Mejor tema: I Got a Line on You o Aren’t You Glad
Peor tema: It’s All the Same
1) I Got a Line on You2) It Shall Be3) Poor Richard4) Silky Sam5) Drunkard6) Darlin’ If7) It’s All the Same8) Jewish9) Dream Within a Dream10) She Smiles11) Aren’t You Glad
[Bonus Tracks]
12) Fog
13) So Little to Say
14) Mellow Fellow
15) Now or Anywhere16) Space Chile
Y bajamos un poco el nivel tras
una racha inmaculada de nueves y dieces. O sea, este disco no es malo ni mucho
menos, pero no está al nivel de lo que venía revisando últimamente. Esto
tampoco tiene por qué ser algo malo. Después de todo, qué aburrido sería el
mundo de la música (o, mejor dicho, el de la crítica musical) si todos los
discos fueran obras maestras, ¿No les parece?
A ver a verde. ¿Por dónde puedo
empezar? La respuesta correcta sería “por el principio”, pero “el principio” es
algo demasiado abstracto. Cualquier cosa puede ser el principio y cualquier
cosa puede ser el final. Tranquilamente podría estar dando la conclusión de la
reseña ahora mismo y después ponerme a escribir la crítica, de modo que el
principio de este análisis quede al final, con lo cual no sería el final, sino
el principio. Y si termino con el principio, entonces pasaría lo inverso: que
el principio sería el final. Todo es relativo, después de todo. Ustedes saben
que me gusta escribir mucho y desafiar las estructuras formales cuando la
situación lo demanda, pero de hacer esto constantemente estaría creando una
paradoja: que la vanguardia se volvería lo común y las “estructuras formales”
pasarían a ser la verdadera vanguardia. ¿Qué es la vanguardia sino la
alteración del orden establecido en el arte? (y en otras prácticas también, por
supuesto). Entonces, siendo fiel a la escuela del materialismo dialéctico, he
llegado a la conclusión irrevocable de que la mejor forma de empezar este
análisis que ustedes tienen frente a sus ojos es ni más ni menos, absoluta,
indudablemente…
Empezar contando el contexto en
el que se grabó este disco. La banda vivía toda junta en una casa de Topanga,
California en ese momento. La relación padrastro-hijastro que tenían Randy
California y Ed Cassidy fue lo que inspiró el nombre del disco (además de ser
una referencia al famoso dicho en inglés “The family that prays together, stays
together”. La familia que reza unida, permanece unida). Los arreglos de este
disco fueron gracias a Marty Paich, que también tuvo mucho que ver con los
arreglos del debut y del siguiente disco “Clear”. Y fin de la historia. Sí,
semejante filosofía de ensalada de palabras para contar estas nimiedades.
Pasemos al disco.
Bueno, esta obra es en general bastante
buena, pero tiene dos problemas: los arreglos y la composición. El problema que
tengo con los arreglos es que hacen que todas las canciones suenen demasiado
parecidas. George Starostin y Jesús Gran ya hablaron de esto, pero todo el
disco suena como una masa monótona y, para repetir el chiste que hizo el
primero, realmente se nota que la familia toca junta. En el mal sentido del
término. Esta monotonía sería perdonable si las melodías fueran excelentes,
pero ahí viene el otro problema del disco: el hecho de que son todas poco
interesantes y hasta cansadas. Acá hay una mayor participación de Randy en la
composición y, salvando uno o dos temas, no brilla demasiado en este
departamento. Algunos podrán atribuir al relevo de Ferguson como principal
compositor el bajón creativo, pero la verdad es que sus canciones acá tampoco
son la maravilla. Aparte de la monotonía de los ornamentos de las canciones y
la falta de esmero compositivo está la falta de la asombrosa diversidad de estilos
que pululaban en el debut y que regresaría en “Twelve Dreams of Dr Sardonicus”.
Ni siquiera es un disco de hard rock como muchos críticos dicen (en cuyo caso
estaría justificada la monotonía estilística. El hard rock no se presta a un
gran eclecticismo), sino un disco muy jazzero, con grooves y ritmos muy
relajados. Incluso perezosos podríamos decir. Entiendo que esa pereza está
premeditada, pero insisto con que un mejor trabajo compositivo hubiera hecho
que no se volvieran tan aburridas e intercambiables. Qué descaro.
Ahora, si vuelven arriba van a
ver que este disco tiene un ocho, la cual es una nota alta. ¿Por qué será?
Bien, a pesar de la mala onda que le vengo tirando al trabajo en conjunto, la
verdad es que estas melodías son placenteras mientras suenan. Es decir, el
conjunto es una nube informe, pero al menos es una nube informe sobre la que
uno puede recostarse y flotar despreocupadamente. No es una nube de gas tóxico
que enferma al contacto. Aparte, es un trabajo corto. Si no contamos los temas
extra, son poco más de 37 minutos. ¿Qué son 37 minutos en estos días, después
de todo? La mayoría de los discos malos o mediocres no entienden que uno no
quiere escucharlos por mucho tiempo y terminan durando decenas de minutos. “The
Family That Plays Together” es consciente de sus defectos, y eso hace que las
canciones no duren mucho. Con el agregado de que no es un disco malo ni
mediocre, sino un chiquitín formuláico. A todo esto ayuda que hay un puñado
considerable de canciones estupendas. Quizás no tan geniales como los mejores
temas del anterior trabajo, pero cargadas de un buen gusto y enganche
indiscutibles. Mis favoritas del lote son I
Got a Line on You (de California) y
Aren’t You Glad (de Ferguson). La
primera y la última, respectivamente. Y dos de las pocas que se acercan al hard
rock en todo este trabajo. Como dijo Starostin, me imagino a los críticos
escuchando solamente estos dos temas para concluir que este es “el disco hard
rock de Spirit”. Pero yo no voy a caer en el mismo error. No señor.
El tema que abre el disco me
recuerda un poco al estilo de Fresh
Garbage que abría su anterior placa, solo que con los tintes latinos algo
más discretos y con más carácter de hit. De hecho, el tema terminó siendo el
único hit del disco. Y me encanta. El riff de piano vuelve a sonar fresco,
bailable; el estribillo y la melodía vocal (que sigue al riff) son
sencillamente adictivas e inyecciones de buen humor; y los solos de guitarra
suenan veraniegos y gloriosamente cool (tanto
“frescos” como “copados”). Clasicazo. Y la verdad es que no entiendo como ese
pedazo de cierre que es Aren’t You Glad
no fue otro sencillo, si lo tiene todo. La línea de piano que inicia el tema
tiene un sabor épico innegable, la línea vocal es sencilla y humilde pero logra
un efecto majestuoso, el sonido crudo y hambriento de la guitarra vuela la
cabeza en miles de pedazos, y la adición de instrumentos de viento sobre el
final redondea la majestuosidad general. Puede que estos vientos den la
apariencia de hacer más bulto sonoro que melodía, pero no molesta en absoluto
ya que están al fondo como un mero adorno. Diría que son el ornamento ideal
para el rugiente solo que se manda California. Es el mejor final que haya
tenido un disco de Spirit (al menos entre sus cuatro primeros lanzamientos). El
otro clásico del disco es la infravalorada Dream
Within a Dream, que tiene unas armonías vocales alucinantes interpretando
una melodía vocal alucinante sobre un trasfondo instrumental de pianos y
guitarras lisérgicas quizás no alucinante, pero si tremendamente efectivo como
colchón musical. Hermosa pieza pos psicodélica.
El resto ya no es tan
despampanante, pero se defiende. El cuarto mejor momento del disco es Jewish que, como imaginarán por su
nombre, está cantada en hebreo, además de que su letra está tomada de la
canción tradicional Hine Ma Tov. La
primera parte de los versos puede ser algo arrastrada y lenta, pero el cambio
de octavas en la segunda parte le da un algo que no sé cómo describir y que
realmente atrapa. Ahora, lo que realmente me hace destacarla es el
impresionante intermedio instrumental, pletórico de teclados profundos y
jazzies y dobletes de guitarras ácidas que parecen hamacarse en nuestros oídos.
