un poco bastante ese efecto como de slide disonante que le meten cerca del
final. Insisto, tiene buenas intenciones y buenos recursos, pero no están tan
bien aprovechados. Quizás si hubiera sido instrumental y un poco más corta
sería un gran tema.
Más parcial soy frente a Burgundy, que fue grabada en vivo.
Empieza como con un ritmo tribal en crescendo, sobre el que empiezan a susurrar
para después cantar con mayor volumen y con solo la voz ir creando intensidad.
Las guitarras acompañan con lindos arpegios de fondo. Si tuviera que señalar
algo que me disgusta, es que su minimalismo no funciona tan bien como en Stars o en Billie Holiday. Además, me remite demasiado a lo que sería su
segundo larga duración, nombrado como la banda, el cual ya aclaré que no me
gusta demasiado. Pero tampoco es tan aburrida. Tiene lo suyo. Supongo que puedo
perdonarla.
El disco original cerraba con
esta canción, aunque a versiones posteriores le agregaron el tema Krimson (obvio tributo a King Crimson).
Qué bueno que tomaron esa decisión, ya que no solo es un mejor final, sino que
también me gusta más que cualquier otro tema de este trabajo (salvo por Elephants, que está al mismo nivel).
Empieza con otro arpegio más, solo que esta vez más decadente. Casi llegado el
segundo cuarenta entra un ritmazo hasta bailable de batería y bajo, los cuales
crean una fiesta a la cual están invitados un riff de guitarra que casi espejea
al ritmo y la melodía vocal oscura y tensa que, tras el estribillo, explota en
un grito etéreo que pone la piel de gallina. Después de eso viene el solo con
una segunda guitarra que da un toque de funk oscuro (sí, otra vez estas dos
palabritas mágicas juntas). Más adelante se repite el estribillo, viene otro
solo que se asemeja a correr por una ciudad desolada en plena noche y, para
cerrar, el arpegio que abría el tema, solo que ahora acompañado por la batería
desaforada. Qué manera de cerrar. Aplausos, damas y caballeros.
Este disco es una obra de arte.
Una pieza de orfebrería pura. Estas chicas definitivamente mostraron talento
desde un principio. Bah, desde un principio no. Tuvieron que pulir mucho estas
canciones para que alcanzaran el excelso estado que se escucha a lo largo de
estos treinta y tres minutos con treinta y tres segundos (menos mal que
agregaron un tema extra para redondear su duración). Pero se justifica. Roma no
se construyó en un día. Su siguiente disco, el ya reseñado y mencionado hasta
el hartazgo «The Fool», perfeccionaría el sonido de esta placa, pero no el
nivel compositivo. Tampoco es que hubiera mucho que mejorar. Lo malo es que
esta banda no supo evolucionar. Por mucho que respete sus intentos de agregarle
más matices e influencias a su trabajo en los discos «Warpaint» y «Heads Up», se
quedan en eso. En intentos. Quizás con su último disco (el que mencioné que
sacaron hace poco) hayan recobrado el balance, pero no lo sé. Incluso si lo
lograron, dudo que hayan alcanzado el nivel de este magnífico EP, que es la prueba
definitiva de que el siglo XXI también parió excelente música. Cómprenlo e
ignoren sus letras que realmente le hacen honor al título de la obra. Céntrense
en lo importante, que son sus canciones. Infaltable.
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