Mejor tema: I Saw Her Standing There o Please Please Me.
1) I Saw Her Standing There
2) Misery
3) Anna (Go to Him)
4) Chains
5) Boys
6) Ask Me Why
7) Please Please Me
8) Love Me Do
9) P.S. I Love You
10) Baby It’s You
11) Do You Want to Know a Secret
12) A Taste of Honey
13) There’s a Place14) Twist and Shout
Bueno, gente. El momento ha
llegado. El momento que no quería que llegase, pero no porque no me guste esta
pequeña banda, sino por el hecho de que, literalmente, no sé qué decir de
ellos. Todo el mundo los conoce y los ama. No por nada fueron el fenómeno
popular más importante del siglo XX y sigue siéndolo hasta hoy. Pero ya asumí
el riesgo, así que algo tengo que decir. Deséenme suerte.
¿Por dónde puedo empezar? La
verdad es que no lo sé. Creo que, más bien, debería pensar por dónde NO
empezar. No voy a empezar hablando de su historia, ya que todos la conocen. Eso
sería la redundancia de una redundancia. Ah, ya sé. Al igual que hizo John
McFerrin, voy a contar no su biografía, sino la mía. Mi historia con esta banda
que todos consideran la madre de la música moderna en todas sus variantes y
sabores. Agárrense.
Al igual que mucha gente de mi
país (un país muy en contra de Inglaterra, pero no por el hecho de odiarlo por
odiarlo, sino por su historial de imperialismo y colonialismo), yo no era de
escuchar rock en inglés. Todo nacional en particular o latinoamericano en
general. Ni siquiera escuchaba lo mejor de lo mejor que América Latina tiene
para ofrecer, sino cosas decentes a secas o directamente mediocres o malas
(como el reggaetón). No tenía un gran gusto musical allá por 2003-2009. A fines
de 2009 y principios de 2010 pasé a escuchar alguna que otra cosa argentina de
más categoría. Luego, a mediados de 2010, me compré el disco «Scream» de Ozzy
Osbourne, el cual amé en su momento (aunque hoy en día lo reconozco como un
disco mediocre y bastante mal hecho). Ese disco fue mi puerta de entrada a más
bandas de metal, por lo general de bastante más categoría y calidad que ese
disco. Mis gustos fueron escalando de categoría.
Público: ¿Y los Escarabajos?
¿Dónde están los Escarabajos? QUEREMOS A LOS ESCARABAJOS.
Tranquila, gente. Ya vamos a
llegar a eso. Bien, como iba contando, entre 2010 y 2011 me puse a escuchar
puro metal y rock pesado. Llegué a amar a bandas como Black Sabbath y Judas Priest,
a quienes consideraba la cúspide de la música universal. Creía que la música no
podía ponerse mejor que lo que hacían ellos. Recién a principios de 2012 pasé a
escuchar algo de rock más clásico, como los Who y los Kinks. Quiero centrarme
un momento en los Who ya que, a pesar de que al principio me costaron, al cabo
de un tiempo se volvieron mi banda favorita de toda la vida. Aunque aún seguía
(y sigo) amando a Sabbath y a Priest, mis gustos musicales habían vuelto a
subir de nivel y se habían ido en todas las direcciones posibles. Escuchaba
cualquier banda de cualquier estilo, ya no solo metal. Sin embargo, los Who
eran mi nueva cúspide en lo que a calidad se refiere, y ningún otro grupo se
les podía comparar. Seguía escuchando y escuchando todo tipo de agrupaciones,
pero ellos seguían arriba. Ni siquiera unos tales Bichos podían contra ellos, y
eso que todo el mundo decía que los Bichos eran la cúspide del rock. «Jajaja,
qué ilusos» decía yo, pues tenía a los sacrosantos Who con Pete Townshend que
hacía mierda compositivamente a la dupla Lenin y McCarthy. Y guarda, que no es
que no le hubiera dado oportunidades a los Cuatro Fantásticos, pero me sonaban
decentes y agradables como máximo (salvo por el disco Calibre 38, que me
gustaba mucho incluso en aquél entonces), jamás espectaculares.
