sábado, 3 de septiembre de 2022

Riel - Riel


Nota: 9+
Mejor tema: No sé, hay demasiada calidad acá.
Peor tema: ¿No leyeron lo que acabo de escribir?

1)      Antonio
2)      Belgrano
3)      Desalojo
4)      Pedaleando
5)      Cadáveres
6)      Celina
7)      Merienda
8)      Huffer


Y seguimos a puro rock argento. El mejor rock del mundo. Llevamos a su cúspide lo que los yanquis crearon y los ingleses perfeccionaron. Recuerdo un chiste de argentinos en una tónica similar que decía así:

—Supongo que en Roma habrás comido pizza, ¿verdad?

—Sí, pero no las hacen tan ricas como nosotros.

¿A qué quiero llegar con esto? Pues a nada. Simplemente quería decir algo en consonancia con mi afirmación, la cual es también un chiste. El mejor rock no es argentino, tristemente. Pero eso no saca que tenemos excelentes artistas y bandas, tanto antiguas como más modernas. Riel entra en la última categoría. Vamos por ella.

Para hablar de esta banda, por primera vez en la historia de esta página NO voy a usar Wikipedia, sino otros sitios. Esto, que puede parecer una jugada arriesgada de mi parte, es única y exclusivamente por la razón de que no hay nada sobre esta banda en dicha página. Así que vamos a adentrarnos en el maravilloso mundo de hacer un poco de esfuerzo y usar más de dos neuronas. En fin, que ya lo estoy postergando demasiado. Riel es un dúo de garage rock formado en 2011 por el youtuber Germán Garmendia y More Rial, la hija del farandulero más famoso de la televisión argentina. Ok no. Los verdaderos nombres de sus miembros son Germán Loretti (que toca la batería) y Mora Riel (guitarra y voz). O sea, son unos White Stripes al revés. En vez de una mujer baterista y un tipo a la voz y la guitarra, hacen viceversa. Sí, ya me estoy perdiendo demasiado en chistes absurdos. Ambos se conocían de antes de la banda y, por lo que tengo entendido, se habían separado un buen tiempo. Al reencontrarse, se pasaron algunos temas a los que le agregaron batería y así surgió el dúo. Trabajaron con varios sellos tanto de Argentina como de otros lugares (como Inglaterra), pero el primero que los editó fue Quelonio Records, con quienes sacaron el primer LP (este autotitulado) y el primer EP, llamado «EP de Zombies». Ambos fueron editados en un mismo cassette y un mismo vinilo. Yo tengo dicho vinilo y es una joya irremplazable que no cambio por nada. Me encantaría hablar de ambos de una sentada, pero prefiero ir de a poco y comentar primero este debut.

Bien, ¿qué podemos decir sobre esta gran obra? ¿Qué podemos decir? En serio, ¿Qué podemos decir? (viejo chiste de Les Luthiers). Y… muchas cosas. Esta pareja de músicos toma el garage rock y el noise como base para combinarlo con otros géneros como el dream pop y el punk, de modo que se crea un sonido realmente único. Germán es un baterista tremendo, con un manejo de los tempos, de la precisión y de la tensión que realmente impresiona. Mora tiene una voz quizás algo desafinada en apariencia, pero solo en apariencia. Su tono le queda a estas canciones como anillo al dedo, y eso no puede ser llamado «desafinar». Y no me hagan empezar a hablar de las maravillas que hace con la guitarra porque no termino más de elogiarla. Una vez leí un tweet referido a ella en el que decía «la mejor guitarra de Argentina de los últimos tiempos es mujer». No era con esas palabras exactas, pero por ahí iba la cosa. Escuchando lo que hace, no puedo menos que coincidir. Es como una Nancy Wilson (guitarrista de Heart) argentina y más enfocada al noise, pero igual de precisa y diversa en las cosas que intenta. Y ambos son una dupla compositora impresionante. Estas canciones escapan por mucho a la sencillez de la música de garage, y no era para menos con dos instrumentistas tan creativos y dotados. Un diez.

Bueno, un diez no. No puedo darle la nota más alta. No me malinterpreten, este disco no tiene una sola canción que no sea genial, pero se me hace muy corto. Son solo diecisiete minutos de música. Si bien soy de la filosofía de que menos es más, esto ya es abusar de ese principio. Podrían haber puesto un par más de canciones. Cuando les dije que tenía el vinilo que trae tanto este disco como el «EP de Zombies» no fue solo por presumir, sino también para explicar que, si los escuchan de corrido a ambos, el resultado es un excelso larga duración de doce canciones que tranquilamente podría entrar entre lo mejor de la historia del rock argentino. Y lo digo muy en serio. Así de bueno podría haber sido.

Pero insisto, todas las canciones de este disco me encantan. Por eso voy a hablar de ellas una por una. Antonio abre la obra con un riff oscuro de mínimas variaciones, pero el conjunto de los instrumentos (sumado al hecho de que dura poco más de un minuto) la vuelven fresca como una lechuga y disfrutable como una buena hamburguesa (que bien puede tener o no lechuga. Queda a criterio de ustedes). El tema suena casi como un calentamiento de los instrumentos más que como una canción en sí, pero es un fantástico calentamiento. Se siente como estar en una montaña rusa, y su final en el que ralentizan un poco el tiempo sí que parece que estuviéramos bajando de dicha atracción. Aunque en realidad el viaje apenas empieza.

