sábado, 9 de octubre de 2021

Spirit - The Family That Plays Together


Nota: 8
Mejor tema: I Got a Line on You o Aren’t You Glad
Peor tema: It’s All the Same

1)      I Got a Line on You
2)      It Shall Be
3)      Poor Richard
4)      Silky Sam
5)      Drunkard
6)      Darlin’ If
7)      It’s All the Same
8)      Jewish
9)      Dream Within a Dream
10)    She Smiles
11)    Aren’t You Glad

[Bonus Tracks]

12)    Fog
13)    So Little to Say
14)    Mellow Fellow
15)    Now or Anywhere
16)    Space Chile


Y bajamos un poco el nivel tras una racha inmaculada de nueves y dieces. O sea, este disco no es malo ni mucho menos, pero no está al nivel de lo que venía revisando últimamente. Esto tampoco tiene por qué ser algo malo. Después de todo, qué aburrido sería el mundo de la música (o, mejor dicho, el de la crítica musical) si todos los discos fueran obras maestras, ¿No les parece?

A ver a verde. ¿Por dónde puedo empezar? La respuesta correcta sería “por el principio”, pero “el principio” es algo demasiado abstracto. Cualquier cosa puede ser el principio y cualquier cosa puede ser el final. Tranquilamente podría estar dando la conclusión de la reseña ahora mismo y después ponerme a escribir la crítica, de modo que el principio de este análisis quede al final, con lo cual no sería el final, sino el principio. Y si termino con el principio, entonces pasaría lo inverso: que el principio sería el final. Todo es relativo, después de todo. Ustedes saben que me gusta escribir mucho y desafiar las estructuras formales cuando la situación lo demanda, pero de hacer esto constantemente estaría creando una paradoja: que la vanguardia se volvería lo común y las “estructuras formales” pasarían a ser la verdadera vanguardia. ¿Qué es la vanguardia sino la alteración del orden establecido en el arte? (y en otras prácticas también, por supuesto). Entonces, siendo fiel a la escuela del materialismo dialéctico, he llegado a la conclusión irrevocable de que la mejor forma de empezar este análisis que ustedes tienen frente a sus ojos es ni más ni menos, absoluta, indudablemente…

Empezar contando el contexto en el que se grabó este disco. La banda vivía toda junta en una casa de Topanga, California en ese momento. La relación padrastro-hijastro que tenían Randy California y Ed Cassidy fue lo que inspiró el nombre del disco (además de ser una referencia al famoso dicho en inglés “The family that prays together, stays together”. La familia que reza unida, permanece unida). Los arreglos de este disco fueron gracias a Marty Paich, que también tuvo mucho que ver con los arreglos del debut y del siguiente disco “Clear”. Y fin de la historia. Sí, semejante filosofía de ensalada de palabras para contar estas nimiedades. Pasemos al disco.

Bueno, esta obra es en general bastante buena, pero tiene dos problemas: los arreglos y la composición. El problema que tengo con los arreglos es que hacen que todas las canciones suenen demasiado parecidas. George Starostin y Jesús Gran ya hablaron de esto, pero todo el disco suena como una masa monótona y, para repetir el chiste que hizo el primero, realmente se nota que la familia toca junta. En el mal sentido del término. Esta monotonía sería perdonable si las melodías fueran excelentes, pero ahí viene el otro problema del disco: el hecho de que son todas poco interesantes y hasta cansadas. Acá hay una mayor participación de Randy en la composición y, salvando uno o dos temas, no brilla demasiado en este departamento. Algunos podrán atribuir al relevo de Ferguson como principal compositor el bajón creativo, pero la verdad es que sus canciones acá tampoco son la maravilla. Aparte de la monotonía de los ornamentos de las canciones y la falta de esmero compositivo está la falta de la asombrosa diversidad de estilos que pululaban en el debut y que regresaría en “Twelve Dreams of Dr Sardonicus”. Ni siquiera es un disco de hard rock como muchos críticos dicen (en cuyo caso estaría justificada la monotonía estilística. El hard rock no se presta a un gran eclecticismo), sino un disco muy jazzero, con grooves y ritmos muy relajados. Incluso perezosos podríamos decir. Entiendo que esa pereza está premeditada, pero insisto con que un mejor trabajo compositivo hubiera hecho que no se volvieran tan aburridas e intercambiables. Qué descaro.