Público: ¡¿Cómo vas a hablar así
de la mejor banda de la historia?! ¡Saquen los tomates podridos!
Tranquilo, mi público. Estoy
hablando en pasado. Déjenme terminar. La cuestión es que pasaron los años y en
2020 llegó la pandemia del coronabicho, y todos nos tuvimos que encerrar en
nuestras casitas. Lo único que hacía en ese entonces era jugar The Witcher 3 y
escuchar música. Los Who me habían ayudado un montón en esa etapa de la
historia del mundo y de mi vida. Se acercaba el fin de año y mi padre me contó
de un concurso de literatura sobre esta banda de la que estamos hablando hoy. Yo
me metí un poco a desgana, ya que no me interesaban demasiado, pero bueno. Todo
sea por mejorar como escritor. En un principio no le puse muchas ganas y me salió
una historia genérica. Para demostrarme a mí mismo que podía hacerlo mejor,
decidí salir con otro concepto diferente y más original. La cuestión es que,
para poder dar vida a ese concepto, tenía que escuchar a este grupo al cual ya
le había dado oportunidades en el pasado y su música me había dicho poco y
nada. Decidí hacerlo. Al principio mi reacción fue la misma de siempre, un
embole. Pero me bastaron cuatro o cinco escuchas para darme cuenta de que ese
grupo del que tanto había renegado por casi una década pronto se convertiría en
mi nueva banda favorita de toda la vida. Así fue. De pronto me veía a mí mismo
consumiendo sus discos como un desgraciado, quizás queriendo compensar tantos
años en los que me generaron indiferencia, pero más vale tarde que nunca. El
punto es que lo logré. Esa banda que tan igual me daba de golpe y porrazo
dejaba en ridículo a mis amados Who, hasta el punto de rebajarlos a un segundo
puesto. Y de esa banda vengo a hablar hoy. Ni más ni menos que los Fab Four,
los chicos rebeldes de Liverpool: The Beatles.
Sí, gente. Esta historia no tiene
una pizca de mentira. De exageración sí quizás, pero no de mentira. Al
principio no me gustaban los Beatles, me parecían un embole. Hoy en día es mi
grupo favorito del mundo. Con esto no digo que los considere perfectos, no. Hay
muchos aspectos individuales en los que fueron superados con el paso del
tiempo, tales como performance en vivo, letras, destreza instrumental, forma y
fondo, etc. Sin embargo, sí que los considero lo más cercano a la perfección que
hay en el mundo de la música. Y es que, si en un aspecto no fueron superados
todavía, es en crear grandes discos que funcionen tanto escuchando sus
canciones por separado como unitariamente. Pero claro, toda gran historia tiene
un principio humilde y, en el caso de los Beatles, ese principio es ni más ni
menos que «Please Please Me». Un disco que fue grabado en diez o doce horas.
Esto hace que no esté a la altura de lo que vendría después. Ahora, si juzgamos
a esta obra no por lo que harían después sino por lo que era el rock de esa
época, nos vamos a dar cuenta de que es un disco sobresaliente y muy pero que
muy bien hecho. Hasta el relleno es disfrutable y poco vergonzoso. Pero bueno,
ya lo alargué demasiado, así que vamos a las canciones.
Aunque se dice que el grupo la
rockeaba en el escenario, este es un disco esencialmente pop. Es decir, decidieron
darle en las grabaciones más importancia al tacto melódico que a la pesadez.
Eso es bueno, porque el estándar de lo que es heavy y lo que no puede variar
con el tiempo (y de hecho ha variado), pero una buena melodía y/o performance
son eternas. Eso no significa que este trabajo no tenga sus momentos
reminiscentes de esa fiereza que destilaban en vivo. I Saw Her Standing There y Twist
and Shout, apertura y cierre respectivamente, representan ese costado.
