jueves, 10 de octubre de 2019

Judas Priest - Rocka Rolla




Nota: 6+
Mejor tema: Rocka Rolla
Peor tema: La suite Winter

      1)   One for the Road
      2)   Rocka Rolla
      3)   Winter
      4)   Deep Freeze
      5)   Winter Retreat
      6)   Cheater
      7)   Never Satisfied
      8)   Run of the Mill
      9)   Dying to Meet You/Hero, Hero
      10)   Caviar and Meths

Judas Priest, también conocidos como “Metal Gods”. Todos los conocemos por ser uno de los pioneros del heavy metal. La forma en que conjugan sus guitarras, más el ritmo y los agudos de su cantante Rob Halford conforman el arquetipo de este estilo. Si Black Sabbath son los Beatles del Heavy, Judas Priest deben ser los Rolling Stones (por lo que Iron Maiden serían los Who, pero eso queda para otro día). Pero antes de empezar con mis típicos lisonjeos, voy a empezar con mis típicas introducciones copiadas de Wikipedia. Judas Priest se formó en Birmingham en 1969. Originalmente tenían otro cantante: Al Atkins. Se podría decir que él fue el fundador de la banda, ya que fue él quien reclutó a los primeros músicos: Bruno Stapenhill en el bajo, John Perry en la guitarra y John Partridge en batería. A los pocos días, Perry murió en un accidente automovilístico, lo que los obligó a buscar un nuevo guitarrista. Uno de los que se presentó fue el mismísimo K.K. Downing, aunque fue rechazado ya que en ese momento tenía poca experiencia. Downing fuera, fue escogido Earnest Chataway, que anteriormente había estado en Earth (Black Sabbath antes de descubrir la oscuridad). Ya tenían guitarrista, bajista, baterista y cantante. ¿Qué les faltaba? Algo importantísimo para cualquier grupo: un nombre. Descartados varios, Stapenhill sugirió Judas Priest (por el tema “Ballad of Frankie Lee and Judas Priest” de Dylan). Comenzaron versionando temas de Spirit y Quicksilver Messenger Service (al menos eligieron dos grupos poco conocidos. No como ahora que hay doscientos tributos a Pink Floyd, Queen y Iron Maiden). Gracias a Alan Eade (dueño de un pequeño estudio de grabación. Supongo que lo impresionaron con su capacidad de elegir bandas para versionar) pudieron componer sus primeras canciones, llamadas Good Time Woman y We’ll Stay Together. Con estos temas dieron una serie de conciertos en pequeños clubes de Inglaterra como parte de una gira llamada Judas Priest Tour. En una de esas presentaciones había dentro del público ejecutivos de Harvest Records y de Immediate Records, además de un tal Robert Plant de una tal banda Led Zeppelin. Gracias a este pudieron firmar un contrato por tres años con el sello Immediate Records, con quien sacarían su disco debut. Desgracias de la vida, el sello quebró unos meses después y el grupo quedó a la deriva, por lo que se separaron. ¿Sería este el fin de nuestro (segundo) grupo de metal favorito? Descúbralo en el próximo capítulo de “El rincón de Motorik”.
No, por supuesto que no. A mediados de 1970, Atkins regresó a Birmingham y una noche escuchó desde fuera de un recinto a un grupo llamado Freight, el cual estaba integrado por K.K. Downing, Ian Hill y John Ellis. Como no tenían vocalista, Al Atkins ofreció unirse a la banda, lo que ellos aceptaron. Él les enseñó las canciones escritas por su anterior banda y les sugirió cambiarse el nombre a Judas Priest, lo que ellos también aceptaron. Con esta nueva alineación, comenzaron a componer canciones en la línea del blues rock y el hard rock con vistas a una posterior gira. Dicha gira se llamaría Return of the Priest Tour y comenzaría el 16 de marzo de 1971. Gracias a ella fueron teloneros de bandas como Budgie y Slade, e incluso pudieron compartir escenario con Gary Moore. En ese año, Atkins compuso dos temas más: Holy is the Man y Mind Conception. Ambos temas formaron parte de una maqueta que fue lanzada de forma independiente y que no tuvo mucho éxito. Esta falta de éxito se vio reflejada en la gira, ya que el grupo no recibió apoyo discográfico y tampoco ganaban suficiente dinero como para cubrir los gastos de traslado. Fue así que John Ellis abandonó el grupo ese mismo año. Al siguiente compusieron las canciones Whiskey Woman (que luego sería Victim of Changes), Winter, Never Satisfied y Caviar and Meths, para luego iniciar el tour Whiskey Woman con un nuevo batería llamado Chris Campbell. Se podría decir que algo de suerte tuvieron dentro de todas sus desgracias, pues telonearon a bandas como UFO, Thin Lizzy y Status Quo, a la vez que ellos mismos fueron teloneados por un grupo emergente llamado Magnum. A pesar de tener muchas fechas, seguían los problemas económicos, lo que hizo que Atkins abandonara la banda a principios de 1973, ya que había nacido su hija y necesitaba un trabajo estable. Con el (hasta el momento) único miembro estable del grupo retirado, ahora sí que se avecinaba el final, ¿Verdad?
