Mejor tema: ¿Uno solo? No, gracias.
1) Second Hand News
2) Dreams
3) Never Going Back Again
4) Don’t Stop
5) Go Your Own Way
6) Songbird
7) The Chain
8) You Make Loving Fun
9) I Don’t Want to Know
10) Oh Daddy11) Gold Dust Woman
¿No empiezan a notar un patrón en mis últimas reseñas?
Sí, estoy resaltando prácticamente todas las canciones de cada disco. En
cualquier momento me voy a convertir en Homero Simpson en aquél capítulo en el
que se hace crítico culinario. O sea, que voy a poner tantas notas positivas
que todos me van a decir que haga críticas negativas, lo que me va a llevar a
ser grosero e insensible, arruinar a las bandas que reseño y hacer que sus
miembros quieran matarme. Así como a Homero lo quisieron matar con un pastelito
envenenado, a mí me van a engañar para que escuche «Metal Machine Music» de Lou
Reed y me termine muriendo de un ataque. Al menos yo soy inflexible e
imparcial. Estoy a salvo.
Saludos, gente hermosa. Bienvenidos a una nueva reseña.
Volvemos al ruedo con las bandas anglosajonas. En este caso voy a hablar de… no
sé si llamarla una de las bandas más populares de todos los tiempos, pero sí de
uno de discos más populares de todos los tiempos: «Rumours», de Fleetwood Mac.
Este grupo empezó como una banda de blues rock y, según las páginas que suelo
leer (como la de Starostin o la de Jesús Gran), su primera época no fue la gran
cosa. Algún día lo comprobaré por mí mismo. Mientras tanto, solo puedo hablar
de este disco, que es el más popular que sacaron y el primero (o uno de los
primeros) de su época más pop y comercial. Hay que reconocer que estos tipos
tienen huevos (y ovarios, ya que también hay mujeres en el grupo). Pasaron de
tocar blues rock a pop para la radio. Todos sabemos que los fans del blues y el
hard rock ven al pop como un demonio que hay que eliminar, así que no quiero
saber qué habrán pensado cuando una de las bandas que encabezaba el género se
cambió de bando. Afortunadamente, el tiempo y las masas los protegieron y les
dieron la razón a los miembros del grupo. Y no es para menos. Si juzgamos a
esta música por su calidad y no por el género que soliera tocar la banda que la
hizo, nos vamos a dar cuenta de que esta obra es de diez estrellas. Otra de las
cúspides de la historia de la música universal. ¿Pero qué estoy haciendo? No
estoy dando datos de la biografía de la banda. Bueno, un pequeño repasito y ya.
Fleetwood Mac se formó en Londres en 1967. Sus miembros
fundadores fueron el guitarrista Peter Green, el baterista Mick Fleetwood y el
guitarrista Jeremy Spencer. Después se les sumó el bajista John McVie para su
debut, y el tercer guitarrista Danny Kirwan en 1968… bueno, me estoy
excediendo, creo yo. ¿No me excedo siempre que pongo la información completa de
las bandas por acá? El punto es, sacaron varios discos de blues rock antes de
dar el vuelco al pop radial y rock pop que mejores resultados les darían a los
muchachos (y muchachas). La cúspide de su búsqueda comercial está en este
disco. Pasemos a él.
Hay algo que me gustaría resaltar de esta obra. Bueno,
hay varias cosas que me gustaría resaltar, pero de momento, una en particular:
el hecho de que este disco saliera nueve
años después de su debut. O sea, no parece la gran cosa hoy por hoy, con
las bandas tomándose un largo tiempo para grabar y componer pero, para esa
época, que tardaran nueve años en llegar a su cúspide era una locura. Muchas
bandas tardan un largo tiempo en lograr ese trabajo por el que son recordados,
pero por lo general se tratan de trabajos «típicamente excelentes». Es decir,
discos muy buenos, pero no aquella obra maestra que encumbre a la música como
arte, si entienden a lo que me refiero. Estamos acostumbrados a que un grupo,
tras casi una década de existencia, haya agotado todas sus ideas creativas.
Fleetwood Mac hizo al revés. Tardó ese tiempo en sacar no ya un disco meramente
muy bueno o incluso excelente, sino uno de los máximos trabajos que se podrían
haber sacado, y encima dentro de un territorio tan limitado como lo es el pop y
rock para las emisoras de radio. O sea, los Beach Boys tardaron diez u once
discos en crear el maravilloso «Pet Sounds», pero eso fue en el lapso de tres
años y cuando el rock apenas empezaba a despegar como movimiento cultural. El
caso de Fleetwood Mac es más particular, ya que las fronteras artísticas
estaban delimitadas al momento de salida de esta obra. Más mérito aun, premio
doble o triple. Se podría escribir una tesis alrededor de esta singularidad
cuántica.
