lunes, 9 de enero de 2023

Vox Dei - Caliente


Nota: 8
Mejor tema: Canción para una mujer (que no está).
Peor tema: Total qué, supongo.


1)      Reflejos tuyos y míos
2)      No es por falta de suerte
3)      Cuero
4)      Compulsión
5)      Total qué
6)      Canción para una mujer (que no está)
7)      Presente


Cómo se nota que tengo una afinidad por la música argentina de los 70, ¿eh? O sea, me encantan grupos argentinos de los 80 en adelante, como Sumo, Los redondos, Pez, Soda Stereo y etcétera, pero siento que nunca más se logró el nivel tan excelso de la década mencionada al principio. Al menos en sus mejores momentos y discos, tales como «Artaud» de Spinetta/Pescado Rabioso, «Los delirios del mariscal» de Crucis o «La Biblia» de Vox Dei. De estos últimos vamos a hablar hoy, así que abróchense los cinturones y siéntense bien cómodos en sus butacas de iglesia, que la voz de Dios va a hablar, y tiene mucho para decir.

Vox Dei, una de las bandas más respetadas pero a la vez más ignoradas de mi querida Argentina. Es decir, mucha gente los respeta (o hace como que los respeta), pero poca puede sostener una conversación sobre ellos y nombrar algo en su obra más allá de Libros sapienciales, Presente o Ritmo y blues con armónica (y me juego el cuello a que mucha gente no escuchó la versión original de esta última, sino las de gente como La renga o La mancha de Rolando). Es entendible en parte y lamentable por el otro. Fuera de «La biblia», no tienen muchos grandes discos. Son perfectamente consistentes y dan poco lugar al bochorno, pero también le dan poco lugar a la grandeza. Son lo que vulgarmente se conoce como «una banda de temas», un grupo del que solo se puede amar una parte muy minúscula y aislada de su obra, por mucho que se disfruten globalmente. De hecho, estuve a punto de pasar a hablar de su segundo disco pero, al igual que hizo Corvan (o intentó hacer, en vistas de que nunca lo terminó) con los Beach Boys, tengo que ser valiente e ir paso a paso. Al menos, a diferencia de él con los Beach Boys, solo tengo que hablar de un disco previo a la gran obra en lugar de diez u once, aparte de que no tengo que enfrentarme a una canción tan vergonzosa como County Fair. Dicho esto, empecemos.

Pero empecemos con la historia de la banda, of course. El grupo nació en 1967, en Quilmes. Primero se llamaron Mach 4 y recién después se pasaron a llamar Vox Dei. Los miembros eran Ricardo Soulé, Willy Quiroga, Rubén Basoalto y Juan Carlos «Yodi» Godoy. Al principio eran Ricardo Soulé en el bajo y Willy Quiroga el guitarrista, aunque poco después se invertirían los roles. Solían hacer covers de los Beatles, los Stones, los Kinks y los Byrds. Tras un show en «Macu», Quilmes, los productores Jorge Álvarez y Pedro Pujó les proponen grabar algunos sencillos para Mandioca, que era el sello discográfico de estos dos. Todavía se llamaban Mach 4 pero cambian el nombre a Vox Dei de manera improvisada. Tras haberse presentado en el teatro Payró de Buenos Aires junto con un grupo de aquél entonces llamado Piel Tierna, el mismísimo Spinetta se presenta a felicitarlos y los convence de cantar en español. Es así que pasan de Bitter Sugar a Azúcar amargo, el cual se convertiría en uno de los primeros singles (perdón, sencillos. Yo también me estoy contagiando lo anglosajón) con el lado B llamado Quiero ser. Cuestión que después graban este disco en los Estudios TNT de Buenos Aires pero lo lanzan mediante la mencionada discográfica Mandioca. La primera presentación de este disco fue en el también mencionado Teatro Payró en el mencionado año. La mencionada presentación fue un mencionado éxito pero la mencionada discográfica fue a una quiebra a mediados de ese mismo año. Mencionado.

Con respecto al disco en sí, podría decir más o menos lo mismo que dije del debut de Crucis y lo mismo que se puede decir de tantos otros discos debut decentes. Que está bien, que no está mal, etc etc. Es una obra de buenas intenciones, buenas canciones, algún que otro clásico, sonido sucio y poco claro, uniformidad homogénea monótona repetitiva y ciertas pretensiones artísticas tan típicas de las bandas de los 70. El sonido es lo que más me molesta acá. Es que es una cosa tan débil y poco excitante que casi da risa. Y con respecto a las pretensiones artísticas, ni siquiera sé si llamarlas como tal. No hay nada distintivo. Es blues rock y psicodelia. Puede que el primero de los mencionados géneros fuera medianamente novedoso en su época, y que el segundo tenga el reconocimiento de la escuela de pensamiento más esnob, pero no me basta con que se suban al carro de la gran novedad para tratarlos de originales y creativos. Y es que hay que hacer una diferenciación entre tocar un estilo e interpretarlo. Interpretarlo sería, justamente, darle un significado. Una razón. Y acá los tipos no interpretan blues y psicodelia, los tocan, como yo puedo estar tocando una canción ajena al pie de la letra sin aportar nada nuevo. A esta gente definitivamente le faltaba un poco para ser una de las grandes bandas del rock argentino.

Ahora, reconozco que quizás estoy siendo muy duro y dando una impresión equivocada del disco. Parecería que lo odio, pero no es así. Por algo le puse un ocho, que es una muy buena nota. Hay varias cosas que salvan a esta obra. Sus claves son buena (y ocasionalmente genial) composición, buena interpretación y un par de clásicos de esos que siempre salvan a un disco. Quiero empezar hablando de estos dos grandes temas que, casualmente, son los dos últimos del disco. Qué bonito, nos hacen esperar como media hora para darnos la carne que tanto ansiamos. La primera de las dos es Canción para una mujer, una balada acústica sombría y misteriosa que, de tan despojada que suena, está plena, tan contradictorio como esto pueda parecer. Van a entender esta afirmación cuando la escuchen. Esas armonías vocales fantasmagóricas son buenísimas, además. Gran canción, mi favorita del disco. El segundo mejor tema es, quizás, el más conocido de la carrera del grupo. Presente. Algo que no vi a nadie decir sobre esta canción en ningún lado es que la melodía vocal es una vil copia de la del tema Village Green Preservation Society de The Kinks, hasta en las armonías de acompañamiento. ¿Por qué será que nadie lo notó? Ah, ya sé. Porque nadie en este bendito país conoce la gloria de la banda de los hermanos Davies. Malditos sean. Y de esa gente hay que escuchar que Oasis es el mejor grupo de pop de la historia. Pero bueno. Más allá de que esa imitación pueda ser muy sangrante, hay que reconocer que Vox Dei la hace suya, y que el estribillo nos inyecta tremenda dosis de valor para enfrentarnos al mundo. Medio injusto que me guste tanto una copia tan obvia, pero todos tenemos contradicciones y pifias. Me hago cargo.

El resto de los temas también están bien y gozan de la ya nombrada buena composición e interpretación musical, pero no llegan al mismo nivel. Reflejos tuyos y míos tiene un buen riff, pero el sonido es infeliz y no permite que brille y retumbe lo suficiente, además de que la voz gruesa de marinero con la que cantan suena medio molesta. Tampoco tiene muchas variantes para los seis minutos y cuarto que dura. Si la hubieran recortado uno o dos minutos… al menos destaco algunos solos y juegos de guitarra muy a lo Velvet Underground. No es un mal arranque de disco, siendo honesto. El tema que sigue tiene un estilo más R&B como el que interpretaban (ahora sí estoy usando bien la palabrita) los Rolling Stones en sus primeros años. El falsete agudo con el que cantan algunas partes de los versos es lisa y llanamente ridículo, y No es por falta de suerte que la canción termine siendo discreta, sino por falta de dirección. Al menos cuando llega el estribillo y cuando cantan con voz más normal logran redimir un poco al tema. No para volverlo un clásico, pero sí para que se disfrute con gustoso y agradable placer. Cuero tiene una introducción rápida y agresiva que pretende ser tormentosa, pero que se queda a medio camino por culpa de la pésima calidad de sonido. De haber tenido un sonido que resalte su potencia, podríamos haber dicho que se trata de un antecedente sudamericano del thrash metal. También, de haber sido interpretada por una banda yanqui o inglesa, podríamos decir que los Arctic Monkeys la tomaron de inspiración para la introducción de Brianstorm. Como se trata de un grupo del mismísimo ojete del mundo, es imposible que sea así. No importa qué tan parecidas sean ambas intros. La segunda parte de la canción es agresiva pero en menor medida y, tras un falso final, el tema empieza a volver a crecer y a recuperar el feeling tormentoso del inicio. Insisto, hubieran volado cabezas con una mejor calidad sonora. Compulsión es el tema más corto del disco y suena más garagera, con una guitarra bien compacta y una interpretación vocal medio teatral que suena bien pero que no destaca en lo melódico. Por último, Total qué me suena como a una versión temprana del tema Las guerras de su siguiente disco, pero no le llega ni a los talones a aquella obra de arte. Convengamos que el estribillo no es muy inspirado, y que esos zumbidos de armónica bien podrían ser zumbidos de mosquito por lo molestos. Es quizás el tema más flojo del disco.

Sé que sueno muy duro en esta crítica, al punto en el que parece que desprecio todo lo que hizo el grupo que no sea «La biblia», pero no es así. Todo lo contrario. Se nota que tienen talento. Si soy tan exigente, es porque me gusta lo que hacen y me hubiera gustado que explotaran más ese talento que claramente tienen (o tenían). Créanme que, si no me gustara la banda, no sería tan dura con ella, por la sencilla razón de que me daría igual. Yo le exijo más a los que pueden que a los que no, y Vox Dei claramente son de los que pueden. Acá se notan las buenas intenciones y la dedicación, pero estas dos cosas no siempre les resultan en algo inolvidable. Algo que me olvidé de contarles es que en los 90 se regrabó y relanzó el disco con el nombre de «Cuero caliente», pero todavía no lo escuché para compararlo. De lo que sí estoy seguro es de que el sonido habrá mejorado un montón. A este álbum hay que verlo como un buen pero tímido primer paso a la estratósfera de la creatividad musical a la que llegarían en su siguiente trabajo. Vayan preparando sus libros religiosos cristianos.

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