Quizás hoy en día no sean tan atronadoras como lo serían en aquella época, pero
los dos elementos que nombré antes están a la orden del día, así que siguen
siendo tremendamente disfrutables. El disco abre con la mencionada I Saw Her Standing There y ese «one,
two, three, FOUR» que es tan reconocible y esencial para la canción. Tanto como
ese acorde de guitarra con el que arranca el tema A Hard Day’s Night. Ya desde acá queda claro que el grupo no va a
esperar un solo segundo para lucir su envidiable capacidad compositiva. Lo que
sigue es un rock cavernoso en actitud pero metropolitano en presentación y
estructura, si entienden mi metáfora. El estribillo es bien primal y pegajoso,
y la construcción de los versos hace que sea más satisfactorio el llegar a él. Twist and Shout, original de los Isley
Brothers, es también impecable en todo sentido. Estuve escuchando la versión
original para compararlas, y la de los Beatles suena salvaje y precisa de una
forma que el tema original pedía a gritos, con la voz cortante y afónica de
Lennon, el riff pesado pero fiestero y las armonías de fondo. Si yo hubiera
sido músico en los 60, odiaría a los Beatles. Es decir, no solo sus temas son
superiores a los de la competencia, sino que encima se animan a mejorar temas
que no eran suyos en primer lugar. Como soy un hombre esquizoide del siglo XXI,
agradezco esa maldad artística.
El resto del disco es más
livianito, pero no por eso malo. El tema título empieza con una guitarra con un
sonido similar al de una armónica (¿o es de hecho una armónica?), le siguen los
versos desesperados de una forma divertida y alegre a los que remata una línea de
guitarra medio heavy que amenaza con volver agresivo al tema, pero
afortunadamente nunca hacen eso. Lo que sí hacen es construir un climax en el
estribillo para llegar al título del tema. Hay quienes dicen que esta es la
primera canción de power pop de la historia. Difiere un poco del estilo de las
canciones de Big Star, por ejemplo, pero puedo entender el punto. Power pop o nop, es una gran canción. Otro clásico
menor es Misery, que logra un buen
contraste entre la letra más «desesperanzada» (JAJAJAJAJAJA) con esa melodía
juguetona y optimista. Tremenda la melodía y los arreglos de piano (que en paz
descanse George Martin). El resto de los originales no son tan geniales, pero
están bien y forman lo que la ciencia llama un todo homogéneo. Para bien o para
mal, ya que no hay mucho eclecticismo en este disco. Las canciones son bastante
formulaicas, pero no por ello malas. There’s
a Place tiene una letra introspectiva que parece un adelanto de In my Room de los Beach Boys (que sería
grabada unos meses después en el mismo año), solo que el lugar de escape de
Lennon y de McCartney es la mente en lugar de un espacio físico. Wow, cuanta filosofía
y metafísica *meme del tipo que hace
puaaaaa con el cielo nocturno detrás*. Es una buena canción, con buenos
cambios de octavas y una armónica que suena etérea, aunque más por la limitación
de la calidad de sonido que por un deseo de hacer algo experimental. La melodía
también está muy bien, pero el grupo puede hacerlo (y lo ha hecho) mejor.
Más originales. Love me Do es el tema no punk más
repetitivo y básico del universo, pero es a la vez tan encantadora y pegadiza
en su inocencia que jamás de los jamases podría condenarla al infierno, y en la
calidad de los temas menores también se nota el talento de un artista. P.S. I Love You parece la plantilla del
cover que harían del tema Till There Was
You en su siguiente disco, aunque no tan memorable. Es lindísima pero
intrascendentísima y sacarosísima, aunque las armonías nocturnas y el guitarreo
de George Harrison funcionan muy bien así que, ¿para qué despreciarla? Por su
parte, Ask Me Why no funciona tan
bien. Es la típica balada de la época y, como bien sabemos, «típico» significa «representante
de un tipo» o «característico de algo». Eso significa que lo que representaba y
caracterizaba a aquellos tiempos era una música muy blanda y empalagosa.
Afortunadamente, la interpretación es acertada así que no llega a ofender. El
último original es Do You Want to Know a
Secret, cantado por Harrison. Una melodía lenta y delicada en forma de
balada conviviendo con un machaque de guitarra que parecería querer darle algo
de dureza al conjunto, aunque sin lograrlo. Menos mal que el grupo cambiaría el
paradigma de la música en los siguientes años.