Otra cosa que me llama la atención es lo único que se
siente este trabajo. No, no digo que sea una obra vanguardista o experimental,
como si de un «Trout Mask Replica» o «Tago Mago» se tratase, sino que es una
obra muy particular dentro de los límites de la música de radio. No solo por su
buen gusto y poca previsibilidad, sino también por lo auténtico y emocional que
es. No estoy descubriendo una nueva forma de ir a baño con esto que voy a
decir, pero es bien sabido que los miembros del grupo estaban atravesando
momentos emocionales complicados. Como los Beatles cuando grabaron «Abbey Road»,
solo que en términos más románticos y de pareja. Estos problemas, sumados a
otros como el consumo de drogas, se plasmaron de forma espectacular en la
música, lo que nos da como resultado 39 minutos de los más auténticos y
disfrutables de la historia de la música. Si quieren una analogía, pueden tomar
este disco como el reverso tenebroso de «A Hard Day’s Night» de los cuatro de
Liverpool. Esto es, un disco pop menos risueño, más pesimista, levemente más
largo e igual de inmaculado. Ahora sí, vamos a lo nuestro.
Las canciones, por supuesto. Es un disco donde cada tema
es una joya, sin excepciones. Con la excepción de Songbird. Es un tema de piano con una linda melodía y una buena
atmósfera pero que no logra sobresalir entre tanto peso pesado. Ahora, no se
preocupen, pues para este disco pensaron en todo. Así que, ¿qué se hace cuando
se tiene un buen tema que no logra estar a la altura? ¿Se lo descarta? No, para
nada. Se lo pone en el exacto medio del disco para dividir ambas mitades. Si lo
hubieran puesto en cualquier otro lugar hubiera sido un tema totalmente
anticlimático y fuera de sitio, pero en el lugar en el que está nos permite paladear
esos primeros cinco temas que acabamos de escuchar y a la vez prepararnos para los
otros cinco que están por venir. Muy bien jugado, Fleetwood Mac.
El resto del disco es espectacular, sin darle más
vueltas. Second Hand News abre con
una guitarra retumbante en fade in que amenaza con dar lugar a un tema oscuro y
rockero. Para nada. Sigue un tema luminoso y popero, aunque la letra sí sea algo
desesperanzada. Los ganchos irresistibles están a la orden del día y el
mayestático final con el título repetido hace que hasta den ganas de ser
noticias de segunda. Dreams no oculta
su alma sombría bajo un ritmo alegre, sino que es más honesta. Es oscura desde
el vamos, pero a la vez tan pegadiza y tan hermosa que dan ganas de cantarla
como si fuera la cosa más elevadora del mundo. Sus capas de sintetizadores, su
ritmo pulsante y los agudos sutiles de Stevie Nicks nos llevan a un infierno de
lo más paradisíaco, aunque quiero creer que es un canto de esperanza por frases
como «Thunder only happens when it’s raining», que yo interpreto como que las
cosas más impresionantes e inesperadas solo ocurren cuando estamos en nuestro
punto más bajo. La atmósfera límpida y gris a la vez dan esa sensación. Y ya
que hace rato mencioné el disco «A Hard Day’s Night», la verdad es que Never Going Back Again se me hace el
equivalente del tema And I Love Her
por sus matices acústicos, aunque esta sea algo más alegre musicalmente. La
melodía y el ritmo casi infantiles hacen un buen contraste con la letra más
adulta y reflexiva sobre las relaciones tóxicas. Alguien muy despistado podría
dejarse llevar por la dulzura de la música y pensar que ese tipo de relaciones
son buenas. No lo hagan. Nunca tuve pareja como para confirmarlo de primera
mano, pero las relaciones enfermizas son esto mismo. Algunas cosas se caen de
maduras. Don’t Stop es otra dosis de
dopamina musical. Ese pianito y esa melodía vocal ascendente que culmina en el
estribillo son espectaculares. A pesar de su trasfondo amargo, el tema me
invita a pensar que el ayer se fue precisamente para mejor, y que ahora vienen
los buenos tiempos, como si hubieran resumido en una única canción el contraste
entre I Want You (She’s so Heavy) y Here Comes the Sun del «Abbey Road».
Claro que el tema nos invita a solo vivir el presente, y a no preocuparse ni
por lo que pasó ni por lo que está por pasar. Mucho más saludable que cuando La Mosca cantaba «Estoy peor que ayer pero mejor que mañana». Para cerrar
la primera mitad tenemos Go Your Own Way,
que es básicamente una melodía vocal que va creciendo y creciendo, creando
tensión de la forma más alegre posible para que llegue ese «You can go your own
way» que libera toda la bronca que debía llevar Lindsey Buckingham adentro, de
modo que se convierte en una de las catarsis más disfrutables de la historia de
la música. Casi ni parece que estuviera frustrado por su relación fallida.
