Mejor tema: Abismo terrenal.
1) No me separen de mí
2) Los delirios del mariscal
3) Pollo frito4) Abismo terrenal
Si existía una razón de peso para darle a Crucis un lugar
en mi blog, es esta. Esta obra maestra. Esta pieza de orfebrería. Este trabajo
forjado por los dioses. Creo que ustedes me entienden. No hace falta que meta
tantos epítetos superlativos. Por lo menos, no desde el inicio. Vamos de a
poco. Pasito a paso.
Como siempre, hay que dar contexto para los no iniciados.
Como yo mismo. Sí, gente, yo tampoco me conozco de memoria todos los datos de
todas las bandas que reseño. Y como Argentina no es precisamente un lugar que
se recuerde en las biografías de los países más importantes salvo cuando nos
acusan de haber alojado a Hitler tras la segunda guerra mundial o para
confundirnos con lugares como Hawái, no encontré mucha información respecto al
contexto en el que se gestó esta obra magna. Pero esperen, no se vayan. No
significa que no haya nada de información. Siempre hay algo dando vueltas por
ahí, y acá les traigo lo que pude recopilar. Este disco se grabó en 1976 tras
el debut, y se lanzó al año siguiente, en 1977. Fue mezclado en Nueva York y
fue grabado en vivo, tal y como el debut. Fue presentado en el Luna Park y la
prestigiosa revista de rock llamada «Pelo» sacó un «transfer» con la portada
(la cual es obra del artista Juan Orestes Gatti). Incluso llegaron a tocar en
Estados Unidos, donde dejaron una excelente impresión. Al volver, se dio la
repentina separación del grupo, lo que deja a este disco como su canto del
cisne. No hay mucha más información en internet. ¿Podemos pasar a hablar de
esta joya? Gracias.
No sé si alguna vez escucharon esa frase que dice que los
humanos solo usamos un mínimo porcentaje de nuestro cerebro. Eso no es 100%
preciso. Usamos todo nuestro cerebro, pero en diferentes intensidades. Y usar
nuestro cerebro al 100% tampoco sería lo mejor. Hay quien dijo que sería como
tratar de escribir en una computadora usando todas las teclas a la vez. Bueno,
pues eso me está pasando con este álbum. Tengo tanto que comentar al respecto
que meto palabras y palabras. Mejor me relajo y voy por partes. Primero que
nada, vean el listado de temas. ¿No notan una pequeña gran diferencia con el
listado de temas del anterior disco? Si no lo hicieron, les explico. Mientras
que en aquél debut no había destacado una mísera canción, acá no hay una mísera
canción que no esté destacada. Si eso no es mejorar, no sé qué cosa sí lo
sería. Cada tema de acá es una puta genialidad. Los músicos suenan aceitados,
compenetrados y creativos como pocas veces se va a escuchar a un grupo, ya sea
de Argentina o de donde sea. Se dejaron de joder con rellenar tiempo por
rellenarlo y se dedican a tocar parte de la mejor música ya no solo de
Argentina, sino de la historia del mundo mundial. Y también hay que destacar la
producción. Mientras que el primer disco era casi casi una plasta miserable de
sonido que se amontonaba, acá todo suena como tiene que sonar. Es solo cuestión
de dejarse llevar mientras observamos la portada (o con las luces apagadas.
También es válido) para terminar flotando en ese mundo tan celestial y perfecto
pero a la vez tan humano. Pasemos a las canciones.
Bueno, no. Antes de pasar a hablar de cada canción,
quiero dar mi interpretación sobre este disco conceptualmente hablando.
Recordemos que era 1977 y la dictadura más terrible de mi país apenas estaba
empezando. Mientras muchas bandas se metían a escribir de forma poética y
velada sobre los atropellos a los derechos humanos que estaban ocurriendo, esta
banda hacía un disco casi totalmente instrumental, con una sola canción con
letra, que encima de todo parece bastante inocente. «Cagones», «tibios de
mierda» dirán muchos. Pues estos muchos no tienen la razón. Crucis hace acá uno
de los trabajos más jugados que se podrían haber hecho. Según mi
interpretación, esta es una obra conceptual sobre una persona que nace inocente
y se va volviendo un monstruo por culpa de una sociedad represora y barbárica. Ahí
es nada. ¿Y si les dijera que, más que eso, es una obra sobre la transformación
de ser humano a monstruo de un tal Jorge Rafael Videla? Piénsenlo, el disco se
llama «Los delirios del mariscal». Un mariscal sería un militar con la más alta
graduación, o una de las más altas. Y la letra del primer tema parecería hablar
desde la perspectiva de un niño inocente que solo quiere ser. No sé si a
ustedes les pase pero, cuando leo sobre dictadores y personas crueles en
general, llámese Hitler, Videla, Franco, Pinochet o quienes quieran, no puedo
evitar pensar que en algún momento ellos también fueron niños y que hubo un
sistema detrás que los volvió los monstruos que terminaron siendo. ¿Ven cómo todo
conecta? Y lo mejor es que Crucis no humaniza a Videla (o sus allegados, que
también) para justificar o siquiera entender que se haya vuelto lo que se
volvió, sino para vulnerarlo. Para bajarlo a tierra y decirle «vos, ser que
está allá arriba torturándonos y matándonos porque sí, sacate todas las
condecoraciones militares y vas a ver que no aguantás ni dos minutos en la
calle contra cualquiera de nosotros». ¿Qué puede ser más valiente que hacer un
disco conceptual alrededor de esa idea? Después de todo, no hay nada que les
moleste más a los que están arriba que el hecho de que sus flaquezas se
exhiban, que todo el mundo se dé cuenta de que están muy lejos de ser dioses. Me
parece un concepto fantástico, sinceramente.
¿Y qué mejor que apoyar un concepto tan genial en unas
canciones tan geniales? Empezamos el disco con una melodía saltarina y
divertida que casi recuerda al pop británico. Se trata de No me separen de mí. Después de unos segundos se le suma un
sintetizador de fondo que le da un aire más grandilocuente y típicamente
progresivo. Pasado el primer minuto entra una de las pocas partes cantadas del
disco: «Todos los días de todos los años/vi todo, y todo sigue siendo
igual/pude llegar hasta aquí, a mi ser/porque nunca, nunca me dejé llevar». Después
de todo, al igual que nosotros, esos monstruos entraron al mundo con la más
pura inocencia. Muchos se quejan de que la voz no es muy buena. Ciertamente no
es la mejor voz del mundo, pero creo que aporta la inocencia necesaria para un
tema (y un disco) que después se va a ir volviendo más grandilocuente y oscuro.
¿Entienden por qué este tema NECESITABA ser cantado? Además, la melodía vocal
es muy muy buena, y las secciones instrumentales que espejean la melodía vocal
son de primera. Como si fuera poco, los diferentes quiebres le dan frescura a
la canción para que no se vuelva repetitiva. Intachable arranque. Es quizás mi
menos favorita del disco, y aun así me gusta más que cualquier tema del disco
anterior.
El resto del disco es instrumental, pero la historia está
perfectamente transmitida. El tema titular se arma desde el silencio. Esa
persona (o monstruo, mejor dicho) entró en un mundo de delirio y maldad. Ya no
es ninguna criatura inocente. La música es sentida y con mucha carga de blues y
jazz, muy a lo Camel. Pero se percibe un pequeño gran infierno debajo de esa
aparente calma, y ya expliqué el motivo conceptualmente hablando. Los solos
tienen una secuencia y algunos clímax que me recuerdan mucho a Since I’ve Been Loving You de Led
Zeppelin, aunque sin sonar a plagio en lo más mínimo. Se va repitiendo y
repitiendo como un sentimiento de maldad obsesivo, pero no una maldad que el
protagonista pueda atribuirle a un tercero, sino a una muy propia. Al minuto
siete y medio entran los teclados en una marcha de locura y con tintes heroicos
que establecen que este ser del mal se cree un héroe que va a salvar a la
gente, aunque la realidad es que va a hacer cualquier cosa menos eso. Todo
villano es el héroe de su historia después de todo. Ese es el ego y la locura
que cargan esos personajes, y estos diez minutos de canción lo transmiten
perfectamente.
Y seguimos con Pollo
frito. Me encanta lo grandilocuentes que suelen ser los títulos de las
canciones de esta gente y lo poco épico que resulta este en particular. Esto
parece un chiste de mal gusto en el contexto de que estoy hablando de un
individuo que hizo un daño a la gente de Argentina y al país mismo que perdura
hasta hoy, pero no lo digo por eso, sino porque el título ese hace que no sea
tan evidente cuáles son las intenciones de esta pieza. Si me preguntan, creo
que la música de este tema representa la poca alma que le queda a este monstruo
llamado Videla tratando de emerger. El ritmo frenético, los sintetizadores, las
líneas de piano más tranquilas y los diferentes requintos representan ese
esfuerzo sobrehumano. Pero la verdad es que es todo en vano. Ya ni un alma
tiene lugar en un ser de estas características tan atroces, y esos últimos
segundos instrumentales suenan como la risa de alguien que está profundamente
envenenado y que sabe que toda su bondad murió. El despliegue musical es
fantástico, pero la imagen que pinta es terrorífica.
Tan terrorífica es, que al protagonista no le queda otra
que vivir en un Abismo terrenal, tal
es el nombre de la última pieza. Doce minutos y medio de la más pura
resignación. No tanto desde el lado del protagonista de la historia, sino del
lado nuestro, el de los seres humanos que todavía tenemos algo de conciencia y
sabemos lo repulsivo que es ser como él. Peor aún, de saber que alguien así
maneja nuestros destinos. Hoy sabemos que su gobierno como tal no llegó a una
década, pero en ese momento no se sabía cuánto iba a durar su poder. Incluso
con el tiempo que duró, el mal que hizo todavía vive, tristemente. Las
guitarras saben que ya no hay humanidad ahí, y por eso se lamentan de esa forma
tan amarga. La figura instrumental realmente me desespera por lo infernal que
suena. Hay solos con wah, hay solos de teclado, hay ritmos cabalgantes, hay de
todo. Incluso cada miembro del grupo tiene un lugar para hacer su respectivo despliegue.
Me recuerda un poco a Elijah de
Spirit en ese sentido, pero esta es muchísimo mejor. Cada solo es mejor que el
anterior. El conjunto es una frenética carrera hacia el infierno, sin paradas
de por medio. Llegando el final, se repite la figura desesperante que había
mencionado, hasta que todo termina con cada miembro haciendo un solo a la misma
vez. Una de las mejores canciones de la historia del rock argentino, ni más ni
menos.
Tal y como es este disco. Si no es de los cinco mejores trabajos del rock argentino de todas las épocas, se queda bastante cerca. Los tipos pulen tanto su estilo como su composición y compenetración, a la vez que presentan el concepto que intenté explicar. Claro que ustedes pueden diferir conmigo. Bien podría ser una obra sobre intentar mantenerse fiel a uno mismo en tiempos oscuros como lo fue la última dictadura cívico-militar, y el lograrlo quizás no sea un logro a nivel social, pero sí a nivel individual. Sin embargo, a mí me transmite las imágenes que estuve explicando previamente. Por eso me parece un disco tan vigente y necesario como cuando fue grabado, ya que se puede aplicar a muchas cosas que aun vivimos como sociedad. Sin importar si les gusta el rock progresivo o no, esta es una obra básica que merece un lugar en toda colección. No importa el país del que seas.
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