Claro que no. Como la tercera es la vencida, la novia de Ian Hill le presentó a su hermano: Rob Halford. Este era iluminador técnico de teatros, además de cantar en una banda llamada Hiroshima en sus ratos libres. Un día, Hill lo escuchó cantar frente a la radio y quedó sorprendido por sus tremendos agudos, así que tanto él como Downing le pidieron que se uniera al grupo, lo que aceptó. Luego le preguntaron por teléfono a Atkins si tenían problemas con que usaran el nombre Judas Priest y tocaran las canciones que habían escrito con él. Obvio que no los tuvo. Luego, Campbell renunció a la banda y fue reemplazado por el baterista de Hiroshima y enésimo John que pasaba por el grupo: Hinch. En 1973 escribieron los temas Run of the Mill y Ladies (que luego sería Red Light Lady). Estos dos temas junto con Caviar and Meths formarían parte de una demo independiente. Volvieron a salir de gira con Budgie para darse a conocer. Dicha gira se llamó Never Turn Your Back on a Friend. La demo llamó la atención de Gull Records, quienes en 1974 les ofrecieron un contrato para un disco con la condición de que incluyeran a un trompetista o teclista para engrosar su sonido. No les gustó la idea, pero sí que consiguieron a otro guitarrista llamado Glenn Tipton, que formaba parte de un grupo llamado The Flying Hat Band, que solía telonear a Deep Purple. Ya contratados, grabaron el sencillo Rocka Rolla. En septiembre de ese mismo año debutaron con ese disco, y ya no tengo nada más que decir, más que hablar del mismo.
Bueno, sí. Sí tengo algo más que decir, que me sirve para hablar de su contenido: Como bien sabemos, cada una de las épocas de la banda está marcada por un sonido diferente: El heavy ganchero y de espíritu rockero de los 80, el sonido más extremo y grueso de los 90 y su acercamiento al metal progresivo en los 2000. Antes de todo esto estuvieron los 70, en los que experimentaron con varios estilos hasta consolidarse, pero que tenían muchas influencias hardrockeras y progresivas (progresivo tradicional, no metal progresivo). Y antes de esos discos en los que buscaban su personalidad, hubo uno que no tenía ninguna: Rocka Rolla.
En esta obra, la banda practica una fusión entre el hard rock y el progresivo (como ya mencioné), con obvia influencia de bandas como Black Sabbath, Led Zeppelin, Deep Purple o Uriah Heep. Técnicamente, esto no lo haría diferente de sus siguientes dos trabajos. El problema es que no hay manera de escuchar estas canciones y decir que esto suena a Judas. Los duelos de guitarras están, pero ese recurso no lo inventaron ellos. Rob Halford utiliza sus agudos, pero eso también lo hacían Robert Plant, Ian Gillan y Freddy Mercury, entre otros. Es decir, los elementos distintivos del grupo están, pero sin ser distintivos en lo más mínimo. Definitivamente, al grupo le falta un poco para ser digno de atención.
Ya entrando a hablar de las canciones, empezamos con One for the Road. Es un tema semilento, cuyo riff constante y estribillo invitan a imaginarnos que estamos en la carretera. Es prácticamente “una para el camino”. El tema titular es todavía mejor, gracias a su riff travieso, cargado de segundas intenciones, y la sensualidad con la que canta Rob, que llega a volverse contagiosa. En el medio tenemos un par de notas perdidas de armónica (llamarlas “solo” sería darles más relevancia de la que realmente tienen) que simplemente están ahí, pero que tampoco afean la canción. Es bastante buena en general. Por cierto, es una de las pocas que habla sobre querer a una mujer. Normalmente no especifican el sexo de la persona deseada.