Tras esos ocho originales,
tenemos seis versiones de otros artistas, aunque ya hablamos de uno de ellos.
El que más se le acerca a Twist and Shout
en calidad es Anna (Go to Him) de
Arthur Alexander, que tiene ese hermoso riff flotador y romántico que, por mucho
que lo repitan, jamás cansa. ¿Saben por qué? Por la interpretación vocal que lo
acompaña. Lennon se parte el alma a puro romance mientras Paul y George hacen
su parte de fondo. Si fuera un instrumental sería hartante, pero la magia de
los Beatles siempre estuvo en la mezcla de voces e instrumentos. A Taste of Honey (de Bobby Scott y Ric Marlow)
no sale tan bien parada, ya que resulta más adormecedora que ensoñadora. Es
irónico que, siendo Paul McCartney el tipo de las baladas, esta se le dé tan
mal en la voz. La única canción cantada por Ringo Starr es Boys, compuesta originalmente por Luther Dixon y Wes Farrell.
Vendría a ser algo así como el otro tema rockero del disco, pero no me mueve un
carajo. Es decir, Ringo suena duro, los coros son pegadizos y la interpretación
instrumental es buena, pero se nota que es de esas canciones que no las salva
nadie. No la marco en azul por la única y exclusiva razón de que es pegadiza
pero, viniendo de los Beatles, es como salvar un tema de Led Zeppelin porque es
pesado, un tema de Yngwie Malmsteem por el virtuosismo a la guitarra o un tema
de Zappa por no ser convencional. Con la introducción de Chains (Gerry Goffin y Carole King) parece que vamos a entrar a un
rodeo español, aunque el tema en sí no tiene nada que ver con la música
española. Más bien me recuerda a, y escuchen bien, I Feel Like a Woman de
Shania Twain. Es más primitiva y todo, pero a eso me recuerda. Por cierto, ya
es la tercera vez que menciono esta canción en una reseña. ¿Creen que debería hacer
un análisis de esa tipa? Aunque solo conozco esa canción. No sé si haya hecho
algo más, pero me da igual. Me queda Baby
It’s You, de la tríada Mark David, Barney Williams (que no es otro que el
mencionado Luther Dixon) y Burt Bacharach. ¿En serio? ¿Realmente necesitaron
tres personas para componer esto? O sea, no escuché la versión de The Shirelles,
que es para quien estuvo destinada en un principio, pero acá los muchachos no
hacen nada interesante con ella. Como siempre, es pegajosa y todo, pero hasta Gasolina de Daddy Yankee lo es. Dios, no
puedo creer que haya mencionado a Daddy Yankee en una reseña de los Beatles.
Miren lo que me hacen hacer. Mejor pasemos a la conclusión.
A pesar de todas las cosas negativas que dije, este es un buen disco en el que las virtudes superan por mucho a los defectos. Para expandir lo que dije en algún momento de la reseña, el talento de un artista se mide no solo por el nivel de sus mejores producciones, sino también por el de sus momentos más bajos, y este disco muestra a los Beatles remándola en un período en el que el rock estaba a punto de morir como género por culpa de la censura y de la decadencia de los ídolos de los 50. No es la cúspide de la música universal, y de hecho es el disco más flojo de la banda (sin contar la banda de sonido de Yellow Submarine), pero si esto representa lo más bajo de sus esfuerzos, es que estamos mínimo ante un grupo bueno. Aunque los Beatles fueron mucho más que buenos. Ni siquiera sus errores son enteramente culpa de ellos, sino de la poca referencia que había en la música popular del momento. Tampoco me da el cuero para decir que hay canciones ofensivas. El peor material de acá sigue estando muy por encima de lo que el resto del mundo estaba haciendo. O sea, ¿escucharon a Bobby Darin o Paul Anka? Yo no, y solo los menciono porque Corvan no habló muy bien de ellos que digamos. Pero en fin. No les recomiendo en absoluto que compren este disco si lo ven en una disquera. Mejor compren el box set que tiene toda la obra del grupo. Lo vale.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario