Mejor tema: La bestia pop (sí, soy así de original)
1) Barbazul versus el amor letal
2) La bestia pop
3) Roto y mal parado
4) Pierre, el vitricida
5) Unos pocos peligros sensatos
6) Yo no me caí del cielo
7) Te voy a atornillar
8) Superlógico
9) Ñam fri fruli fali fru
10) El infierno está encantador esta noche11) Criminal mambo
Porque hacía falta algo de rock
en español en este humilde sitio de reseñas/críticas musicales. Y, como me
encanta complicarme la vida, decidí agarrar a una de las bandas que más me
cuesta entender, pero a la vez una de las más queridas y religiosamente
glorificadas de Argentina: Patricio Rey y sus redonditos de ricota, conocida
informalmente como Los redondos. Esta reseña puede que sea tan revoltosa y poco
comprensible como es para mí la filosofía de este particular grupo, así que
abróchense los cinturones.
Pero primero lo primero, la
biografía de estos muchachos. Si bien todo argentino que se considere
respetable se conoce al dedillo su historia, en internet me puede leer
cualquiera de cualquier país, así que no está de más recapitular para los
recién iniciados. Todo comienza a fines de los setenta en La Plata, en el
movimiento psicodélico platense, el cual organizaba el hermano del guitarrista
Skay Beilinson, que se llama Guillermo. En este movimiento se aglutinaban
artistas de cualquier índole. Originalmente, Los redondos no eran una banda de
rock propiamente dicha, sino una mezcla números artísticos de cada miembro.
Destacaban el mencionado Skay y el artista gráfico Rocambole Cohen. Durante esa
época, Carlos «el Indio» Solari era estudiante de Bellas Artes, a la vez que artesano.
De a poco conoció a futuros miembros de la banda, como el primigenio bajista
Daniel Fenton (nada que ver con Danny Fenton, también conocido como Danny
Phantom, personaje de Butch Hartman), quien le consiguió trabajo en un taller
de estampados. Ahí conoció a Guillermo, a Skay, a Sergio Martínez y a Edgardo
Gaudini, que serían importantes en lo que se estaba por gestar.
El grupo se formó como banda
recién en 1976 y aparecieron en escena al año siguiente en el Teatro Lozano.
Fue un momento en el que marcaron parte de su identidad, con detalles como que
Gaudini apareciera vestido de sultán y repartiera buñuelos redondos de ricota y
nuez al público, a los cuales llamaba «redonditos y afrodisíacos». El tipo
había tomado la receta de un libro de la economista Patricia Rey. Como todo en
este mundo puede entrelazarse y mezclarse a gusto, fue ahí que surgió el nombre
Patricio Rey y sus redonditos de ricota. En esos inicios eran más bien un grupo
de rock teatral que incorporaba mucho lo audiovisual a sus shows, con cosas
tales como payasos, monologuistas y desnudistas. Aparte, carecían de
integrantes fijos en puestos fijos. En parte, todas estas escenas eran así por
las prohibiciones de la dictadura cívico-militar que gobernaba el país en la
época, de modo que no podían tocar rock como tal.
En 1978 realizaron su primer recital
al interior del país y en Buenos Aires. La formación con la que contaban en ese
momento era Conejo Jovilet en la guitarra, Roddy Castro en los teclados y León
Vanella. Tuvieron varias presentaciones más hasta inicios del 79 y, por motivos
personales de mudanza de los hermanos Beilinson y del Indio, pararon por unos
cuantos meses. Hasta diciembre de ese mismo año. Pero no retomarían el ritmo
hasta algunos años más tarde. En el 82, más específicamente. A inicios de ese
año, se organizó un festival para salvar a la revista de rock llamada Pan
Caliente de un cierre. Los redondos fueron invitados a ese festival. Solari no
estaba muy convencido, ya que el espectáculo era de día con otras bandas, y él
prefería la soledad de la noche (sí, desde el inicio con pretensiones). Sin
embargo, por votación en el grupo, se presentaron de día como un espectáculo
más de los muchos que había. Se hicieron bastante conocidos, ya que los vieron
unas cinco mil personas. Fue además un show polémico debido a lo picante de la
presentación y lo conservador de la sociedad de entonces. Incluso la policía
arribó al lugar, pero lo resolvieron con imaginación y la naturalidad que
permite el teatro. Esto es, envolvieron con sábanas a las bailarinas que habían
generado la polémica y se las llevaron del escenario antes de que subiera la
cana. Con todo esto, se volvieron lo más destacado del festival y retomaron su
racha de conciertos. Llegaron a llamar la atención de la discográfica RCA, con
quienes grabaron su primera demo profesional, pero a la disquera no le interesó
la demo. La cuestión es que al público sí le gustó y ganaron radiodifusión. De
a poco hicieron más y más shows, y ganaban más y más público gracias al boca a
boca. Y, como ya estoy alargando demasiado esta introducción, vamos a la
carnecita. Sus shows pasaron a ser algo más estándar y menos teatral, quedaron
el Indio, Skay, Rocambole y la negra Poli (este último como representante).
Pero en fin, que para 1985 grabaron este primer disco llamado «Gulp», con un
montón de instrumentistas e invitados que no tengo ganas de enumerar. Fin.
Para que la presentación no ocupe
más espacio que mi opinión sobre el grupo, vamos a ello. Como dije al inicio,
esta banda es la más popular y la que más supo llenar lugares en Argentina
antes de su separación en 2001. ¿Son la mejor banda del país? Y… no estoy
seguro. Después de todo, no sacaron un disco que considere un diez de diez, y
la dupla Solari-Beilinson, aunque un gran dueto compositivo, no me parecen los
mejores compositores de Argentina (honor que probablemente le daría a Spinetta
o a Charly García). Ahora, ¿son una de las bandas más consistentemente
creativas, originales y particulares de Argentina? Mierda que sí. O sea,
sacaron diez discos (nueve si consideramos que uno es doble y fue lanzado en
dos tomos, a lo «Use Your Illusion») y no hay uno solo que no me parezca muy
bueno como mínimo. Además de que el estilo lírico de Solari es bastante
particular e inédito y que sus músicos son muy dotados en general. No, no soy
un amante del grupo. Su filosofía no me termina de llegar. Sin embargo, sí que
soy una especie de admirador de lo que hacen. Y en lo musical, aspecto que a mí
me importa, son intachables, con montones de grandes canciones. ¿Cómo no
respetarlos?
Con respecto al disco en sí…
bien, ¿por dónde empezar? Como ya dejé en claro, no soy un gran entendedor de
la filosofía «ricotera», ni me van a encontrar analizando con microscopio cada
palabra soltada por el Indio. Sin embargo, una sensación que me deja este disco
es la de que el grupo todavía no se mete en temas políticos y serios. No tanto,
al menos. La atmósfera que me transmiten estas canciones es más sexual, festiva
y vaporosa que militante y revulsiva como sería su siguiente trabajo: «Oktubre».
Los tipos ya tienen un estilo propio musicalmente hablando, y las canciones son
muy buenas, pero dirigen todos estos esfuerzos a un lugar menos comprometido
ideológicamente (obviando el hecho de que siempre tuvieron relación con la
política). Esto no está mal necesariamente. Lo que es más, veo a este disco
como una especie de parodia a la típica banda que vive según el eslogan «sexo,
drogas y rock and roll». Quizás intencionalmente, quizás por falta de madurez y
experiencia, quizás por un poco de ambas cosas, pero creo que esto es lo que
buscaban plasmar estos tipos. Y lo respeto. Ahora sí, a las canciones.
Empezamos el viaje con esos
sugerentes saxofones y maliciosas guitarras líquidas. Se trata de Barbazul vs el amor letal. Solari canta
líneas bien sexuales con un estilo a tono y grandes ribetes instrumentales como
telón de fondo. En general, el tema da una sensación claustrofóbica, de
encierro en una prisión (tal y como describe la letra). Pero no alcanzo a
decidir si es un encierro involuntario o si se trata más bien de una escena
consensuada para una película porno o algo así. Sea cual sea el caso, es una
gran canción que delata las intenciones del disco y de la banda: dejar atrás
los clichés, pero no para hacer algo nunca visto, sino ofrecer una perspectiva
nueva a los temas de toda la vida. Y La
bestia pop es mi tema favorito del disco, gracias a su melodía tomada
prestada de Lawrence de arabia que
logra sonar revitalizada y sus matices más teatrales. ¿Y cómo olvidar ese
estribillo inmediatamente clásico? «A brillar mi amor/vamos a brillar, mi amor».
Simple pero efectivo. Su cadencia también es destacable. Todo fluye con la
naturalidad necesaria. Brillante golpe doble.
Roto y mal parado es una especie de blues modernizado. Ochentizado,
si lo queremos. Avanza tranquila pero imparable. Este tema me transmite la
imagen del Indio hablando desde el lugar de superestrella que alcanzó (o que
alcanzaría más adelante), dirigiéndose a su público como su salvador del día a
día. Medio egocéntrico, sí, pero es un personaje después de todo. En cuanto a
lo musical, es algo repetitiva, pero es parte del género en el que se mueve la
canción, así que se perdona. Eso sí, esos «Fuego, fueeeego» y «Qué más/qué
más/qué más» sí que cansan al cabo de un rato. Pierre, el vitricida parece un número circense, con efectos de
sonido del público vitoreando y vidrios rompiéndose. Me remite un poco a lo que
debía ser el grupo cuando era un acto teatral, y quizás era la intención. Es
entretenida, pero no aporta mucho más que un par de risas. Es lo más flojo del
disco. Unos pocos peligros sensatos tiene
un estilo similar pero está más desarrollada. El trabajo de saxo y la melodía
vocal son muy buenas, y esos «¡golpe de suerte!» son, precisamente, un golpe de
suerte para rematar al tema. Muy bien.
El rasguido nervioso de guitarra
de Yo no me caí del cielo deriva inmediatamente
en un riff más new wave que me imagino compuesto por Soda Stereo, para que
luego se convierta en un tema 100% redondo (en toda acepción posible) con el
saxo, la voz y las letras de Solari. Suena algo dulzona, pero crea el ambiente
necesario para que el protagonista de la letra jure su lealtad y fidelidad a la
chica que ama. Aunque no sé si estará admitiendo que no es lo mejor que hay (esto
es, haciendo autocrítica) o si realmente se cree que él y nadie más que él es
la persona que esa mujer merece. Típica ambigüedad ricotera. Me gusta.
Inmediatamente después entra la
melodía húmeda y encharcada de Te voy a
atornillar, con el Indio asfixiándonos con sus declaraciones, de modo que
se logra el efecto egocéntrico y de sumisión de la letra. Mientras tanto, el
ritmo cabalga y cabalga y todo cierra como un círculo. Nada mal. ¿Y recuerdan
que hace un rato definí al disco como sexual y vaporoso? Pues bien, lo hice con
Superlógico en mente. Su música es
tan espesa y caliente que me hace imaginarme a los intérpretes en un sauna
mientras esperan a que unas mujeres mantis tengan sexo con ellos para después
devorarles la cabeza. Es una imagen MUY fuerte. Y los coros femeninos acentúan
esa carga de sexualidad latente. Es de mis favoritas del disco.
¿Qué sigue a una canción tan
caliente y oscura como esa? Pues otra canción caliente, pero esta vez más
liviana. Ñam fri fruli fali fru (no
confundir con Bebito fiu fiu) es un rock
and roll más tipo cincuentas pero con un sonido modernoso. Sus coros son muy
muy pegadizos, así como el piano, el saxo y la guitarra. Algo me dice que
Solari quiere algo más que cuidar de su amorcito. Sí, tampoco descubrí la
pólvora con esta afirmación, pero es lo que tiene no entender bien las letras
de un grupo. Terminás diciendo obviedades. Y entramos a la recta final con El infierno está encantador esta noche,
cuya línea de guitarra a lo Talking Heads es la perfecta alfombra para que el
saxo haga las mil maravillas y el Indio empiece a hablarle directamente al
público de esa forma tan particular suya. Quizás quiera creerse superior a quienes
lo escuchan, o quizás quiera encontrar en esa gente un refugio al dolor que
todo artista siente. Al menos esa compañía hace que ese dolor se transforme en
algo positivo, y de ahí que el infierno esté encantador. Bah, puedo estar
hablando por hablar, pero es lo que me transmite la canción, y el arte es
subjetivo. Para cerrar finalmente el álbum, toda la festividad y sexualidad se
transforma en locura pura y dura con Criminal
mambo. La letra es breve, pero la tensión y enfermismo que transmite la
canción habla por sí mismo. Una interpretación que leí del tema es que trata de
un criminal con sus mambos (o sea, sus locuras y obsesiones). Como la palabra «criminal»
es prácticamente igual en inglés y en español, podría estar cantada en
espanglish. Es decir, en inglés los adjetivos van antes que el sustantivo, y de
ahí que esté hablando de un mambo criminal. No sé si me explico. No es de mis favoritas
en lo musical, pero es un buen cierre conceptualmente hablando.
En definitiva, muy buen disco. No lo considero el mejor del grupo, pero es difícil hablar de mejores y peores en una discografía tan corta y con tanta calidad de por medio. Para dejar en claro mi punto sobre esta obra, es Patricio Rey en su punto menos político y más teatral, descarado e inexperto. Quizás por eso el disco se llama «Gulp». Es decir, están tragando saliva de la inseguridad y sorpresa. Pero esto no es malo. Todo lo contrario. Hasta me animo a decir que ya hay vestigios de lo que sería el futuro de la banda. ¿O me van a decir que ese Criminal Mambo no abre el camino a la militancia revulsiva de «Oktubre»? Se los dejo de tarea.
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