martes, 28 de diciembre de 2021

Spirit - Twelve Dreams of Dr Sardonicus



Nota: 10
Mejor tema: When I Touch You
Peor tema: Soldier, supongo. No es como que haya material flojo acá.
 
1)      Prelude – Nothin’ to Hide
2)      Nature’s Way
3)      Animal Zoo
4)      Love Has Found a Way
5)      Why Can’t I Be Free?
6)      Mr. Skin
7)      Space Child
8)      When I Touch You
9)      Street Worm
10)     Life Has Just Begun
11)     Morning Will Come
12)     Soldier

[Bonus Tracks]

13)     Rougher Road
14)     Animal Zoo (mono single version)
15)   Morning Will Come (mono version)
16)    Red Light Roll On


Ahora sí. Después de dos discos en los que estos angelinos se privaron a sí mismos de su verdadero potencial, vuelven a la carga con otra obra descomunal, a la altura de su leyenda. Pero vamos por partes y demos algo de contexto primero.

En el seno del grupo todos estaban muy divididos y cada uno por su lado. Quizás no estuvieran peleados en lo personal, pero sí en lo artístico, ya que cada uno tenía su propia idea de lo que quería para la música de la banda. Tan divididos estaban que ni siquiera repitieron a Lou Adler como productor. No. Contrataron a Dave Briggs, más conocido por su trabajo con Neil Young. En un principio, el disco fue el peor posicionado en las listas hasta ese momento en la historia del grupo. Apenas alcanzó el puesto 63 de 200 en Billboard, y solo duró catorce semanas ahí. Sin embargo, vendió relativamente bien y fue el único disco del grupo en alcanzar el oro por parte de la RIAA (Recording Industry Association of America), aunque recién logró esto en 1976. Seis años después de su lanzamiento. Por supuesto, no faltan quienes lo consideran el mejor de la banda. La pregunta es, ¿Tienen razón?

Por supuesto que sí, carajo. Bueno, no estoy tan seguro. Después de todo, el debut es igual de bueno que este y muchas veces queda relegado a un segundo plano. Pero eso no le quita grandeza a esta obra magna. David Briggs definitivamente supo sacar lo mejor del talento del grupo y aunar las diferentes tendencias musicales de cada uno en un todo coherente. Insisto, no sé si es mejor o peor que su primer disco, pero es mucho más maduro. Lo que escuchamos acá es un excelente punto medio entre el sonido especial de sus dos anteriores placas y el eclecticismo despiadado de “Spirit”. Además, como si fuera poco, hay más recursos que nunca. Al conjunto básico de guitarra-bajo-batería-teclado se les suma sintetizadores, instrumentos de viento, cuidadísimas armonías vocales y mucho más. A todo esto hay que sumarle el hecho de que es un disco conceptual, que trata sobre los doce sueños del doctor Sardonicus. Esto puede ser muy obvio para algunos. Después de todo, incluso si no se tiene mucha idea de álbumes conceptuales, el hecho de que se llame “DOCE sueños” y sean DOCE canciones les va a hacer sonar las campanas a más de uno. Lo cierto es que el concepto es bastante malucho. No hay una unidad real entre las canciones. Y también es obvio que este disco pretende ser el “Sgt. Pepper” yanqui. Todo esto parece indicar que este es el disco definitivo de la banda pero, como dije antes, no estoy seguro. Es decir, el debut del grupo lograba ser igual de bueno sin machacarte la cabeza diciéndote “escuchame, loco. Soy maravilloso. Soy lo mejor de lo mejor”. En otras palabras, era menos pretencioso. Pero también es cierto que aquél no podría ni soñar con el cuidado extremo y la madurez que logran acá. A veces hay que ser pretencioso para lograr lo mejor. Mi veredicto final es, ninguno es mejor que el otro. Los dos son obras maestras y al final todo queda en lo que prefiera uno escuchar en ese momento. Pasemos a las canciones.

El inicio nos sorprende. No porque sea súper experimental o atípico ni nada por el estilo. Nos sorprende porque, después de tres discos en los que arrancan con música de influencias latinas, esta vez nos agarran desprevenidos con una bella y evocadora melodía acústica. Se trata de Prelude, que a los cuarenta segundos se convierte en un rocker fastuoso muy al estilo de la forma en que arrancaba el Sargento Pimienta llamado Nothin’ to Hide. La melodía, los arreglos de pianos y de vientos, los diversos cambios de ritmo, todo es espectacular acá. El estribillo es divertidísimo (“We got nothing to hide/We’re married to the same bride”), el solo (con toques de piano que anticipan la última sección del tema), esos “pings” de guitarra que viajan de un parlante a otro y nos llevan al final de la canción… Un inicio irreprochable, realmente. Y Nature’s Way es hasta mejor incluso. Una mezcla de jazz con folk y armonías vocales realmente hermosa. Esta combinación debería remitirme a los Byrds, pero sigue sonando a Spirit, lo que habla muy bien de la capacidad del grupo para hacer suyo cualquier estilo que interpretaran. La melodía acústica es simple pero aporta el vehículo necesario para la voz y las armonías, aparte de que en el estribillo se convierte en una línea eléctrica evocadora. Es imposible no conmoverse con esta belleza de canción. Y sus sonidos de humo y tos del final le dan un giro algo oscuro al tema (al menos para mí). Como si los intentos de la naturaleza por decir que algo anda mal no hubieran servido de nada. Qué pena la de Yelena.

La tercera canción, Animal Zoo, da un giro más alegre. Su mezcla de country y pop es realmente adorable, la melodía llena de vida y los teclados carnavalescos vuelven imposible sentirte triste después de escucharla (o, al menos, mientras se la escucha. Lo que te pase después de que termina corre por cuenta tuya). Además, el final en el que repiten “Much too fat and a little too long” de forma cada vez más ridícula es divertidísimo. Los Kinks estarían orgullosos de este tema. Love Has Found a Way es en la que más aprovechan las ventajas del estudio, ya que los instrumentos suenan reproducidos en reversa. Puede parecer la típica canción rara que se escribe para hacerse el vanguardista, pero funciona a la perfección gracias a su estribillo, su aire misterioso y el uso del vibráfono. No es excelente, pero la extrañaría si la hubieran sacado del disco. Why Can’t I Be Free es una viñetita de poco más de un minuto. Una lástima que no la desarrollaran más, ya que su melodía es hermosa y sus arreglos pastoriles son de primera. Podría haber sido un clásico. Mr. Skin empieza con otro arreglo carnavalesco de teclado, al que se les suman armonías y arreglos de metales más cercanos al soul y al funk. Dichos arreglos son de primer nivel, y también lo son su melodía, su solo de saxofón y la entonación vocal, ya que esta última parece cantada por algún personaje de dibujos animados. Como Lazlo de “El campamento de Lazlo”. Qué sé yo. Solo sé que me encanta este tema.

Space Child es el único tema instrumental del disco, y está compuesta por Locke. Realmente le hace honor al “Space” en su nombre. Empieza con un arreglo de piano oscuro y misterioso al que se le van sumando sintetizadores hasta terminar con un moog extraterrestre. Es curioso que, no siendo precisamente lo mejor del disco en lo musical, sí que es de lo mejor en lo conceptual, ya que realmente suena onírica. Es quizás el único tema del disco realmente ensoñador. No está al nivel de los mejores temas de Locke en “Clear”, pero sí que está entre lo más notorio hecho por él a nivel general. Me gusta. Le sigue un clásico de clásicos. When I Touch You es como una mezcla entre Black Sabbath y Joy Division, pero que no termina de sonar como ninguno de los dos grupos, sino que es puro Spirit. Empieza con un sonido de guitarra que parece que California esté afinando el instrumento o comprobando la garantía de las cuerdas, pero inmediatamente se transforma en un riff glorioso, acompañado por un ritmo bien denso y espeso. A eso hay que sumar la gloriosa melodía vocal al borde del peligro. En el preestribillo entran los teclados estroboscópicos sobre los que la voz adopta un falsete delicado que al toque explota en ese genial “Mooooooore-moooooooore-MOOOOOOOOOOREEEEEEEE” bien gritón que nos saca el alma del cuerpo. Pasado el cuarto minuto parece que la canción va a apagarse pero es solo la plataforma para que la guitarra explote en uno de los más espectaculares solos que haya escuchado, y no solo de esta banda. Hay quien comparó este final con el de Starship Trooper de Yes, y puede que tenga razón. O sea, no es igual, pero la forma en que se conjugan los instrumentos sí que tiene un aire. Enormísima canción. Mi favorita del grupo junto con Mechanical World.

Street Worm es otro tema eterno. Empieza con una mezcla de piano y guitarra bien pegadiza que actúa de trampolín para que salte la melodía vocal, igual o más gloriosa aun. Pero esto es solo el soporte para que California se mande uno de sus espídicos solos, como bien marcó Starostin en su reseña. Genial. Life Has Just Begun es una balada acústica con toques folk y country que me recuerda al estilo de la banda Love, también angelina y de la misma época más o menos. El arreglo acústico inicial es un rayo de luz después de la tormenta que fueron los dos temas anteriores. La parte vocal es reconfortante y por momentos agregan otra voz más robótica que le da un buen contraste. Y el final en el que repiten el título del tema con esa misma voz-máquina es simplemente espectacular. Morning Will Come arranca con un sonido de guitarra “chistoso” (en serio, no se me ocurre otra palabra para describirlo) al que le sigue una voz en falsete cantando “Come/Come/Come to meeee” que a muchos les resultará molesta, pero que a mí me mata de risa para bien. Sus versos vuelven a ser fastuosos, y el tema en general se me hace como una mezcla entre Nothin’ to Hide y Mr. Skin, aunque sin sonar a plagio en lo más mínimo. Es otra gran canción que levanta el ánimo e invita a disfrutar de la vida. Para cerrar el disco tenemos Soldier, que es más envolvente y contemplativa. Incluso tiene referencias líricas y musicales a Prelude sobre el final, cerrando así como un círculo. Es quizás el tema que menos me gusta del disco, pero tampoco tiene nada de malo. Funciona a la perfección, así que no me voy a quejar.

Quedan los temas extra. No voy a gastarme en hablar de las versiones alternativas, pero sí voy a hablar de Rougher Road, que me recuerda mucho al estilo de los Byrds (excepto por el solo, que suena más heavy y pinchudo), pero sin llegar a ser tan destacable, y de Red Light Roll On, que no se toma tan en serio a sí misma pero que resulta divertida al menos. No son canciones ofensivas ni nada por el estilo, pero no están al nivel del resto del disco. De haber entrado en el producto final, serían los dos temas más flojos.

Y ahí lo tenemos, gente. La segunda y última obra maestra de esta banda desconocida. Si yo hubiera vivido la época en la que este grupo grababa, de seguro no hubiera albergado esperanzas de que sacaran algo de este calibre después de los dos buenos pero menores “The Family That Plays Together” y “Clear”. El hecho de que lograran grabarlo y que el resultado fuera así de bueno (en vista de los choques creativos en los que estaban) es un testimonio de su genialidad como grupo. Definitivamente, por algo fueron considerados la segunda banda de Los Ángeles más importante de su tiempo (solo superados por The Doors). Con respecto a si este disco es el “Sgt. Pepper” estadounidense… bueno, es un disco ampuloso y pretencioso que pretende contar una historia a través de sus canciones, pero que falla miserablemente en este objetivo, y que aun así es una obra intachable en lo musical y uno de los máximos logros de versatilidad y consistencia en la historia del rock. Sí, yo diría que este y ningún otro es el equivalente norteamericano del Sargento Pimienta. Además, sería el último disco de Spirit con la formación original. Después de este, nunca más volverían a tocar los cinco miembros juntos en esta banda, así que es también, en cierta forma, su “Abbey Road”. Felicidades, muchachos. Infaltable en cualquier colección.


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