Después del mencionado interludio de Songbird, continuamos con la segunda y última mitad de este canto a
la frustración romántica. The Chain es
la única canción compuesta por los cinco miembros del grupo, y se nota por las
diversas ideas que despliega. Desde el arpegio acústico inicial que cae como
una lluvia ácida y tensa (y que va a repetirse en diversas ocasiones durante el
tema), las armonías profundas y bajoneadas que construyen los versos, el
amenazante estribillo que, más que cantado, parece escupido a la cara del
escucha con todo el desprecio posible… todo parece el infierno sobre la tierra.
Pasado el tercer minuto, el bajo hace un solo que es asesinado por la guitarra
del mismo modo que los miembros de la banda querrían asesinarse mutuamente por
esa época y llegamos a la recta final, con ese canto trepidante de «Chaaaaaiiiiin,
keep us together (running in the shadows)» mientras los instrumentos arrasan
con todo. Esto es lo más peligroso y furioso que haya escuchado en un tema para
la radio, y lo mejor es que es una furia auténtica, que se transmite de forma
creíble. Espectacular. You Make Loving
Fun tiene un ritmo disco robótico, pero adictivo, y la melodía vocal más
los arreglos de guitarra le dan ese toque orgánico y humano que hace de
contraste y le otorga alma al conjunto. Como un robot con alma. Algo así como
NRD «Andrew» de «El hombre bicentenario». Así se hacen las cosas. I Don’t Want to Know tiene atmósfera de
casamiento. No se me ocurre otra forma de definirla. Es bastante irónico
considerando que estaban más cerca de separarse que de otra cosa, pero qué le
vamos a hacer. Todos los instrumentos (además de la propia voz) hacen las mil
maravillas en conjunto. Quizás los que se casaron son los sonidos musicales, y
lo que estamos escuchando acá son los ruidos de lo que hacen durante la luna de
miel. Sin dudas, los instrumentos se llevaban mejor entre sí que las personas
que los tocaban. Entrando en la recta final del álbum, Oh Daddy me recuerda un poco a Songbird,
pero con mejores melodías y más intensidad. La única palabra que se me ocurre
para definir a la canción es «drogadicta». Suena drogadicta, como si la
relación que mantenía Christine McVie con Mick Fleetwood fuera una adicción que
la está haciendo mierda de a poco. Considerando que también tuvieron problemas
con las drogas y el alcohol en esa época, no me sorprendería en lo más mínimo
que el paralelo fuera intencional. Por último, Gold Dust Woman sí que no deja lugar a las dudas. Es un canto puro
y duro a la cocaína, sin más vueltas que darle. Ese slide saltarín (o, mejor
dicho, retumbante. «Saltarín» es una palabra muy suave para el efecto que
genera) se mete en nuestro cuerpo cual drogas duras al sistema nervioso de un
adicto, y el estribillo a varias voces es un canto desesperado, comparable con Heroin de la Velvet Underground. Los
rastros de sintetizador son como cocaína flotando en el aire y enturbiándolo, y
el final intenso y creciente es el equivalente de una sobredosis. Aunque dije
que no puedo elegir un tema favorito en este disco, este sería un buen
candidato. Un final irreprochable.
Y ahí lo tenemos. A ustedes les pregunto, puristas del
blues y el hard rock, ¿es tan vergonzoso hacer un disco de pop para la radio?
Pues no, sobre todo si es de esta calidad tan excelsa. Mal que les pese, este
disco es mejor que todo lo que el grupo hacía antes. No es como que lo haya
escuchado con mucha atención, pero esta obra es lo bastante buena como para
permitirme afirmar esto sin miedo a equivocarme. Además, como habrán notado por
mi análisis, este disco tiene una intensidad que por momentos rivaliza con cualquier
Cream o Led Zeppelin. Recuerdo que George Starostin dijo que este es el disco
quintaesencial del grupo. Es decir, el que mejor define todos los sonidos que
han explotado a lo largo de su carrera. Insisto en que no soy un gran conocedor
de la banda, pero sí que noto muchos atisbos de lo que él dijo. Así que dejen
de quejarse, que acá también hay buen rock. Y buenas melodías, y buenos
arreglos, y todo lo bueno que se le puede pedir a un buen disco bueno. Mi
conclusión es, si te gustan las emociones sinceras en tu música, este disco es
para vos. Si te gusta la creación de climas e intensidad en tu música, este
disco es para vos. Si simplemente te gusta la buena música en tu música, este
disco es para vos. Quizás el mejor disco de pop rock no creado por los Beatles
que exista en el mundo. Fin.
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