Es EL momento instrumental del disco. Aunque el resto del tema ya no es tan
impresionante, ese minuto es lo suficientemente glorioso como para marcar en
rojo toda la canción. Sublime. Y el resto es… el resto. It Shall Be es probablemente mi favorita gracias a su tono oscuro y
exótico a la vez, con su mezcla de pianos graves, flautas tropicales y otros
instrumentos de viento. No me encanta, pero sí que me atrapa en su combinación
bizarra. Poor Richard tiene un buen bajo,
decentes armonías y melodías vocales y pasajes instrumentales que no están a la
altura de los de Jewish, pero que
igual se defienden. Me gusta. Silky Sam
tiene una buena melodía de tono dramático, “shalalas” y secciones
instrumentales orquestales. Me gusta. Drunkard
es puramente orquestal y contemplativa y por momentos parecería querer
sonar onírica (claro precedente del “Twelve Dreams of Dr Sardonicus”). She Smiles sigue el estilo de Silky Sam (lo que no es mucho decir.
Todo sigue el estilo de todo acá, a fin de cuentas). Darlin If nos da otra dosis de atmósferas contemplativas y
relajadas. Me gustan. Dejé para el final el tema más flojo: It’s All the Same (que bien podría haber
titulado el disco), compuesta por Randy y Cassidy. Empieza con un sonido como
de plato volador para convertirse en un blues rock con guitarras crujientes y
una melodía que me recuerda al country. Hasta acá todo bien, y hasta parece que
nos va a dar la diversidad que tanto buscábamos, pero de pronto y cuando menos
nos lo esperamos nos meten ni más ni menos que un solo de batería. Un claro
ejemplo de que la diversidad no necesariamente hace que las cosas sean mejores.
¿Pero adivinen qué? Me gusta. Todo me gusta por acá. Quisiera poder decir más
que eso, pero “me gusta” está bastante bien, supongo. Tomen mi pulgar arriba de
Facebook y déjense de joder con flojeras.
¿Tengo que hablar de los temas
extras? Desgraciadamente, sí. Space Chile
es un tema de Locke bastante largo y aburrido que tendría un destino más digno
en el mencionado varias veces “Twelve Dreams”, con la duración recortada a casi
la mitad y renombrado Space Child. Mellow Fellow es otra composición
bastante aburrida también de Locke (este tipo es el Ringo Starr de Spirit,
definitivamente. Solo que tecladista en vez de baterista) pero con un poco más
de ritmo y no tan insultantemente larga. Fog
es otro instrumental y está compuesta entre Locke y California, y gracias a
la colaboración de este último es que es más decente, con sus tonos crudos de
guitarra y unas tímidas orquestaciones de fondo. So Little to Say empieza sentimentaloide y toma más ritmo… para
después volver a ser sentimentaloide de nuevo. Pero esperen, que toma más ritmo
de nuevo. Y así termina. No está mal. Nos queda Now or Anywhere, que no me permite decir demasiado. Solo que tiene
buenos solos de guitarra. ¿Podemos pasar a la conclusión? Al fin.
Por favor, gente. No me
malinterpreten. No odio a “The Family That Plays Together”. Me gusta. En serio
me gusta. Es solo que se hace muy agotador de escuchar. Se centraron demasiado
en la atmósfera de relax y se olvidaron de que se pueden componer buenas
canciones relajadas. De que la atmósfera musical funciona mejor cuando la
música funciona bien. Acá se quedan a medio camino. Pero ya siento que le di
demasiados palos al pobre disco, así que voy a ser un poco más bueno con él
ahora. Ninguna canción es ofensiva y tenemos al menos tres grandes temas que no
pueden faltar en ninguna colección respetable, además de que se nota el
profesionalismo de estos tipos al tocar, y eso siempre suma. No hay ninguna
vergüenza en tenerlo en tu discoteca. Cómprenlo y denle el amor que no le di yo
en esta reseña.
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