miércoles, 6 de marzo de 2024

Boston - Don't Look Back


Nota: 7
Mejor tema: Don’t Be Afraid.
Peor tema: Feelin’ Satisfied.

1)      Don’t Look Back
2)      The Journey
3)      It’s Easy
4)      A Man I’ll Never Be
5)      Feelin’ Satisfied
6)      Party
7)      Used to Bad News
8)      Don’t Be Afraid


Volvemos a terreno radioformulero con nuestros queridos Boston. Bah, no sé si demasiado queridos por ustedes, pero sí por mí. Y tampoco es que yo sea el mayor fan, ojo. Pero sí que considero a su debut, quizás, la cúspide del AOR (Adult Oriented Rock o, en cristiano, rock para las radios). Supongo que al leer estas palabras y ver la nota que le puse a este disco, pueden visualizarme mentalmente con cara de decepción y asumir que esta reseña va a estar infestada de este sentimiento. Este… sí. ¿Para qué digo que no si sí? Pero tiempo al tiempo, mis queridos padawans con alto nivel de midiclorianos en sangre y poca conexión con aquello que las películas originales de Star Wars nos enseñó que realmente se necesita para ser un jedi. Voy a explicarles con precisión de creador de mundos ficticios a lo George Lucas lo que pasó entre el debut y este segundo trabajo los motivos de mi desilusión. Aunque sin las inconsistencias argumentales de este señor, por supuesto.

A este disco se lo empezó a componer y a grabar apenas un año después de la salida del debut. Esto es, en 1977. Y fue lanzado al año siguiente al año en el que se lo empezó a componer y a grabar. Esto es, en 1978. Un 90% del trabajo se hizo en Hideaway Studio, que era el estudio de Tom Scholz, mientras que la canción A Man I’ll Never Be fue grabada gracias al ingeniero (pero no feto ingeniero) Dave Butler en Northern Studio. Los temas de difusión fueron Don’t Look Back, A Man I’ll Never Be y Feelin’ Satisfied, y su éxito fue considerable aunque inferior al del debut (el presente trabajo fue número uno en Estados Unidos y Canadá y número nueve en Reino Unido). Vendió más de un millón de copias en poco más de diez días y tuvo siete certificaciones al platino en Estados Unidos el 11 de abril de 1996. Se puede decir que, incluso sin contar esto último que pasó casi veinte años después de su salida, al disco le fue muy bien y confirmaba a Boston como la banda del momento en los 70. Sin embargo, Scholz cortó relaciones con Epic después de su lanzamiento ya que se quejaba de que la disquera los apuró para sacar el trabajo, y él no se sentía conforme todavía con el resultado, pues así de perfeccionista era. Pero ya vamos a volver a esto. Vamos al disco en sí.

Bueno, ¿qué es lo que me molesta del disco? Varias cosas. Veamos. Lo primero es que el disco no evoluciona EN LO MÁS MÍNIMO con respecto al debut. Es la misma fórmula sin un solo intento de avance artístico. Está bien que no hay que arreglar lo que no está roto pero, para un tipo tan obsesivo de los resultados como lo es Tom Scholz, uno esperaría algún riesgo o cambio. Aunque bueno, supongo que puedo perdonar eso, ya que bandas como King Crimson o Metallica también se han autoplagiado y no les salió nada mal (escuchen «In the Court of the Crimson King» e «In the Wake of Poseidon» uno después del otro, y «Master of Puppets» después de «Ride the Lightning» para entenderme). Ahí está el segundo problema: que Boston ni siquiera hace una copia lo bastante buena como para que perdonemos la repetición constante. Las canciones están bien y se pueden escuchar, pero son tan normalitas que uno se muere por terminarlas para escuchar sus muy superiores plantillas. También, aunque sé que esto no es culpa del grupo, es un disco claramente incompleto. Se perciben algunas buenas ideas (siempre partiendo de la base de que son ideas recicladas), pero se pueden escuchar los meses de laburo que les faltó para que fuera algo más acabado. No solo los temas se vuelven repetitivos, sino que además el orden de estos es medio aleatorio. Un tema como The Journey hubiera quedado mejor como introducción del disco en vez de como segundo tema, mientras que Don’t Be Afraid me parece muy repentino como cierre, el cual hubiera estado mejor con A Man I’ll Never Be. Son todos errores que se van sumando y empañando el resultado final, el cual tampoco creo que hubiera sido despampanante con más tiempo, pero quizás sí terminaba siendo más sólido. ¿Qué le vamos a hacer?

Arrancamos con el tema título, que presenta una potencia aceptable en la guitarra y los versos, hasta que el estribillo se vuelve algo más lento y arrastrado. Parecería que están tratando de trabajar sobre la fórmula de More Than a Feeling de aumentar la intensidad a tope para después bajarla, pero no logran el mismo gran resultado, y queda como dos canciones que nada tienen que ver entre sí. Después tiene un buen solo de guitarra que es fiel al estilo del líder del grupo, pero partes aisladas de una canción no pueden salvar un todo irregular, encima de que dura seis larguísimos minutos la canción. En conclusión, decente inicio pero que podría haber sido mejor. Después viene The Journey, que es un interludio instrumental de tintes eclesiásticos. Según dijeron desde el propio grupo, la intención de este track es crear un tono similar a una revelación religiosa mezclada con la temática extraterrestre que sugiere la portada del disco. ¿Qué puedo decir? Todo bien, Scholz, pero este tipo de cosas dejaselas a Jimi Hendrix, que él sí sabe traer el espacio exterior a las seis cuerdas. Como dije antes, por ahí hubiera zafado si la ponían como introducción de disco, pero queda muy fuera de lugar cuando ves (escuchás) que desemboca en It’s Easy y no pega ni con plasticola. Al menos de Foreplay a Long Time había una transición delicada y pareja. Pero bue. Con respecto a la mencionada It’s Easy, es como una mezcla entre la melodía instrumental de More Than a Feeling, la parte cantada de Something About You y las alternancias de Long Time. Acá es donde podemos aplicar la dicotomía del vaso medio lleno o medio vacío. Si lo vemos como composición, es una mezcla de demasiadas cosas sin relación. Si lo vemos como una mezcla de demasiadas cosas sin relación, es una aceptable composición. Suena a que estoy siendo piadoso, pero en sí me parece una mala idea mezclar tantas ideas musicales diferentes cuando no hay genialidad que lo justifique, así que voy a ver el vaso medio vacío y decir que es un tema meramente pasable, por más que no sea el desastre que podría haber sido. Lo más rescatable de esta primera mitad es la balada A Man I’ll Never Be, que es de lo poco que se aparta en cierta medida de la fórmula del primer disco. Tampoco es que sea una sorpresa increíble, ya que se pueden seguir rastreando elementos del disco anterior si los buscamos con lupa, pero al menos puede llegar a dar la ilusión de novedad si no somos tan estrictos. No solo eso, sino que la melodía de piano es bella y las guitarras logran algo parecido a una catarsis de esas que Boston es capaz de generar. Quizás sus casi siete minutos son un poco largos, pero yo no me aburro en ningún momento. Una buena canción.

Feelin’ Satisfied arranca con casi el mismo riff que Rock and Roll Band, pero la melodía vocal y el riff que corta los versos obviamente están sacados de Peace of Mind, lo cual termina de confirmar el solo de guitarra. Si bien ninguno de los plagios de este disco es sutil, acá es tan obvio que me descompone el tema. Es técnicamente decente, pero el problema es que es tan «técnicamente decente» que no genera ninguna emoción profunda. Después tenemos Party, que vendría a ser el equivalente de Smokin’. Tan equivalente es, que también está compuesta por Delp y Scholz en forma colaborativa. Al menos la melodía es diferente, pero sigue siendo intrascendente y meramente agradable. Como en este disco se copiaron hasta el reparto en el protagonismo compositivo, tenemos otro tema de Brad con Used to Bad News. El inicio tiene ese mismo tono líquido de Let Me Take You Home Tonight, pero tiene una parte vocal todavía más agradable, una bien lograda explosión de guitarras y unos ribetes pseudo progresivos del órgano que la hacen bastante superior a aquella. Bien ahí, el bivalvo de tu hermana biológica. La segunda mejor canción del disco. La mejor es Don’t Be Afraid, en la que las guitarras brillan en toda su gloria, la melodía vocal es muy buena, las armonías vocales nos devuelven la alegría de vivir y el estribillo nos hace imaginar a un estadio entero cantando, pero cantando porque el tema es genuinamente bueno y no porque es una regla no escrita que a ese estribillo hay que cantarlo. Me llama la atención que esos «Oh oh oh» me recuerdan demasiado a Lick it Up de Kiss. Justo a esa banda poronga me tenían que remitir. Pero puedo perdonarlo porque Boston tiene más talento y porque Don’t Be Afraid es anterior. Por cierto, este tema es el único que había sido compuesto antes de que empezaran las grabaciones de este disco, ya que data de las primeras demos del grupo.

Imagínense hasta qué punto estaban creativamente agotados que su mejor canción acá es un tema de la primera época, y que el material más nuevo no es otra cosa que una sombra de su (por aquél entonces no tanto) vieja gloria. En los años 70 se había instalado la falsa leyenda de que More Than a Feeling era una canción hecha íntegramente con inteligencia artificial. Considerando lo limitada que resulta la IA en pleno 2024 cuando se trata de crear, quizás deberían haber sospechado no de un tema claramente original e impecable, sino de este disco entero donde el plagio abunda y la originalidad no aparece ni en figuritas. Si bien entiendo a Tom Scholz al estar enojado porque la disquera no le permitió pulir su trabajo, también creo que debería agradecerles porque al menos puede tirar la excusa de que el bajo nivel que hay acá no es responsabilidad suya. Y es que creo que el disco hubiera seguido siendo regular aunque hubiera tenido cinco años más de tiempo para terminarlo, y se nota por la cantidad de reciclajes constantes que dudo de que hubieran dado lugar a algo mucho mejor. ¿Por qué le pongo un siete, entonces? Bueno, porque no hay nada que se pueda llamar «ofensivo» (por muy intrascendente que sea) y porque hay tres canciones genuinamente buenas, de las cuales una es la más larga del disco. El disco dura 34 minutos y los temas buenos suman catorce, mientras que The Journey es más una introducción que una canción real. En total, podemos decir que hay catorce minutos buenos de 32. Casi un 50%. No está muy bien, pero tampoco está mal. Considerando que mucha gente dice que los siguientes discos no recuperarían el nivel de los dos primeros, se puede asegurar que acá aparecen los últimos vestigios de gloria de Boston, con la brutal Don’t Be Afraid cerrando una época. Es una cagada que terminaran su mejor momento de manera tan tibia, pero prefiero estos pequeños destellos de genialidad que nada. Además, comparado con lo poco que me gustaba el disco en un principio, se podría decir que pudo haber sido mucho peor. Lo tomo, pero con reservas. Con reservas, pero lo tomo.

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