Mejor tema: Do You Believe in Magic?
1) Do You Believe in Magic?
2) Blues in the Bottle
3) Sportin’ Life
4) My Gal
5) You Baby
6) Fishin’ Blues
7) Did You Ever Have to Make Up Your Mind?
8) Wild About my Lovin’
9) The Other Side of This Life
10) Younger Girl
11) On the Road Again12) Night Owl Blues
The Lovin’ Spoonful, una buena
pero no espectacular banda. Tengo un contacto en Facebook que me mataría por
llamar a esta banda «buena pero no espectacular», ya que él es muy fanático de
esta gente. Sin embargo, dudo que me lea ya que él habla inglés (en caso de que
me estés leyendo, amigo, te mando saludos. Prometo no ser muy malo con ellos).
Esperemos no ofender a los fanáticos de este grupo por bajarlo a tierra.
Claro que es difícil bajar a
tierra a un grupo del que nadie conoce mucho, así que demos algo de contexto,
como siempre hago. The Lovin’ Spoonful es una banda formada en Nueva York en
1965 y sus miembros fundadores son John Sebastian (cantante y compositor) y Zal
Yanovsky (guitarra). Fueron uno de los primeros grupos, junto con los Byrds, en
mezclar el rock y el pop con la música tradicional estadounidense. La banda
venía de la escena basada en Greenwich Village. John Sebastian era hijo del
armonicista del mismo nombre, y había crecido en contacto tanto con la música
como con diversos músicos. Formó la banda junto con el mencionado Zal a partir
de un grupo folk bohemio llamado The Mugwumps, que también incluía a Cass
Elliot y Denny Doherty (quienes más tarde formarían The Mamas and the Papas). Después
se unieron el baterista Jan Carl y el bajista Steve Boone para completar la
formación. Un momento, ¿completar la formación dije? Pues no, señor. Carl fue
reemplazado por el cantante y batero Joe Butler después del primer concierto
del grupo en The Night Owl en Greenwich Village. Butler había tocado junto con
Boone en un grupo llamado The Kingsmen (que no es el del tema Louie Louie). Las primeras
presentaciones del grupo en el lugar fueron tan malas que el dueño les dijo que
se fueran a practicar, lo cual hicieron en el sótano del Hotel Albert. Practicaron
y practicaron hasta poder atraer la atención del público. Realizaron sus
primeras grabaciones en Elektra Records a principios del 65 y estaban
dispuestos a firmar un contrato a largo plazo por 10000 dólares por adelantado,
hasta que Kama Sutra Records tuvo la opción de tomar al grupo por un trato
previo que tenía, lo cual hizo esta disquera. Y grabaron este disco en el mismo
año. Ahora sí, ¿podemos pasar a hablar de cuán buena mas no genial esta banda?
Gracias.
Como dije, este disco es famoso
por ser uno de los primeros intentos (junto con el «Mr. Tambourine Man» de The
Byrds) en combinar el rock y el pop con la música de raíces norteamericanas. Y
es así, no vale la pena ahondar mucho en este aspecto. Es así y es así, punto.
También destaca por ser uno de los primeros discos en realizar esta mezcla que
además no tiene nada de seriedad o «arte» (cualquiera sea el significado de
esta palabra), sino que es puro entretenimiento superficial, lo que podría
considerarse una no-revolución en sí misma, en el mismo sentido que la escena
musical de los 60 fue una anti influencia para The Residents a lo largo de su
carrera. Ahora, todo esto no tendría mucho sentido si la música no fuera buena.
Lo es, y mucho. No, no se compara con un disco selecto de los Byrds en su mejor
momento, pero sus mejores temas no son nada despreciables, e incluso el relleno
provee redondez y brillo adicional a los grandes clásicos. Hay cinco originales
y siete covers. Son los originales los que demuestran la grandeza del querido
John Sebastian Bach Mastropiero, con tres grandes clásicos
salidos de la creativa mente del querido anteojudo. De los covers, hay uno que
también es brillante. Vamos a los temas.
Abrimos con el tema título, que
más amigable no podía ser. Una mezcla de motown, country, pop y rock. La
introducción es algo oscura instrumentalmente, pero la melodía vocal y los
juegos vocales la vuelven más animosa, jubilosa y todo lo optimista que termine
en «-osa», lo cual crea un muy buen contraste. Y la letra sobre el poder de la
música es divertida. Simple e ingenua, pero aporta mucho a la atmósfera de
disfrute general. Otro clásico de relativo éxito es Did You Ever Have to Make Up Your Mind?, con su introducción que me
recuerda mucho al jazz de los 30 y 40 (onda Django Reinhardt), su teclado que
me suena a unos proto Doors y su gran melodía campestre y bufonesca. Además, su
letra sobre no poder elegir entre una chica u otra me hace reír. Aunque en una
forma muy básica y embrionaria, estos tipos podrían considerarse los pioneros
del costumbrismo lírico y de la comedia en el rock y el pop. El otro original
brillante es Younger Girl. Aunque
esta vez la letra se me hace muy criticable e inadecuada (el título debería
darles una idea de para dónde van los tiros), la melodía acústica y la parte
vocal crean en conjunto una atmósfera mágica y hechizante. Siendo justos, no sé
si la letra trate sobre salir con menores de edad. Es una de las
interpretaciones que leí, pero puede ser sobre una chica más joven que el
protagonista que no necesariamente es una nena. Qué sé yo. Gran tema en lo
musical, de todas maneras. Los otros dos originales no vuelan tan alto, pero
tampoco tienen nada de malo. On the Road
Again me hace pensar en Jimi Hendrix por algún motivo. Es un tema más
rockero y frenético. No muy profesional ni muy destacable, pero dura menos de
dos minutos, así que lo tomo. Night Owl
Blues, que cierra el disco, hace honor a su nombre. Es un blues
instrumental con un ambiente nocturno perfectamente logrado gracias a su
armónica misteriosa y sus solos. A esto sumémosle un ritmo bien típico del
género y un semivirtuosismo en la guitarra bastante atípico para la época. ¿Qué
nos queda? Un buen tema que cierra muy bien al disco. Buen original.
Y vamos con los covers. Mi
favorito es el tema de Fred Neil The Other Side of This Life, otro tema de
puro folk rock que además es el tema que más vintage suena de este disco de por
sí notoriamente sesentero. La melodía es tan optimista y elevadora que duele,
pero duele para bien. Es un dolor que se goza y no se sufre. Los rellenos de
guitarra que acompañan la melodía vocal llenan el alma de regocijo, y el
estribillo realmente me hace buscar ese otro lado de la vida. Ese lado hermoso
y disfrutable (no es que yo sea un amargado o que esté siempre triste, sino que
intento mostrarles la magia del tema). Lástima que el resto de las versiones no
aporten más que contexto, como lo llama Starostin. Excelente contexto, pero
necesito algo más que eso para entrar en órbita. Wild About my Lovin’ resulta ser una fusión de country y blues que
tiene pinta de funcionar muy bien escuchándola frente al sol en un atardecer,
pero para eso el grupo compondría la muy superior Nashville Cats para su tercer disco, lo que vuelve a esta canción
innecesaria, aunque sigue siendo decente por derecho propio. Buena canción. Sportin’ Life es lo opuesto a Night Owl Blues. Esto es, resulta más
luminosa. Aunque claro que me da la sensación de una iluminación artificial y
no de la luz del sol, como si los músicos estuvieran tocando en un bar con los
focos apuntando a ellos y dejando al público a oscuras. ¿Qué puedo decir? Es
una buena imagen mental, y solo por eso el tema ya merece la pena. My Gal rockea y es pegadiza, aunque
suena muy enlatada. Bien podrían haber renombrado a este tema Rock in a Bottle, aunque claro, ya
tenían un tema casi con el mismo título: Blues
in the Bottle, donde lo más destacable son algunos ataques a la guitarra que
me suenan a lo que haría la Velvet Underground un par de años más tarde. No
está mal. You Baby es más tierna,
aunque de una forma algo dura a la vez, como si los chicos temieran mostrarse
vulnerables. Musicalmente me recuerda a esas baladas de los 40 y 50, lo que la
hace original en el contexto de un disco de rock pero intrascendente como pieza
musical, aunque me gusta moderadamente. Fishin’
Blues (mucho blues en los títulos ya) me suena más a country que a blues,
siendo honesto. Me recuerda en estilo a Wild
About my Lovin’, aunque en realidad esta venga primero en el disco. Es
divertida y pegajosa, así que denme por satisfecho. Buenas canciones.
Y ahí tenemos al primer disco de
los Amando Cucharada. Original, pero no revolucionario. Ligero, pero no
intrascendente. Divertido, pero no estúpido. Estos muchachos no llegan a ser
tan buenos como los Byrds, pero no puede pasarse por alto lo fresco y bien
logrado de su fusión de estilos ni el buen gusto compositivo de John Sebastian.
Puede que el debut byrdiano sea más revolucionario, consistente y artístico,
pero este se me hace más divertido y amigable. De vez en cuando disfruto más
escuchar este disco que el Señor Pandereta, aunque aquél me parezca una obra de
arte y este meramente un muy buen trabajo. Y ese es el tema con los Spoonful. Es
una banda muy correctita y humilde que no se anima a ir un paso más allá. De
haberlo hecho, estaríamos hablando de una de las mejores bandas del período.
Así como están, son una curiosidad. Una excelente curiosidad de la cual
salieron muchos grandes artistas posteriormente, claro. Yo solo les recomiendo
este disco. Disfrútenlo, que no todos los días se hacen trabajos tan ligeros y simultáneamente
geniales.
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