lunes, 25 de junio de 2018

The Velvet Underground - The Velvet Underground and Nico



Nota: 9+
Mejor tema: Venus In Furs
Peor tema: European Son

      1) Sunday Morning
      2) I’m Waiting For the Man
      3) Femme Fatale
      4) Venus In Furs
      5) Run Run Run
      6) All Tomorrow’s Parties
      7) Heroin
      8) There She Goes Again
      9) I’ll Be Your Mirror
      10) The Black Angel’s Death Song
      11) European Son

Una vaca sagrada, merecidamente. The Velvet Underground fue formada en Nueva York, en 1965. Sus miembros principales son Lou Reed (voz, guitarra y grandes melodías acompañadas por letras arriesgadas para la época), John Cale (viola, bajo ocasional y pretensiones artísticas), Maureen ‘Moe’ Tucker (batería y bondage ocasional), Doug Yule (guitarra y descaro de haber sacado un quinto disco con el nombre del grupo pero sin Lou Reed. Recién aparecería en el tercer álbum reemplazando a John Cale), y Sterling Morrison (guitarra, bajo ocasional y bien gracias). La historia comienza cuando Lou Reed conoció a John Cale (que había llegado a Estados Unidos para estudiar música clásica) y empezaron a tocar y componer juntos ya que ambos tenían intenciones experimentales. Formaron y deshicieron varios grupos hasta que en 1965 consiguieron a Sterling Morrison para la segunda guitarra y a Angus MacLise para la batería, además de llamar a la banda The Velvet Underground (por un libro de Michael Leigh). En ese mismo año, cuando iban a tener su primera presentación, Angus se les bajó, ya que él decía que tocaba por el arte y no por el dinero (así que ya saben, no pretendan compartir su música con el mundo si es que no quieren ser unos vendidos sin alma ni pasión. Lo que tienen que hacer es cantar en la ducha para los champuses y cremas de enjuague. Y desafinadamente, porque entonar bien es someterse al gusto comercial e ignorante), por lo que consiguieron a Moe Tucker para ocupar el puesto de baterista. Andy Warhol llegó a escucharlos, y amó tanto su sonido que se volvió su manager. Fue él quien les hizo incorporar a la cantante alemana Nico, aparte de ayudarles a conseguir un contrato con la disquera The Verve. Empezaron a pulir sus canciones y tuvieron que soportar que Nico cantara tres de ellas (cosa que a mí no me molesta. Me gusta mucho su voz, a pesar de la mala pronunciación que tiene por momentos). El debut fue grabado en Abril del 66, pero se atrasó su salida al mercado ya que Warhol quería que la portada tuviera el diseño de la banana (cosa que también agradezco). Al final, el disco se lanzó en 1967. Vamos a él.
Lo más destacable de esta obra, y todos lo saben, es lo revolucionaria que resultó en su momento. No solo por el sonido tan diferente a lo que hacían otros grupos, sino también por sus letras que trataban temas como la homosexualidad, el travestismo, los fetichismos y las drogas duras. Tan jugado era que incluso fue ignorado por la juventud de aquél entonces, aunque su lema fuera la libertad y el romper los tabúes. Claro, una cosa es el acto sexual para liberar hormonas y sentir placer o el consumo de la marihuana y el LSD para expandir la conciencia, ¿pero quién es el enfermo depravado que puede practicar BDSM para liberar hormonas y sentir placer o consumir heroína para expandir la conciencia? Por dios, que vivimos de acuerdo con ciertas normativas sociales que hay que respetar. No se puede hacer cualquier cosa, y encima utilizar el rock para promover esas prácticas aberrantes. Si quieren libertad sexual y social vayan a hacer política, que el rock es solo un sentimiento juvenil y para nada transformador de la sociedad. Afortunadamente, estos muchachos eran lo bastante enfermos como para introducir esos tópicos a la música popular y darles cuerpo con ese sonido tan tierno y peligroso a la vez. Tan único, sin precedentes. De ahí surgió el lema “The Velvet Underground lo hizo antes y mejor”. Acá es donde cuestiono y digo, ¿es tan así? Vamos por partes. En primer lugar, no fueron los primeros en jugar con el feedback y la distorsión. Antes de ellos estaba The Who con su disco debut, que tenía toneladas de estos artilugios (y eso que no contamos los sencillos I Can’t Explain y Anyway Anyhow Anywhere). Antes de The Who estaba The Kinks con You Really Got Me, el primer riff con distorsión de la historia. Al mismo tiempo que la Velvet estaba Jimi Hendrix utilizando muchos de los trucos que se escuchan acá. Sin embargo, lo que hace original a esta obra no son las técnicas, sino la forma de emplearlas. Aunque esos elementos ya existían, el grupo los interpreta de una forma totalmente nueva. Nunca antes se había usado el feedback de la forma en que lo hace Heroin, creando subibajas emocionales, o el ritmo repetitivo de I’m Waiting for the Man para representar la ansiedad que expresa la letra sobre un tipo esperando a su dealer, por poner un par de ejemplos. Un momento, ¿nadie lo hizo? Acá entra la segunda crítica a la originalidad del trabajo, y es que existió un grupo contemporáneo (también de Nueva York) llamado The Fugs, que trataba temas similares con un estilo musical similar. Esto tampoco le resta puntos a Lou Reed y compañía, ya que para hablar de inventiva e innovación no solo hay que considerar la concepción de una obra, sino también la recepción. The Fugs nunca tuvo la “popularidad” que tuvo la Velvet. Los músicos que vinieron después se fijaron más en el grupo de la banana que en The Fugs. ¿Injusto? Quizás, pero la música es un acto social, y no sirve de nada ser original si no hay conciencia colectiva de esa originalidad. Aparte, otras dos cuestiones: The Fugs se centraba más en la crítica y sátira social, y no eran tan buenos compositores como Lou Reed. Eso hace una diferencia muy grande. En resumen, un disco revolucionario.
Claro que no hace daño el hecho de que las canciones sean realmente buenas independientemente del sonido que las adorna. Me resulta un poco peliagudo el tomar aisladamente los componentes de una canción, ya que la canción es el todo, y si se saca la melodía o el riff de un tema y se lo traslada a otro contexto musical (por ejemplo, interpretar La marcha de las valquirias con un banjo y estilo country) es obvio que las sensaciones que provoque van a ser diferentes, y ciertamente no sé cómo pegarían estos temas si no fuera por la atmósfera que les da el grupo, pero sí que puedo decir que creo que son canciones bien construidas, y que (en la mayoría de los casos) sobrevivirían a un tratamiento distinto. Son de esas melodías que asociamos con las buenas canciones, empezando por Sunday Morning, con sus teclados campanitas y el canto aterciopelado que acompañan a la perfección la melancolía de la letra. Realmente suena a despertar un domingo en la mañana tras una fiesta infernal… solo para arrancar con otra fiesta infernal, que es la de este disco. I’m Waiting for the Man es lo único que se acerca al punk en toda la obra. Tiene un ritmo martilleante y ansioso que no para en los casi cinco minutos que dura y a un Lou Reed que recita en vez de cantar. Debería ser un tema insoportable, pero resulta terriblemente pegajoso por una única razón: actitud. Tiene harta actitud y te contagia. Femme Fatale es otra balada, y da una sensación gélida tanto en la forma de cantar de Nico como en el pandero, que pareciera nieve cayendo. Acá se nota la mala pronunciación, ya que dice “klon” en vez de “clown”, pero por algún motivo me gusta ese error. Dicen los rumores que Lennon usó la melodía de este tema para Imagine, pero no creo. Se parecen un poco, pero son distintas. Es una gran canción.
Ahora sí, llegamos al mejor tema del disco, de la banda y uno de los mejores temas cortos (de menos de ocho minutos) de la historia. Venus In Furs es una especie de mantra oriental-funerario-sadomasoquista. Es inclasificable. A partir de su monótona melodía se crea una atmósfera triste y sexual a la vez, pero no sexual de “quiero hacerte el amor”, sino de “quiero atarte, doblegarte y darte latigazos”. La sociedad conservadora aún tenía problemas para asimilar el sexo “normal”, por lo que cantar sobre una chica con cara de niña, botas de cuero y amante de la sumisión era un suicidio comercial y una invitación a convertirse en un marginado social porque nadie querría relacionarse con alguien tan degenerado. Fuera de lo anecdótico, tiene unos coros y melodías tremendas que canciones más convencionales envidiarían, y su cadencia conforma uno de los momentos sensuales y emocionales más poderosos de toda la historia. Una obra maestra. Run Run Run es considerada floja por muchos, pero no por mí. Me encanta su groove garajero  y repetitivo (parecido al del tema homónimo de los Who), su coro “Run run run run run/take a drag or two” y sus zumbidos disonantes que hacen de solos. Quizás no sea una gran canción, pero me pone a mil, así que la voy a destacar. All Tomorrow’s Parties es ceremoniosa, lo cual tiene sentido ya que su letra habla de la hipocresía y la superficialidad (que, como todos sabemos, se viste de majestuosidad). Es un tema anfetamínico, ya que da la impresión de ser veloz, pero en realidad es bastante lento (cosa que repetirían en I Can’t Stand It, pero en versión rockera). El canto insensible y hasta altanero de Nico es maravilloso y refleja muy bien esa actitud forzada que tienen las personas de las que habla la letra. También destaca la guitarra, que tiene algo de los Byrds (cualquier cosa que recuerde a los Byrds tiene que ser buena). El mejor de los temas cantados por ella.
El otro tremendo himno (mi segundo tema favorito de la banda) es Heroin. El canto definitivo a esta droga. Su arpegio lagrimeante y metalizado se repite cíclicamente y sirve de colchón para los diferentes estados de ánimo que atraviesan al tema. Desde el estribillo, en el que aceleran el ritmo para luego volver al punto de partida (representando una sensación de poder y adicción), hasta el final, en el que el chillido de las guitarras aumenta y aumenta hasta llegar a una catarsis. En todo momento hay un sentido de melancolía y angustia implícito en esos arpegios, que contrasta tenebrosamente con el sonido arcoiriesco que lograban otras bandas metidas en drogas más inofensivas. Es interesante notar cómo, mientras aquellos grupos glorificaban esas sustancias, acá solo escuchamos un lamento, una advertencia del peligro que puede implicar el consumo de la heroína. En esos días, Syd Barrett era la otra persona que reflejaba ese lado oscuro de las drogas, y no sé hasta qué punto intencionalmente. En definitiva, una obra maestra. Después de ese éxtasis bajamos un cambio con el tema dedicado a la enemiga de Kim Possible: There’s Shego Again, más conocido como There She Goes Again. Suena californiana, pero tiene el sello de la Velvet por ese martilleo rítmico que se va repitiendo a lo largo del tema. La melodía es pegadiza y me hace reír cuando Lou Reed canta “Fly fly away”, y los coros responden “fly fly fly fly”. Parecen cacareos. I’ll Be Your Mirror cierra lo mejor del disco. Es otra balada cantada por Nico, tan hermosa y delicada como siempre. Su voz sigue siendo fría, pero tiene algo de reconfortante a la vez. El ambiente que logran es dulce y melancólico, y por eso siempre me llamó la atención que el riff que suena después del estribillo sea el mismo de You Really Got Me. Aunque esté interpretado con una suavidad más acorde al mood de este tema, es extraño que decidieran copiar justo esa canción. De cualquier manera, es una excelente balada.
El disco debería haber terminado acá, pero nos encajan los dos temas más avant-garde. The Black Angel’s Death Song es odiada por muchos, y alcanzo a notar el por qué: la viola crea líneas muy claustrofóbicas, Lou Reed vuelve a recitar pero sin el carisma de I’m Waiting for the Man ni Heroin y cada tanto suena un “tsssss” que resulta muy chocante. Al principio la detestaba, pero con el tiempo aprendí a apreciar esa sensación de asfixia que logran. Debería ser una tortura, y lo es, pero más o menos funciona. No puedo decir lo mismo de European Son, que empieza con un riff de guitarra y un bajo bastante logrados, pero después del primer minuto (cuando se escucha un vidrio romperse) se vuelve un collage de ruido insoportable. Aunque conceptualmente representa la culminación de lo que representa este disco (el alejarse de lo convencional y aventurarse hacia nuevas posibilidades de sonido), en la práctica es un desperdicio sin gusto ni inteligencia. Por culpa de este tema no le pongo el diez al álbum.
Por el lado amable, este traspié está al final, así que cuando llegamos a él ya disfrutamos de todo lo bueno que tenía para ofrecer el disco, que no es poco. Grandes canciones, un sonido novedoso y una actitud que iba más allá de lo permitido. Muchos grupos posteriores intentaron repetir esto, pero pocos lo lograron. Esta mezcla entre dulzura y la sublimación de lo más tabú solo puede funcionarle a unos pocos elegidos, y Lou Reed es uno de ellos. La banda jamás perdió su sello de autenticidad (ni siquiera en discos más convencionales como Loaded), pero nunca pudo igualar lo que se escucha acá. Infaltable.

3 comentarios:

  1. Espectacular tu trabajo Motorik. Soy tu fan.

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  2. Muchísimas gracias, y bienvenido al blog.

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  3. Por cierto, si es posible, quisiera que me dieras tu opinión de cómo puedo mejorar.

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