Winter, Deep Freeze y Winter Retreat conforman una especie de suite sobre un crudo invierno y su posterior final. Bueno, se supone que ese es el concepto, porque la música no lo transmite en lo más mínimo. Tampoco logro distinguir cuando termina una de las partes y empieza la otra, así que voy a hablar de las tres como si fueran una sola (que lo son). Empieza con un fade-in de voces “misteriosas” bastante torpe que se transforma en un riff algo decente pero demasiado deudor de Iron Man de Black Sabbath. Al minuto 1:42 la batería corta el tema por unos segundos (como separando las partes de la suite) para luego introducir un nuevo riff que da la ilusión de que el tema está volviéndose interesante, pero vuelven inmediatamente a la melodía anterior para mal efecto, porque nadie quiere volverla a escuchar. Esto dura poco, y al minuto tres nos regalan la peor parte de toda la obra: un solo cargado de efectos de ruido y de feedback que, si hubiera estado vivo para escucharlo, Jimi Hendrix habría abandonado la guitarra y pasado al triángulo eléctrico. Suena tan amateur que hace que Blue Cheer parezca Yes, y dura dos minutos. Después de esto viene la mejor parte de la suite, que es una balada psicodélica bastante bella y (ahora sí) evocativa, en la cual sí logran emular el regreso de la calidez del verano. Claro que ya es muy tarde para rescatar algo tan globalmente endeble. Llamaría al conjunto una mezcla apabullante de motivos musicales sin coherencia, pero tampoco presenta tantas melodías diferentes. Hay apenas unas cuatro. Totalmente omitible.
Afortunadamente, Cheater mejora un montón. Me llama la atención su letra, sobre un tipo que encuentra a su mujer con otro y busca un arma para matarlos a ambos. Aunque sea una típica letra de rock, pareciera conectar directamente con los sucesos de Hey Joe, como si fuera un spin-off o una precuela. La música tampoco está nada mal, y carga con esa rabia de la historia. Desde el riff retumbante, el enojo en la voz de Halford, que se resuelve en el explosivo estribillo “She was a cheater” (precedido por una fantástica armónica). Está buenísima, y es de lo mejor que van a hacer en la línea del rock más clásico. Never Satisfied tiene algunos solos y requintos interesantes, pero no es tan buena. Run of the Mill es otra épica, que se destaca por sus solos. No termina de gustarme la voz (sobre todo en el final, en el que parece querer imitar a Ian Gillan en Child in Time), pero instrumentalmente tiene una potencia y resonancia que el resto del material no tiene, así que es de mis favoritas.
La antibélica Dying to Meet You tiene dos partes, la primera es más blusera y con cierto tono de balada. Dura hasta casi el cuarto minuto y expresa tristeza por los compañeros caídos. La segunda es más festiva y cargada de ironía, en la que le habla directamente a los generales y expresa el asco que les tiene. Estas secciones no solo contrastan de manera chocante, sino que el paso de una a la otra es forzado, lo que hace que no termine de ser disfrutable en conjunto. Su tristeza no resulta emotiva y su ironía no es inteligente. Al menos es mejor que Winter. Y el último tema es Caviar and Meths, que iba a ser mucho más larga, pero termino quedando solo la intro y reducida a dos minutos. Su atmósfera relajante es tan linda como intrascendente, y conforma otra curiosidad aislada en un disco lleno de curiosidades aisladas.
Al final no sé bien que decir de positivo sobre este disco. ¿Que es una curiosidad histórica y que vale la pena para escuchar al grupo haciendo algo que nunca más hicieron? Los dos siguientes álbumes conservan bastantes elementos en común con este, y ejecutados de mucha mejor manera. ¿Qué es decente, escuchable y algo entretenido? Esas características también se presentan en discos mejores. ¿Que es recomendable solo para coleccionistas? Puede ser, pero la música no está hecha para ser encajonada, sino para ser escuchada, y no creo que mucha gente tenga ganas de escuchar con frecuencia este debut. Sé que hablé más de la historia de la banda que del disco en sí, pero es que es tan anónimo que no me permite explayarme demasiado. Al final es muy fácil de explicar el tremendo salto de calidad de Sad Wings of Destiny: si no hacían algo realmente interesante a la brevedad, se iban a extinguir y nadie se acordaría de ellos. Rocka Rolla no es algo terrible, existen miles de discos peores, pero no tiene absolutamente nada remarcable. Y eso es lo mejor que puedo decir sobre él.

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