martes, 9 de mayo de 2023

Pappo's Blues - Pappo's Blues


Nota: 8
Mejor tema: Algo ha cambiado.
Peor tema: Adiós Willy.

1)      Algo ha cambiado
2)      El viejo
3)      Gris y amarillo
4)      Hansen
5)      Adiós Willy
6)      El hombre suburbano
7)      Especies
8)      Adónde está la libertad


Hola, mis queridos lectores. He volvido de vueltada. Después de que les dije que haría una sección sobre discos con los que me formé musicalmente, les vengo con un disco que descubrí tiempo después de formarme musicalmente. Suena a promesa incumplida, pero nunca dije cuándo haría lo de mi primer acercamiento a la música. Puedo hacerlo más adelante. De momento, quiero volver al terreno de lo argentino con quien fue, sin dudas, el mejor guitarrista argentino. Quizás fuera un forro y un engreído, pero era un gran músico sin dudas: Norberto Aníbal Napolitano, también conocido como El Carpo, pero más conocido como Pappo.

No sé si haga falta contar toda la bibliografía de este señor, pero sí que voy a dar un par de detalles panorámicos sobre su existencia en nuestro plano. Nacido en 1950 en Buenos Aires, venía de una familia de artista (aunque su padre era metalúrgico). Tuvo su primera guitarra a los ocho años y a fines de los cincuenta empezó a tomar clases de dicho instrumento. En sus años de escuela aprendió algunas nociones básicas, pero su bautismo rockero llegó cuando escuchó un tema de Little Richard en la radio. Ahí se compró una guitarra eléctrica y un amplificador. Sin embargo, por influencia de su hermana (que era concertista y profesora de piano), también se nutrió de muchos de los grandes nombres de la música clásica. Tuvo su primera banda (llamada Los Buitres) a los 16 años, y contaba con su primo Miguel Laise en batería, Tito Milanesa en voz y guitarra y Humberto «Beto» Marinucci en bajo y voz. Su primera gran oportunidad llegó en 1967, con Miguel Abuelo recién formando Los abuelos de la nada. Aunque originalmente este busca a Claudio Gabis como guitarrista, este estaba ensayando con Manal, así que su segunda opción fue Pappo. El grupo se disuelve en apenas un año (aunque más tarde se volvería a formar con nuevos integrantes) y Miguel Abuelo se va a España, y Napolitano se queda con el liderazgo de lo que quedaba de la banda, aunque con un sonido más blusero, con quienes llegaron a grabar un tema que permaneció inédito por mucho tiempo (La estación). Después forma una banda llamada Engranaje con el ya mencionado Tito Milanesa en la voz, Pino en batería, Bocón en guitarra y Beto al bajo, aunque Tito y Beto dejarían el grupo. En esa época, Pappo empezaría a frecuentar Plaza Francia, que es en donde se juntaban los hippies en Buenos Aires. De a poco empezó a ganarse un nombre con grupos como Conexión N° 5 y Los Gatos (en estos últimos, él fue el responsable de que endurecieran su sonido). Su trabajo llega a oídos del productor Jorge Álvarez, y este se convenció de que Norberto debía formar su propio grupo. Es así que este deja Los Gatos y forma la banda que hoy nos compete. La formación incluía a David Lebón en el bajo y a Black Amaya en la batería. Su disco debut fue grabado entre diciembre de 1970 y enero de 1971 y salió en agosto de este año. Vamos a verlo (o escucharlo. Lo único que se puede ver del disco es la portada y demás. La música hay que escucharla).

Sí, al final di más que un par de detalles panorámicos. Siempre hago lo mismo.

¿Y qué tengo para decir sobre el álbum? Bueno, digamos que es bastante ambivalente. Los trucos de guitarra del Carpo y la compenetración grupal están. Virtuosismo sobra en este disco. Lo que sí falta es que haya más momentos demoledores. Se puede entender tanto por la inexperiencia de Pappo como por el contexto general de la época (el rock argentino todavía estaba en pañales y los grandes artistas apenas estaban despegando), pero por algo lo consideramos como el mejor guitarrista de nuestro país. Como dijo John McFerrin, un músico solo es tan bueno como las notas que toca, y este álbum muestra por momentos más destreza técnica que creatividad. Si solamente de destreza se tratase, habría miles de guitarristas entre los mejores, y eso no sería ser de los mejores, sino ser un rallaqueso más. Aparte, la producción no ayuda demasiado. Muy sucia y poco potente.