Ahora, si vuelven arriba van a ver que este disco tiene un ocho, la cual es una nota alta. ¿Por qué será? Bien, a pesar de la mala onda que le vengo tirando al trabajo en conjunto, la verdad es que estas melodías son placenteras mientras suenan. Es decir, el conjunto es una nube informe, pero al menos es una nube informe sobre la que uno puede recostarse y flotar despreocupadamente. No es una nube de gas tóxico que enferma al contacto. Aparte, es un trabajo corto. Si no contamos los temas extra, son poco más de 37 minutos. ¿Qué son 37 minutos en estos días, después de todo? La mayoría de los discos malos o mediocres no entienden que uno no quiere escucharlos por mucho tiempo y terminan durando decenas de minutos. “The Family That Plays Together” es consciente de sus defectos, y eso hace que las canciones no duren mucho. Con el agregado de que no es un disco malo ni mediocre, sino un chiquitín formuláico. A todo esto ayuda que hay un puñado considerable de canciones estupendas. Quizás no tan geniales como los mejores temas del anterior trabajo, pero cargadas de un buen gusto y enganche indiscutibles. Mis favoritas del lote son I Got a Line on You (de California) y Aren’t You Glad (de Ferguson). La primera y la última, respectivamente. Y dos de las pocas que se acercan al hard rock en todo este trabajo. Como dijo Starostin, me imagino a los críticos escuchando solamente estos dos temas para concluir que este es “el disco hard rock de Spirit”. Pero yo no voy a caer en el mismo error. No señor.

El tema que abre el disco me recuerda un poco al estilo de Fresh Garbage que abría su anterior placa, solo que con los tintes latinos algo más discretos y con más carácter de hit. De hecho, el tema terminó siendo el único hit del disco. Y me encanta. El riff de piano vuelve a sonar fresco, bailable; el estribillo y la melodía vocal (que sigue al riff) son sencillamente adictivas e inyecciones de buen humor; y los solos de guitarra suenan veraniegos y gloriosamente cool (tanto “frescos” como “copados”). Clasicazo. Y la verdad es que no entiendo como ese pedazo de cierre que es Aren’t You Glad no fue otro sencillo, si lo tiene todo. La línea de piano que inicia el tema tiene un sabor épico innegable, la línea vocal es sencilla y humilde pero logra un efecto majestuoso, el sonido crudo y hambriento de la guitarra vuela la cabeza en miles de pedazos, y la adición de instrumentos de viento sobre el final redondea la majestuosidad general. Puede que estos vientos den la apariencia de hacer más bulto sonoro que melodía, pero no molesta en absoluto ya que están al fondo como un mero adorno. Diría que son el ornamento ideal para el rugiente solo que se manda California. Es el mejor final que haya tenido un disco de Spirit (al menos entre sus cuatro primeros lanzamientos). El otro clásico del disco es la infravalorada Dream Within a Dream, que tiene unas armonías vocales alucinantes interpretando una melodía vocal alucinante sobre un trasfondo instrumental de pianos y guitarras lisérgicas quizás no alucinante, pero si tremendamente efectivo como colchón musical. Hermosa pieza pos psicodélica.

