martes, 30 de agosto de 2022

Patricio Rey y sus redonditos de ricota - Gulp!


Nota: 8+
Mejor tema: La bestia pop (sí, soy así de original)
Peor tema: Pierre, el vitricida

1)      Barbazul versus el amor letal
2)      La bestia pop
3)      Roto y mal parado
4)      Pierre, el vitricida
5)      Unos pocos peligros sensatos
6)      Yo no me caí del cielo
7)      Te voy a atornillar
8)      Superlógico
9)      Ñam fri fruli fali fru
10)    El infierno está encantador esta noche
11)    Criminal mambo


Porque hacía falta algo de rock en español en este humilde sitio de reseñas/críticas musicales. Y, como me encanta complicarme la vida, decidí agarrar a una de las bandas que más me cuesta entender, pero a la vez una de las más queridas y religiosamente glorificadas de Argentina: Patricio Rey y sus redonditos de ricota, conocida informalmente como Los redondos. Esta reseña puede que sea tan revoltosa y poco comprensible como es para mí la filosofía de este particular grupo, así que abróchense los cinturones.

Pero primero lo primero, la biografía de estos muchachos. Si bien todo argentino que se considere respetable se conoce al dedillo su historia, en internet me puede leer cualquiera de cualquier país, así que no está de más recapitular para los recién iniciados. Todo comienza a fines de los setenta en La Plata, en el movimiento psicodélico platense, el cual organizaba el hermano del guitarrista Skay Beilinson, que se llama Guillermo. En este movimiento se aglutinaban artistas de cualquier índole. Originalmente, Los redondos no eran una banda de rock propiamente dicha, sino una mezcla números artísticos de cada miembro. Destacaban el mencionado Skay y el artista gráfico Rocambole Cohen. Durante esa época, Carlos «el Indio» Solari era estudiante de Bellas Artes, a la vez que artesano. De a poco conoció a futuros miembros de la banda, como el primigenio bajista Daniel Fenton (nada que ver con Danny Fenton, también conocido como Danny Phantom, personaje de Butch Hartman), quien le consiguió trabajo en un taller de estampados. Ahí conoció a Guillermo, a Skay, a Sergio Martínez y a Edgardo Gaudini, que serían importantes en lo que se estaba por gestar.

El grupo se formó como banda recién en 1976 y aparecieron en escena al año siguiente en el Teatro Lozano. Fue un momento en el que marcaron parte de su identidad, con detalles como que Gaudini apareciera vestido de sultán y repartiera buñuelos redondos de ricota y nuez al público, a los cuales llamaba «redonditos y afrodisíacos». El tipo había tomado la receta de un libro de la economista Patricia Rey. Como todo en este mundo puede entrelazarse y mezclarse a gusto, fue ahí que surgió el nombre Patricio Rey y sus redonditos de ricota. En esos inicios eran más bien un grupo de rock teatral que incorporaba mucho lo audiovisual a sus shows, con cosas tales como payasos, monologuistas y desnudistas. Aparte, carecían de integrantes fijos en puestos fijos. En parte, todas estas escenas eran así por las prohibiciones de la dictadura cívico-militar que gobernaba el país en la época, de modo que no podían tocar rock como tal.

En 1978 realizaron su primer recital al interior del país y en Buenos Aires. La formación con la que contaban en ese momento era Conejo Jovilet en la guitarra, Roddy Castro en los teclados y León Vanella. Tuvieron varias presentaciones más hasta inicios del 79 y, por motivos personales de mudanza de los hermanos Beilinson y del Indio, pararon por unos cuantos meses. Hasta diciembre de ese mismo año. Pero no retomarían el ritmo hasta algunos años más tarde. En el 82, más específicamente. A inicios de ese año, se organizó un festival para salvar a la revista de rock llamada Pan Caliente de un cierre. Los redondos fueron invitados a ese festival. Solari no estaba muy convencido, ya que el espectáculo era de día con otras bandas, y él prefería la soledad de la noche (sí, desde el inicio con pretensiones). Sin embargo, por votación en el grupo, se presentaron de día como un espectáculo más de los muchos que había. Se hicieron bastante conocidos, ya que los vieron unas cinco mil personas. Fue además un show polémico debido a lo picante de la presentación y lo conservador de la sociedad de entonces. Incluso la policía arribó al lugar, pero lo resolvieron con imaginación y la naturalidad que permite el teatro. Esto es, envolvieron con sábanas a las bailarinas que habían generado la polémica y se las llevaron del escenario antes de que subiera la cana. Con todo esto, se volvieron lo más destacado del festival y retomaron su racha de conciertos. Llegaron a llamar la atención de la discográfica RCA, con quienes grabaron su primera demo profesional, pero a la disquera no le interesó la demo. La cuestión es que al público sí le gustó y ganaron radiodifusión. De a poco hicieron más y más shows, y ganaban más y más público gracias al boca a boca. Y, como ya estoy alargando demasiado esta introducción, vamos a la carnecita. Sus shows pasaron a ser algo más estándar y menos teatral, quedaron el Indio, Skay, Rocambole y la negra Poli (este último como representante). Pero en fin, que para 1985 grabaron este primer disco llamado «Gulp», con un montón de instrumentistas e invitados que no tengo ganas de enumerar. Fin.