Belgrano sigue un estilo similar, pero es lo bastante diferente para ser otro temazo. El riff de guitarra y el manejo de la batería son un ejemplo para cualquier banda de garage rock, ya sea nacional o extranjera. En donde la canción anterior hacía una pequeña pausa antes de cortarse, esta cierra súbitamente. La verdad es que ambas, sin ser plagio la una de la otra, dejan sensaciones similares. Por eso no puedo decir mucho de esta, solo que también me encanta. Buena forma de componer sobre una misma base sin sonar repetitivo.

Desalojo empieza con un arpegio más cristalino y melódico para después lanzarse en carrera. Y esto último lo digo de forma bastante literal. Tanto el ritmo de ambos instrumentos como la cadencia de la voz de Mora me dan la sensación de la protagonista del tema escapando de algo, ¿pero de qué? Quizás de las cosas que hagan llorar, como bien dice la letra. Se repite el arpegio del inicio, pero más sucio que antes y con la batería acompañando. A pesar de que dura solo dos minutos, me transmite un mundo de cosas, como solo la buena música puede hacer.

Pedaleando es más densa y cíclica, como si alguien estuviera… bueno… pedaleando. Y acá no lo digo por hacerme el gracioso, sino porque la música realmente me transmite el esfuerzo y la imagen de alguien haciendo dicha actividad. En el medio tenemos otra línea de guitarra más sucia y pesada que le da un toque medio enfermo. Como si pedalear fuera un escape de algo siniestro. No sé de qué cosa exactamente, pero de algo que no es nada bueno. Es increíble cómo esta gente logra meterme imágenes en la cabeza a partir de un género tan «básico». Es decir, este tipo de cosas que normalmente se las atribuimos a estilos «elevados» como el rock progresivo. Prueba número un millón de que cualquier estilo musical es valioso si cae en buenas manos.

Inmediatamente llega Cadáveres, con su ritmo que me recuerda un poco a la música vintage, de cine en blanco y negro. Mora canta de acuerdo a la melodía de la guitarra líneas como «canto cada vez peor/toco cada vez peor». Si esto es empeorar, yo quiero ser un inútil total. La melodía es fantástica y crea un trance único gracias a su repetitividad. La única duda que me queda es sobre por qué se llama «Cadáveres». Quizás sea porque la forma en la que pronuncia esos «cada vez» suena como dicha palabrita. Pero tampoco es que importe demasiado.

Y las cosas se van enturbiando y oscureciendo con Celina. El pequeño solo de batería del inicio le pasa el mando al riff de guitarra más drástico y a punto de romperse, tal y como la voz de nuestra amiga. Los agudos que maneja son impresionantes, y el ritmo como de marcha militar de Loretti llena todos los huecos que pudieran existir. ¿Y se pensaban que me iba a olvidar de mencionar esos «me estoy cansando de vos» que suenan como si nos pusieran un cuchillo en la garganta? Este tema, en su sencillez, resulta más amenazante que Marilyn Manson o cualquier banda de black metal. No puedo menos que aplaudir a estos dos muchachos.

La oscuridad se calma un poco con Merienda, que suena más nostálgica y adorable. No pierde del todo la agresividad y visceralidad que venía siendo la norma, pero le da más lugar a las influencias pop. La melodía vocal y los arreglos de guitarra realmente sacan lágrimas por la belleza e inocencia. Si bien la batería no destaca tanto al inicio, después se va entrometiendo para gran efecto. Cuando Mora canta «te voy a llamar y te voy a invitar a tomar el té», yo atiendo el teléfono inmediatamente, ya que estaba ahí parado al lado esperando a que me llamara. Tal es su hechizo.

Resulta oportuno que la última canción no sea de ellos, sino que sea un cover. Huffer, de The Breeders. Al momento en el que me decidí a hacer esta crítica, busqué la original para compararla. Supongo que esto les da una idea de lo buena que es la versión, ya que de otro modo me hubiera conformado con lo que hace Riel. Suena más enérgica y la melodía brilla más. Además, me encanta cómo suena Mora cantando en inglés con acento argentino. Sí, esto ya se dijo en la crítica que se hizo al disco en la página de Persimusic, pero el sentimiento es el mismo para mí también. Cierre perfecto para un disco técnicamente perfecto que en realidad no llega a ser perfecto.

¿Queda algo por agregar? Sí, una conclusión que redondee mis sentimientos hacia esta obra. Este es uno de los mejores discos debut de los últimos diez años, al menos en Argentina. Este dueto ya tiene un estilo propio y un gran dominio de la composición desde el inicio. Suenan juveniles, pero bien enfocados, y eso es algo que aprecio. Todavía no escuché mucho de este grupo más allá de este disco, el EP que mencioné y algunos temas sueltos, pero tienen un gran futuro. O lo tenían. O lo tendrán. No puedo decirlo con seguridad hasta que no haya escuchado su obra completa para juzgar su evolución. Sea cual sea, este disco está recomendadísimo. Escúchenlo.

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