El resto ya no es tan despampanante, pero se defiende. El cuarto mejor momento del disco es Jewish que, como imaginarán por su nombre, está cantada en hebreo, además de que su letra está tomada de la canción tradicional Hine Ma Tov. La primera parte de los versos puede ser algo arrastrada y lenta, pero el cambio de octavas en la segunda parte le da un algo que no sé cómo describir y que realmente atrapa. Ahora, lo que realmente me hace destacarla es el impresionante intermedio instrumental, pletórico de teclados profundos y jazzies y dobletes de guitarras ácidas que parecen hamacarse en nuestros oídos. Es EL momento instrumental del disco. Aunque el resto del tema ya no es tan impresionante, ese minuto es lo suficientemente glorioso como para marcar en rojo toda la canción. Sublime. Y el resto es… el resto. It Shall Be es probablemente mi favorita gracias a su tono oscuro y exótico a la vez, con su mezcla de pianos graves, flautas tropicales y otros instrumentos de viento. No me encanta, pero sí que me atrapa en su combinación bizarra. Poor Richard tiene un buen bajo, decentes armonías y melodías vocales y pasajes instrumentales que no están a la altura de los de Jewish, pero que igual se defienden. Me gusta. Silky Sam tiene una buena melodía de tono dramático, “shalalas” y secciones instrumentales orquestales. Me gusta. Drunkard es puramente orquestal y contemplativa y por momentos parecería querer sonar onírica (claro precedente del “Twelve Dreams of Dr Sardonicus”). She Smiles sigue el estilo de Silky Sam (lo que no es mucho decir. Todo sigue el estilo de todo acá, a fin de cuentas). Darlin If nos da otra dosis de atmósferas contemplativas y relajadas. Me gustan. Dejé para el final el tema más flojo: It’s All the Same (que bien podría haber titulado el disco), compuesta por Randy y Cassidy. Empieza con un sonido como de plato volador para convertirse en un blues rock con guitarras crujientes y una melodía que me recuerda al country. Hasta acá todo bien, y hasta parece que nos va a dar la diversidad que tanto buscábamos, pero de pronto y cuando menos nos lo esperamos nos meten ni más ni menos que un solo de batería. Un claro ejemplo de que la diversidad no necesariamente hace que las cosas sean mejores. ¿Pero adivinen qué? Me gusta. Todo me gusta por acá. Quisiera poder decir más que eso, pero “me gusta” está bastante bien, supongo. Tomen mi pulgar arriba de Facebook y déjense de joder con flojeras.

¿Tengo que hablar de los temas extras? Desgraciadamente, sí. Space Chile es un tema de Locke bastante largo y aburrido que tendría un destino más digno en el mencionado varias veces “Twelve Dreams”, con la duración recortada a casi la mitad y renombrado Space Child. Mellow Fellow es otra composición bastante aburrida también de Locke (este tipo es el Ringo Starr de Spirit, definitivamente. Solo que tecladista en vez de baterista) pero con un poco más de ritmo y no tan insultantemente larga. Fog es otro instrumental y está compuesta entre Locke y California, y gracias a la colaboración de este último es que es más decente, con sus tonos crudos de guitarra y unas tímidas orquestaciones de fondo. So Little to Say empieza sentimentaloide y toma más ritmo… para después volver a ser sentimentaloide de nuevo. Pero esperen, que toma más ritmo de nuevo. Y así termina. No está mal. Nos queda Now or Anywhere, que no me permite decir demasiado. Solo que tiene buenos solos de guitarra. ¿Podemos pasar a la conclusión? Al fin.

Por favor, gente. No me malinterpreten. No odio a “The Family That Plays Together”. Me gusta. En serio me gusta. Es solo que se hace muy agotador de escuchar. Se centraron demasiado en la atmósfera de relax y se olvidaron de que se pueden componer buenas canciones relajadas. De que la atmósfera musical funciona mejor cuando la música funciona bien. Acá se quedan a medio camino. Pero ya siento que le di demasiados palos al pobre disco, así que voy a ser un poco más bueno con él ahora. Ninguna canción es ofensiva y tenemos al menos tres grandes temas que no pueden faltar en ninguna colección respetable, además de que se nota el profesionalismo de estos tipos al tocar, y eso siempre suma. No hay ninguna vergüenza en tenerlo en tu discoteca. Cómprenlo y denle el amor que no le di yo en esta reseña.


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