Para que la presentación no ocupe más espacio que mi opinión sobre el grupo, vamos a ello. Como dije al inicio, esta banda es la más popular y la que más supo llenar lugares en Argentina antes de su separación en 2001. ¿Son la mejor banda del país? Y… no estoy seguro. Después de todo, no sacaron un disco que considere un diez de diez, y la dupla Solari-Beilinson, aunque un gran dueto compositivo, no me parecen los mejores compositores de Argentina (honor que probablemente le daría a Spinetta o a Charly García). Ahora, ¿son una de las bandas más consistentemente creativas, originales y particulares de Argentina? Mierda que sí. O sea, sacaron diez discos (nueve si consideramos que uno es doble y fue lanzado en dos tomos, a lo «Use Your Illusion») y no hay uno solo que no me parezca muy bueno como mínimo. Además de que el estilo lírico de Solari es bastante particular e inédito y que sus músicos son muy dotados en general. No, no soy un amante del grupo. Su filosofía no me termina de llegar. Sin embargo, sí que soy una especie de admirador de lo que hacen. Y en lo musical, aspecto que a mí me importa, son intachables, con montones de grandes canciones. ¿Cómo no respetarlos?

Con respecto al disco en sí… bien, ¿por dónde empezar? Como ya dejé en claro, no soy un gran entendedor de la filosofía «ricotera», ni me van a encontrar analizando con microscopio cada palabra soltada por el Indio. Sin embargo, una sensación que me deja este disco es la de que el grupo todavía no se mete en temas políticos y serios. No tanto, al menos. La atmósfera que me transmiten estas canciones es más sexual, festiva y vaporosa que militante y revulsiva como sería su siguiente trabajo: «Oktubre». Los tipos ya tienen un estilo propio musicalmente hablando, y las canciones son muy buenas, pero dirigen todos estos esfuerzos a un lugar menos comprometido ideológicamente (obviando el hecho de que siempre tuvieron relación con la política). Esto no está mal necesariamente. Lo que es más, veo a este disco como una especie de parodia a la típica banda que vive según el eslogan «sexo, drogas y rock and roll». Quizás intencionalmente, quizás por falta de madurez y experiencia, quizás por un poco de ambas cosas, pero creo que esto es lo que buscaban plasmar estos tipos. Y lo respeto. Ahora sí, a las canciones.

Empezamos el viaje con esos sugerentes saxofones y maliciosas guitarras líquidas. Se trata de Barbazul vs el amor letal. Solari canta líneas bien sexuales con un estilo a tono y grandes ribetes instrumentales como telón de fondo. En general, el tema da una sensación claustrofóbica, de encierro en una prisión (tal y como describe la letra). Pero no alcanzo a decidir si es un encierro involuntario o si se trata más bien de una escena consensuada para una película porno o algo así. Sea cual sea el caso, es una gran canción que delata las intenciones del disco y de la banda: dejar atrás los clichés, pero no para hacer algo nunca visto, sino ofrecer una perspectiva nueva a los temas de toda la vida. Y La bestia pop es mi tema favorito del disco, gracias a su melodía tomada prestada de Lawrence de arabia que logra sonar revitalizada y sus matices más teatrales. ¿Y cómo olvidar ese estribillo inmediatamente clásico? «A brillar mi amor/vamos a brillar, mi amor». Simple pero efectivo. Su cadencia también es destacable. Todo fluye con la naturalidad necesaria. Brillante golpe doble.

Roto y mal parado es una especie de blues modernizado. Ochentizado, si lo queremos. Avanza tranquila pero imparable. Este tema me transmite la imagen del Indio hablando desde el lugar de superestrella que alcanzó (o que alcanzaría más adelante), dirigiéndose a su público como su salvador del día a día. Medio egocéntrico, sí, pero es un personaje después de todo. En cuanto a lo musical, es algo repetitiva, pero es parte del género en el que se mueve la canción, así que se perdona. Eso sí, esos «Fuego, fueeeego» y «Qué más/qué más/qué más» sí que cansan al cabo de un rato. Pierre, el vitricida parece un número circense, con efectos de sonido del público vitoreando y vidrios rompiéndose. Me remite un poco a lo que debía ser el grupo cuando era un acto teatral, y quizás era la intención. Es entretenida, pero no aporta mucho más que un par de risas. Es lo más flojo del disco. Unos pocos peligros sensatos tiene un estilo similar pero está más desarrollada. El trabajo de saxo y la melodía vocal son muy buenas, y esos «¡golpe de suerte!» son, precisamente, un golpe de suerte para rematar al tema. Muy bien.

El rasguido nervioso de guitarra de Yo no me caí del cielo deriva inmediatamente en un riff más new wave que me imagino compuesto por Soda Stereo, para que luego se convierta en un tema 100% redondo (en toda acepción posible) con el saxo, la voz y las letras de Solari. Suena algo dulzona, pero crea el ambiente necesario para que el protagonista de la letra jure su lealtad y fidelidad a la chica que ama. Aunque no sé si estará admitiendo que no es lo mejor que hay (esto es, haciendo autocrítica) o si realmente se cree que él y nadie más que él es la persona que esa mujer merece. Típica ambigüedad ricotera. Me gusta.

Inmediatamente después entra la melodía húmeda y encharcada de Te voy a atornillar, con el Indio asfixiándonos con sus declaraciones, de modo que se logra el efecto egocéntrico y de sumisión de la letra. Mientras tanto, el ritmo cabalga y cabalga y todo cierra como un círculo. Nada mal. ¿Y recuerdan que hace un rato definí al disco como sexual y vaporoso? Pues bien, lo hice con Superlógico en mente. Su música es tan espesa y caliente que me hace imaginarme a los intérpretes en un sauna mientras esperan a que unas mujeres mantis tengan sexo con ellos para después devorarles la cabeza. Es una imagen MUY fuerte. Y los coros femeninos acentúan esa carga de sexualidad latente. Es de mis favoritas del disco.

¿Qué sigue a una canción tan caliente y oscura como esa? Pues otra canción caliente, pero esta vez más liviana. Ñam fri fruli fali fru (no confundir con Bebito fiu fiu) es un rock and roll más tipo cincuentas pero con un sonido modernoso. Sus coros son muy muy pegadizos, así como el piano, el saxo y la guitarra. Algo me dice que Solari quiere algo más que cuidar de su amorcito. Sí, tampoco descubrí la pólvora con esta afirmación, pero es lo que tiene no entender bien las letras de un grupo. Terminás diciendo obviedades. Y entramos a la recta final con El infierno está encantador esta noche, cuya línea de guitarra a lo Talking Heads es la perfecta alfombra para que el saxo haga las mil maravillas y el Indio empiece a hablarle directamente al público de esa forma tan particular suya. Quizás quiera creerse superior a quienes lo escuchan, o quizás quiera encontrar en esa gente un refugio al dolor que todo artista siente. Al menos esa compañía hace que ese dolor se transforme en algo positivo, y de ahí que el infierno esté encantador. Bah, puedo estar hablando por hablar, pero es lo que me transmite la canción, y el arte es subjetivo. Para cerrar finalmente el álbum, toda la festividad y sexualidad se transforma en locura pura y dura con Criminal mambo. La letra es breve, pero la tensión y enfermismo que transmite la canción habla por sí mismo. Una interpretación que leí del tema es que trata de un criminal con sus mambos (o sea, sus locuras y obsesiones). Como la palabra «criminal» es prácticamente igual en inglés y en español, podría estar cantada en espanglish. Es decir, en inglés los adjetivos van antes que el sustantivo, y de ahí que esté hablando de un mambo criminal. No sé si me explico. No es de mis favoritas en lo musical, pero es un buen cierre conceptualmente hablando.

En definitiva, muy buen disco. No lo considero el mejor del grupo, pero es difícil hablar de mejores y peores en una discografía tan corta y con tanta calidad de por medio. Para dejar en claro mi punto sobre esta obra, es Patricio Rey en su punto menos político y más teatral, descarado e inexperto. Quizás por eso el disco se llama «Gulp». Es decir, están tragando saliva de la inseguridad y sorpresa. Pero esto no es malo. Todo lo contrario. Hasta me animo a decir que ya hay vestigios de lo que sería el futuro de la banda. ¿O me van a decir que ese Criminal Mambo no abre el camino a la militancia revulsiva de «Oktubre»? Se los dejo de tarea.



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