Aunque bueno. Al menos el profesionalismo y alto nivel de algunos momentos compensan estos defectos y lo hacen un disco valioso. Los primeros cuatro temas realmente se enfrentan en el ring a los problemas de esta obra y les ganan por knockout. En otras palabras, terminan balanceando para el lado de lo positivo. Algo ha cambiado suena casi a protometal, y algunos momentos de la vocalización me recuerdan a Claudio O’Connor. Afortunadamente, Pappo no es O’Connor y termina quedando mucho mejor su voz. Pero claro, estamos acá por la guitarra. Aunque algo castrados por la calidad de sonido, ese wah wah, esa técnica y, lo más importante, esas notas que elige nuestro guitarrista se retuercen y aplastan todo a su paso. El viejo, aunque algo inferior, sigue siendo vino del mejor, como diría cierta banda argentina en la segunda mitad de la década siguiente. Ese slide toma de rehén toda la esencia del delta y del Mississipi y la expone frente a un grupo de argentinos que, hasta entonces, no sabían que algo tan yanqui podía sonar tan argentino. Quizás la melodía vocal no es la gran cosa, pero las maravillas instrumentales lo compensan por mucho. Sigue Gris y amarillo, que parece sacada del debut de Black Sabbath, y no lo digo solo por el sonido en sí, sino porque me suena a alguna canción en particular de ese disco, aunque de momento no logro reconocer a cuál. El estribillo, con sus respectivos cambios de octavas, de acordes y de intensidad, logra desplegar un paisaje apocalíptico y urgente. Hansen, que cierra esta seguidilla ganadora, no solo suena profesional técnicamente, sino también creativa y peligrosa. Me transmite la imagen de rebeldes escapando de una zona de guerra mientras caen bombas del cielo. Sí, muy yanqui ese escenario, pero todo se puede adaptar a un contexto latinoamericano en general y argentino en particular si así lo deseamos. Siendo los 70 una década tan convulsa y violenta en nuestro país, diría que dicha imagen no me aleja mucho de lo que fue nuestra realidad. Es un temazo bien intenso.

Desgraciadamente, las siguientes canciones no logran capturar esa chispa con la que arrancan, pero siempre están bien. Adios Willy es más un separador entre ambas partes del disco que otra cosa. Un instrumental de piano que la única voz que tiene es al principio, con lo que parece un viejo diciendo no sé qué cosa sobre Las Toninas o algo así. No le entiendo muy bien. Aunque es lo menos trascendente del disco, es agradable. El tema más corto de esta obra sin contar ese interludio es El hombre suburbano, que muchos consideran un clásico. Yo no. Su riff inicial (con aires a Creedence Clearwater Revival) y su ambiente pantanoso funcionan, pero no tiene nada en general para que la ponga en un pedestal. Supongo que pegó más por su letra que por otra cosa, pero a mí en particular no me basta con eso para amar una canción con tan poca sustancia. Mejores pero no lo que se dice «mucho mejores» sino mejores a secas son las dos últimas canciones. Especies nos da otra dosis de distorsión, pesadez, ambientes peligrosos y competencia instrumental, pero necesito un chute de riffs y melodías memorables para darme por saciado. Además, no me termina de convencer cómo Pappo pudre la voz acá. Me recuerda un poco a Ricardo Iorio, y prefiero muchas cosas antes que escuchar a ese idiota. Al menos el saber que solo es Pappo sonando diferente y el hecho de que es mayormente instrumental me calman la conciencia. Por último, Adónde está la libertad es un tema de nueve minutos donde todos dan lo mejor de su técnica, mas no de su creatividad. No digo que sea malo. El tema se sostiene y no decae, y hasta diría que tiene sus grandes momentos (como el estribillo), pero semejante trío de mentes maestras puede permitirse algo más que simplemente resistir hasta que llegue el momento de apagar las máquinas de grabación. Igualmente, es disfrutable y no tengo mucho de lo que quejarme.

Conclusión que se puede extender a todo este disco como conjunto. A pesar de sus limitaciones, la inexperiencia de sus creadores y la fea calidad de sonido, muestra entusiasmo y buen hacer. Quienes hayan leído mis críticas en general saben que suelo ser bastante duro con los discos de ocho para abajo. Sin embargo, voy a hacer una excepción esta vez. Después de todo, un ocho (rasposo o no) es muy buena nota. Si soy así de duro es porque estoy hablando de artistas con talento para algo más. Es obvio que, en el remoto caso de que Justin Bieber o el Duki saquen un disco de seis puntos, voy a hablar de ellos con el mismo entusiasmo que si estuviera reseñando «Abbey Road» o «Selling England by the Pound», mientras que un disco de (digamos) The Who que tenga esa nota me va a resultar muy tibio y poco interesante. Es cuestión de las expectativas que uno tenga con la banda o artista. Además, Pappo’s Blues presentaba a músicos que no llevaban mucho tiempo tocando juntos y que apenas daban sus primeros pasos, así que lo que se escucha acá es más que loable. Sus siguientes cuatro discos serían mucho mejores, pero esto que está acá también vale mucho la pena. Esperá primero a conseguir lo que harían desde «Volumen 2» hasta «Volumen 5», pero no lo pases por alto.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario