Mejor tema: Canción para una mujer (que no está).
1) Reflejos tuyos y míos
2) No es por falta de suerte
3) Cuero
4) Compulsión
5) Total qué
6) Canción para una mujer (que no está)7) Presente
Cómo se nota que tengo una afinidad por la música
argentina de los 70, ¿eh? O sea, me encantan grupos argentinos de los 80 en
adelante, como Sumo, Los redondos, Pez, Soda Stereo y etcétera, pero siento que
nunca más se logró el nivel tan excelso de la década mencionada al principio.
Al menos en sus mejores momentos y discos, tales como «Artaud» de
Spinetta/Pescado Rabioso, «Los delirios del mariscal» de Crucis o «La Biblia»
de Vox Dei. De estos últimos vamos a hablar hoy, así que abróchense los
cinturones y siéntense bien cómodos en sus butacas de iglesia, que la voz de
Dios va a hablar, y tiene mucho para decir.
Vox Dei, una de las bandas más respetadas pero a la vez
más ignoradas de mi querida Argentina. Es decir, mucha gente los respeta (o
hace como que los respeta), pero poca puede sostener una conversación sobre
ellos y nombrar algo en su obra más allá de Libros
sapienciales, Presente o Ritmo y blues con armónica (y me juego
el cuello a que mucha gente no escuchó la versión original de esta última, sino
las de gente como La renga o La mancha de Rolando). Es entendible en parte y
lamentable por el otro. Fuera de «La biblia», no tienen muchos grandes discos.
Son perfectamente consistentes y dan poco lugar al bochorno, pero también le
dan poco lugar a la grandeza. Son lo que vulgarmente se conoce como «una banda
de temas», un grupo del que solo se puede amar una parte muy minúscula y
aislada de su obra, por mucho que se disfruten globalmente. De hecho, estuve a
punto de pasar a hablar de su segundo disco pero, al igual que hizo Corvan (o
intentó hacer, en vistas de que nunca lo terminó) con los Beach Boys, tengo que
ser valiente e ir paso a paso. Al menos, a diferencia de él con los Beach Boys,
solo tengo que hablar de un disco previo a la gran obra en lugar de diez u
once, aparte de que no tengo que enfrentarme a una canción tan vergonzosa como County Fair. Dicho esto, empecemos.
Pero empecemos con la historia de la banda, of course. El
grupo nació en 1967, en Quilmes. Primero se llamaron Mach 4 y recién después se
pasaron a llamar Vox Dei. Los miembros eran Ricardo Soulé, Willy Quiroga, Rubén
Basoalto y Juan Carlos «Yodi» Godoy. Al principio eran Ricardo Soulé en el bajo
y Willy Quiroga el guitarrista, aunque poco después se invertirían los roles.
Solían hacer covers de los Beatles, los Stones, los Kinks y los Byrds. Tras un
show en «Macu», Quilmes, los productores Jorge Álvarez y Pedro Pujó les
proponen grabar algunos sencillos para Mandioca, que era el sello discográfico
de estos dos. Todavía se llamaban Mach 4 pero cambian el nombre a Vox Dei de
manera improvisada. Tras haberse presentado en el teatro Payró de Buenos Aires
junto con un grupo de aquél entonces llamado Piel Tierna, el mismísimo Spinetta
se presenta a felicitarlos y los convence de cantar en español. Es así que
pasan de Bitter Sugar a Azúcar amargo, el cual se convertiría en
uno de los primeros singles (perdón,
sencillos. Yo también me estoy contagiando lo anglosajón) con el lado B llamado
Quiero ser. Cuestión que después
graban este disco en los Estudios TNT de Buenos Aires pero lo lanzan mediante
la mencionada discográfica Mandioca. La primera presentación de este disco fue
en el también mencionado Teatro Payró en el mencionado año. La mencionada
presentación fue un mencionado éxito pero la mencionada discográfica fue a una
quiebra a mediados de ese mismo año. Mencionado.
Con respecto al disco en sí, podría decir más o menos lo
mismo que dije del debut de Crucis y lo mismo que se puede decir de tantos
otros discos debut decentes. Que está bien, que no está mal, etc etc. Es una
obra de buenas intenciones, buenas canciones, algún que otro clásico, sonido
sucio y poco claro, uniformidad homogénea monótona repetitiva y ciertas
pretensiones artísticas tan típicas de las bandas de los 70. El sonido es lo
que más me molesta acá. Es que es una cosa tan débil y poco excitante que casi
da risa. Y con respecto a las pretensiones artísticas, ni siquiera sé si
llamarlas como tal. No hay nada distintivo. Es blues rock y psicodelia. Puede
que el primero de los mencionados géneros fuera medianamente novedoso en su
época, y que el segundo tenga el reconocimiento de la escuela de pensamiento
más esnob, pero no me basta con que se suban al carro de la gran novedad para
tratarlos de originales y creativos. Y es que hay que hacer una diferenciación
entre tocar un estilo e interpretarlo. Interpretarlo sería, justamente, darle
un significado. Una razón. Y acá los tipos no interpretan blues y psicodelia, los tocan, como yo puedo estar tocando una canción ajena al pie de la
letra sin aportar nada nuevo. A esta gente definitivamente le faltaba un poco
para ser una de las grandes bandas del rock argentino.
Ahora, reconozco que quizás estoy siendo muy duro y dando
una impresión equivocada del disco. Parecería que lo odio, pero no es así. Por
algo le puse un ocho, que es una muy buena nota. Hay varias cosas que salvan a
esta obra. Sus claves son buena (y ocasionalmente genial) composición, buena
interpretación y un par de clásicos de esos que siempre salvan a un disco.
Quiero empezar hablando de estos dos grandes temas que, casualmente, son los
dos últimos del disco. Qué bonito, nos hacen esperar como media hora para
darnos la carne que tanto ansiamos. La primera de las dos es Canción para una mujer, una balada
acústica sombría y misteriosa que, de tan despojada que suena, está plena, tan
contradictorio como esto pueda parecer. Van a entender esta afirmación cuando
la escuchen. Esas armonías vocales fantasmagóricas son buenísimas, además. Gran
canción, mi favorita del disco. El segundo mejor tema es, quizás, el más conocido
de la carrera del grupo. Presente.
Algo que no vi a nadie decir sobre esta canción en ningún lado es que la
melodía vocal es una vil copia de la del tema Village Green Preservation Society de The Kinks, hasta en las
armonías de acompañamiento. ¿Por qué será que nadie lo notó? Ah, ya sé. Porque
nadie en este bendito país conoce la gloria de la banda de los hermanos Davies.
Malditos sean. Y de esa gente hay que escuchar que Oasis es el mejor grupo de
pop de la historia. Pero bueno. Más allá de que esa imitación pueda ser muy
sangrante, hay que reconocer que Vox Dei la hace suya, y que el estribillo nos
inyecta tremenda dosis de valor para enfrentarnos al mundo. Medio injusto que
me guste tanto una copia tan obvia, pero todos tenemos contradicciones y
pifias. Me hago cargo.
El resto de los temas también están bien y gozan de la ya
nombrada buena composición e interpretación musical, pero no llegan al mismo
nivel. Reflejos tuyos y míos tiene un
buen riff, pero el sonido es infeliz y no permite que brille y retumbe lo
suficiente, además de que la voz gruesa de marinero con la que cantan suena
medio molesta. Tampoco tiene muchas variantes para los seis minutos y cuarto
que dura. Si la hubieran recortado uno o dos minutos… al menos destaco algunos
solos y juegos de guitarra muy a lo Velvet Underground. No es un mal arranque
de disco, siendo honesto. El tema que sigue tiene un estilo más R&B como el
que interpretaban (ahora sí estoy usando bien la palabrita) los Rolling Stones
en sus primeros años. El falsete agudo con el que cantan algunas partes de los
versos es lisa y llanamente ridículo, y No
es por falta de suerte que la canción termine siendo discreta, sino por
falta de dirección. Al menos cuando llega el estribillo y cuando cantan con voz
más normal logran redimir un poco al tema. No para volverlo un clásico, pero sí
para que se disfrute con gustoso y agradable placer. Cuero tiene una introducción rápida y agresiva que pretende ser
tormentosa, pero que se queda a medio camino por culpa de la pésima calidad de
sonido. De haber tenido un sonido que resalte su potencia, podríamos haber
dicho que se trata de un antecedente sudamericano del thrash metal. También, de
haber sido interpretada por una banda yanqui o inglesa, podríamos decir que los
Arctic Monkeys la tomaron de inspiración para la introducción de Brianstorm. Como se trata de un grupo
del mismísimo ojete del mundo, es imposible que sea así. No importa qué tan
parecidas sean ambas intros. La segunda parte de la canción es agresiva pero en
menor medida y, tras un falso final, el tema empieza a volver a crecer y a
recuperar el feeling tormentoso del inicio. Insisto, hubieran volado cabezas
con una mejor calidad sonora. Compulsión es
el tema más corto del disco y suena más garagera, con una guitarra bien
compacta y una interpretación vocal medio teatral que suena bien pero que no
destaca en lo melódico. Por último, Total
qué me suena como a una versión temprana del tema Las guerras de su siguiente disco, pero no le llega ni a los
talones a aquella obra de arte. Convengamos que el estribillo no es muy
inspirado, y que esos zumbidos de armónica bien podrían ser zumbidos de
mosquito por lo molestos. Es quizás el tema más flojo del disco.
Sé que sueno muy duro en esta crítica, al punto en el que parece que desprecio todo lo que hizo el grupo que no sea «La biblia», pero no es así. Todo lo contrario. Se nota que tienen talento. Si soy tan exigente, es porque me gusta lo que hacen y me hubiera gustado que explotaran más ese talento que claramente tienen (o tenían). Créanme que, si no me gustara la banda, no sería tan dura con ella, por la sencilla razón de que me daría igual. Yo le exijo más a los que pueden que a los que no, y Vox Dei claramente son de los que pueden. Acá se notan las buenas intenciones y la dedicación, pero estas dos cosas no siempre les resultan en algo inolvidable. Algo que me olvidé de contarles es que en los 90 se regrabó y relanzó el disco con el nombre de «Cuero caliente», pero todavía no lo escuché para compararlo. De lo que sí estoy seguro es de que el sonido habrá mejorado un montón. A este álbum hay que verlo como un buen pero tímido primer paso a la estratósfera de la creatividad musical a la que llegarían en su siguiente trabajo. Vayan preparando sus libros religiosos cristianos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario