sábado, 22 de junio de 2019

Captain Beefheart & His Magic Band - Safe as Milk


Nota: 10
Mejor tema: Ni idea. Elijan ustedes.
Peor tema: Call On Me (por poner alguna).

     1)      Sure Nuff ‘n’ Yes I Do
     2)      Zig Zag Wanderer
     3)      Call On Me
     4)      Dropout Boogie
     5)      I’m Glad
     6)      Electricity
     7)      Yellow Brick Road
     8)      Abba Zaba
     9)      Plastic Factory
     10)   Where There’s Woman
     11)   Grown So Ugly
     12)   Autumn’s Child

[Bonus tracks]

     13)   Safe as Milk (take 5)
     14)   On Tomorrow
     15)   Big Black Baby Shoes
     16)   Flower Pot
     17)   Dirty Blue Gene
     18)   Trust Us (Take 9)
     19)   Korn Ring Finger

Nada me gustaría más que empezar esta reseña haciendo un comentario como “Este disco y no Trout Mask Replica es la verdadera obra maestra de Captain Beefheart”, pero dudo de que conozcan al tipo, y no puedo hacer declaraciones grandilocuentes si la reacción del público va a ser un “What?” y no un “Este tipo es un genio. Regalémosle algunos discos y mandémosle los capítulos de la serie de 2003 de Las tortugas ninja en latino” (en serio. Si alguien tiene la temporada dos de Las tortugas ninja de 2003 en latino, mándenmela. Se los agradecería mucho). Entonces, es mi deber el explicar la historia de este señor. Don Glen Vliet, más conocido como Don Van Vliet, más conocido como Captain Beefheart, fue un músico y pintor estadounidense nacido en Glendale (California), en la fecha 15 de enero de 1941 y muerto el 17 de diciembre de 2010. Empezó con la pintura y la escultura a los tres años. A los nueve ganó una competencia de escultura infantil organizada por el zoológico de Los Ángeles en Griffith Park por un autor local: Agostinho Rodrigues. Durante algunos años en la década del 50, Van Vliet fue aprendiz del mencionado Rodrigues, quien lo definió como un “niño prodigio”. Parecía tener un futuro como escultor, pero sus padres lo desalentaron, ya que consideraban a los artistas como “raros” (en el sentido más homosexual de la palabra). Este rechazo a las artes por parte de sus padres lo desalentó durante un tiempo, pero después sus inclinaciones artísticas se volvieron lo bastante poderosas como para negarse a salir de la habitación en la que esculpía (dice que sus padres se vieron obligados a alimentarlo a través de la puerta). A los trece años, su familia se mudó de Los Angeles al pueblo Lancaster, que influyó en su impulso artístico. Desarrolló un gusto por la música al escuchar varios discos de blues de artistas como Robert Johnson y Son House, y a artistas de jazz como John Coltrane y Ornette Coleman. Seguía interesado en la escultura, pero igualmente socializaba con miembros de grupos tales como The Omens y The Blackouts. De los primeros conoce a los guitarristas Alexis Snouffer y Jerry Handley (con quienes formaría The Magic Band) y del otro conoce a su baterista: Frank Zappa, quien le produciría algunos discos y con quien haría colaboraciones a veces. Van Vliet faltaba a clases y se la pasaba escuchando discos de R&B en su casa. Sus padres solo lo toleraban porque creían que era realmente prodigioso. Con respecto al origen de su apodo, hay varias teorías. Algunas muy graciosas, pero ni él sabe exactamente cómo se les ocurrió a él y a Zappa. Hay más información sobre su vida privada, pero creo haber cubierto lo suficiente. Volviendo a lo musical; a principios de 1965, el ya nombrado Alex Snouffer invitó a Vliet a cantar con un grupo que estaba formando. Ambos cambiaron sus nombres: Vliet a Don Van Vliet y Alex a Alex St. Clair(e). De este modo, Captain Beefheart and His Magic Band firmó con A&M por dos singles en 1966: “Diddy Wah Diddy” (un cover de Bo Diddley) y “Moonchild” (escrita por David Gates). Ese mismo año, le presentaron a la disquera demos de lo que sería este disco debut, aunque fue rechazado por Jerry Moss (uno de los dueños) ya que esta nueva dirección musical era “demasiado negativa”, y fueron echados de la disquera a pesar de que aún estaban bajo contrato. A fines de 1966 firmaron con Buddah Records y además sufrieron algunos cambios en la alineación, como la partida del guitarrista Doug Moon, que fue reemplazado por Ry Cooder, y la aparición del batero John French. El resto es historia.
Pasando a hablar del álbum en sí, se nota que el Capitán todavía no estaba particularmente vanguardista. No se confundan; el disco es muy original y abarca al blues como nadie lo había hecho, pero no es la fumada esquizofrénica de Trout Mask. Las canciones funcionan más como composiciones que como vehículos para los delirios de Beefheart. Esto no es malo, sino todo lo contrario. A mí me gusta la música experimental, pero siempre y cuando sea música, y este álbum es eso: pura música, y de la buena. No se va a los extremos de la bizarrez, pero tampoco es complaciente en lo más mínimo. No solo reinventa el blues, sino que además ofrece unas melodías y riffs de un nivel con el que Trout Mask Replica solo puede soñar. Además, es bastante ecléctico. No es el Álbum Blanco de los Beatles, pero hay blues, psicodelia, soul, country, baladas… A esto sumémosle los cambios de ritmo y sorpresas que trae cada canción, lo que hace que ninguna se parezca a la otra. Algo de lo que también tengo que hablar, que me encanta y que pocos álbumes logran, es que la distribución de temas es muy acertada. Hay discos excelentes que, por culpa de poner sus grandes canciones todas juntas (caso Loaded de la Velvet o Moon Safari de Air), terminan perdiendo parte de su impacto global y dan una sensación de inconsistencia, por más que abunden los clásicos. Acá no pasa eso, sino que cada vez que termina un temazo tenemos una canción más convencional para bajar las revoluciones y, cuando un tema no es tan bueno, inmediatamente viene un clásico para compensar. Me encanta, porque se siente perfectamente equilibrado, y eso no es algo que muchos discos me permitan decir.
Yendo a los temas, no encuentro ningún punto flojo, pero si tuviera que marcar algunas que no me emocionan tanto estarían I’m Glad, que es una balada demasiado seria como para venir de Beefheart (sé que es una parodia, pero no lo parece); Call On Me, que es un R&B algo parecido a Like a Rolling Stone de Bob Dylan y Grown So Ugly, que tiene muy buen riff pero sin grandes variaciones ni sorpresas (aunque su letra es muy graciosa). Si mis palabras sobre ellas no son particularmente devastadoras es porque tampoco tienen nada de malo. No destacan, pero tampoco desentonan. No es que estemos hablando de European Son en el debut de la Velvet, o de Hats Off to Roy Harper en Led Zeppelin III.
Ahora, ¿el resto? El resto es de primera. Sure Nuff N’ Yes I Do es un cover de Rollin’ and Tumblin’ de Muddy Waters. No tiene nada de experimental o jugado, ¡Pero qué buena es! Esa guitarra slide sabe a la Chicago de los 50, y la voz de Beefheart sabe a Howlin Wolf, y créanme que es una delicia (odio esa palabra, pero es la mejor forma de describirla). Zig Zag Wanderer empieza con un riff en fade in que se disuelve en un golpe de gong, sobre el que Beefheart susurra “Ziiig Zaaaag”, para que luego entre otro riff, como el nombre indica, zigzagueante. Después el tema cierra como empezó, lo que le da una sensación de redondez. Genial. Dropout Boogie destaca por su riff (algo parecido al de You Really Got Me, como bien indicó Jesús Gran) y la interpretación vocal, en la que el Capitán realmente parece un demonio retorcido y malvado. Pero lo que le la alza hasta las nubes es esa melodía marchosa de teclado que suena después del estribillo. El tema seguiría siendo excelente sin esa parte, pero es ahí en donde se demuestra el genio de Van Vliet para los giros musicales. La guitarra de Electricity realmente suena como la electricidad en movimiento, y la melodía vocal (cantada de esa forma tan asquerosa y distintiva) es una genialidad. En el papel era imposible que ese “Eeeeeee-leeeeeec-treeeeee-ceeeeee-teeeeee” funcione, debido a lo desagradable y perezoso que es en su esencia, pero en la voz de este tipo suena como uno de los estribillos más poderosos que haya escuchado. Y no hay que olvidarnos de ese theremin alienígena que aparece al final. También era una mala idea que termina funcionando a la perfección. Es cierto lo que dicen: el mundo está hecho de malas ideas. Gracias a Dios.
Yellow Brick Road empieza con un efecto de estudio que el propio Beefheart referencia en broma, al estilo de Frank Zappa: “The following tone is a reference tone, recorded at our operating level”. Lo que sigue es una tonada country que no está nada mal. Su melodía inocentona logra funcionar y su estribillo aumenta la intensidad de forma adecuada. Me gusta. Abba Zaba es una fantástica mezcla entre R&B y ritmos africanos. O sea, díganme ustedes, ¿quién había mezclado blues con ritmos africanos antes? Nadie que sepamos, y si lo hubo tampoco importa en lo más mínimo, porque fue Beefheart y nadie más quien acercó esa idea al gran público (que conste que uso el término “gran público” a la ligera, pues no tuvo mucho éxito comercial). Esta canción pone el “Rhythm” en “Rhythm and Blues”. Bromas aparte, la melodía es fantástica, y es su letra dadaísta con rimas extrañas (baboon, soon, moon) la que permite que funcione y sea fluida. No me imagino este tema con una letra que tenga sentido. La cuestión es que, junto con el ritmo, invita a bailar. Ojalá pasaran este tema en un boliche. La gente deliraría. Plastic Factory, al igual que Sure ‘Nuff, es solo un blues, pero muy bien interpretado. Entre esa armónica sombría, el fraseo, el ritmo de bajo tan típico del género y esos riffs afilados como cuchillo… quizás sea más que “solo un blues”, y si no la marco en rojo es más por prejuicio mío que porque no se lo merezca. Es un tema totalmente redondo que crece con cada escucha. Where There’s Woman empieza como una balada psicodélica, pero en su estribillo se torna más soulera. En ambos casos, las melodías y la instrumentación son supremas. El disco original cierra con Autumn’s Child, que es una balada psicodélica con una secuencia de notas algo infantil (a lo Velvet Underground), un estribillo a lo Jefferson Airplane, que por unos momentos se transforma en un tema más rockero y que cierra con unos acordes gentiles y pastoriles que nada tienen que ver con la oscuridad que venía desplegando. Semejante mezcla de ideas debería desembocar en un desastre, pero milagrosamente logra funcionar de maravillas. Además, presenta un sentimiento auténtico y poco habitual para este artista, pero bien ejecutado. Eso le da puntos. Gran forma de cerrar un gran disco.
Bueno, no. Quedan los temas de bonus. Ninguno es demasiado destacable, a excepción del tema que le da título al disco (un blues algo disonante con grandes riffs y una muy buena interpretación vocal. Lo único en lo que falla es en el solo del final) y Big Black Baby Shoes (nada más porque después se convertiría en el tema Ice Rose para el disco Shiny Beast). El resto me da igual.
En definitiva, una obra maestra. Mi segundo disco debut favorito (el primero es Mr. Tambourine Man de los Byrds). Ahora sí que puedo decirlo: este disco y no Trout Mask Replica es la verdadera obra maestra de Captain Beefheart (¿Y los capítulos de Las tortugas ninja que les pedí? ¿Dónde están?), y el único de su obra a tener si es que solo querés uno (aunque yo compraría más. Después de todo, su discografía no es muy grande y hay otros que tampoco tienen desperdicio). ¿Inmejorable? Para nada. Después de todo, tiene su dosis de relleno y, además, me hubiera gustado que entrara el tema Sugar and Spikes (Que terminaría en Trout Mask Replica). Pero bueno, este disco tiene demasiados clásicos y aquél muy pocos. Supongo que había que sacrificar algo para balancear las cosas. Si considerar a Trout Mask Replica una obra maestra suele ser visto como muy hipster, considerar a Safe as Milk como el pico artístico de Van Vliet debe ser más hipster aún, pero no me importa. Un diez.

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