Mejor tema: Holy War
10) Holy War
12) Young Don’t Cry
Mi nuevo disco debut favorito.
Bueno, llamarlo “debut” puede ser medio raro, ya que se trata de un supergrupo.
Después de todo, la definición de debut es “primera actuación o aparición en
público o ante un público determinado”. Al tratarse de un supergrupo, no se trata de su primera actuación. Claro que, con esta excusa, tampoco
podríamos hablar de los primeros discos de Cream o The Who como debuts. Además,
es su primera aparición en público como The Lords of the New Church. Es un
debut y listo. No nos pongamos en exquisitos.
Ahora, la pregunta del millón.
¿Quiénes son The Lords of the New Church? O sea, ya aclaré que son un
supergrupo. Este concepto se usa para denominar la unión de músicos ya consagrados dentro de una
misma banda. Ahora es cuestión de explicar quiénes son los músicos de este
grupo y cuándo empezaron a tocar juntos. Esta banda se formó en 1981, y está
conformada por Stiv Bators (de los Dead Boys), Brian James (británico. De la
banda The Damned), Dave Tregunna (de Sham 69) y Nicky Turner (The Barracudas).
Voz, guitarra, bajo y batería respectivamente. En un principio eran solo Bators
y James. Ambos se acercaron con la idea de formar una banda, y probaron con
diversos músicos para la base rítmica hasta que dieron con Tregunna y Turner.
Lo primero que grabaron fue el single New Church/Livin’ On Livin', y después
de eso grabaron el resto del álbum. Fue grabado en Farmyard Studios en
Inglaterra y producido por el propio grupo. Fue publicado en 1982. ¿Podemos
pasar al disco de una vez, por favor?
...
(Redoble de tambor)
ESTE DISCO ES UNA JODIDA OBRA
MAESTRA.
Perdón, me aguanté mucho las
ganas de decirlo, pero es que es la verdad. Tiene prácticamente todo lo bueno
que se le puede pedir a un disco. En primer lugar, la tapa es excelente. Bueno,
no. Hay discos espantosos con portadas preciosas y discos geniales con portadas
horribles, pero en este caso no solo es genial en sí misma, sino que ilustra a
la perfección la atmósfera del álbum. En segundo lugar, el estilo. Aun sin ser
innovador, tiene un estilo propio. Más bien, varios estilos propios. Como el
bloguero del sitio Eufonía Eléctrica dijo, abarca un montón de estilos de punk.
Del más tradicional al más moderno al más comercial, pasando por momentos
góticos, otros más new wave y otros más glam o incluso con influencias surf. Todos
interpretados con absoluta personalidad propia. No es el Álbum Blanco, pero es
muy variado dentro de lo restrictivo que es el punk en general. En tercer
lugar, y lo que a mí más me importa, es su consistencia. Casi cada canción del
disco es un clásico, y de los grandes. Incluso un tema más débil como Eat
Your Heart Out es perfectamente disfrutable. Virtualmente no hay punto flojo,
y eso me impresiona, porque incluso mis discos favoritos lo tienen. Este no.
Además, hay al menos cuatro que me parecen inmejorables. ¿Cómo negarle el diez?
Y con un signo más, encima.
Las primeras notas que escuchamos
nos sorprenden, pues se trata de una interpretación de Tocata y Fuga en Re
Menor de Bach. Dura solo unos segundos, pero basta para demostrar que no vamos
a encontrarnos con un disco de punk más. Inmediatamente después entra una
percusión con un sonido más cercano al gótico o al post punk que parece llenar
todos los surcos. La tensión que crea junto con el bajo y la guitarra es
asfixiante, hasta que… “New Church, New Church, New Church”. La voz de Bators
es de lo más corrosiva, y la forma en que nos advierte de la nueva iglesia que
se viene es ensordecedora. Más allá del solo de guitarra, la estructura es
siempre la misma (con ese tono de guitarra que se asemeja a un órgano por
momentos), pero está tan fascinantemente construida que no cansa en lo más
mínimo. Una canción perfecta.
Russian Roulette destaca por dos
cosas: uno, por estar escrita por Tony James y Terry Chimes (baterista original
de The Clash). Dos, por estar basada en la película “Apocalypse Now”. Arranca
con un sonido de helicóptero, que se transforma en un riff más popero con la
guitarra cargada de efectos. Los versos son adictivos, pero no tanto como el
estribillo, que además presenta armonías vocales. La melodía de dicho
estribillo me recuerda mucho a la del tema Kooks de David Bowie, pero sin
nada de su inocencia infantil. Acá suena a una condena a muerte, y ese último
grito “give me give me give me some RUSSIAN ROULETTE” me saca el alma del
cuerpo. Otro tema perfecto.
Question of Temperature es un
cover de la desconocidísima banda Balloon Farm (de hecho, ni siquiera yo los
conocía hasta que escuché este tema). Lo que originalmente era un tema de
psicodelia con tintes pop se ve transformado en una orgía de punk. El riff
medio ácido se vuelve más musculoso y contundente, y la voz mesurada es ahora
vomitiva (en el buen sentido). Destacaría además algunos sonidos de guitarra
que intentan emular los efectos electrónicos de la original, pero no es la gran
cosa. Lo que sí es la gran cosa es el final. En la versión original se iba
apagando en fade out. En esta aparece un riff espídico sobre el que Stiv vomita
esos “Fire, fire, liar, liar, LIAR” que conforman veneno en forma de música.
Aunque palidece un poco frente al resto de los temas de este disco, sigue
siendo una excelente versión.
Eat Your Heart Out es la que
más me recuerda al punk clásico. Tiene una buena introducción rápida, unos
versos y estribillos pegadizos, un buen solo de guitarra y un pianito muy tipo
años 50 sobre el final, pero les faltó llevarla al extremo como el resto de los
temas. Aun cuando dije que no había ningún punto débil en este disco, este tema
se acerca bastante. Solo se acerca, ya que sigue siendo una buena canción,
además de que es la más corta del álbum, así que no ofende.
Después de este breve bajón de
calidad, el disco se vuelve a subir al tren de la grandeza para nunca más
bajarse. Portobello es magnífica. Tiene un ritmo tribal tormentoso, guitarras
graves que aplastan todo a su paso, unos frenéticos “we gotta go, we gotta go,
we gotta go, Portobello” que realmente dan la sensación de que hay que irnos
rajando de donde estamos y unos versos breves cargados de vicio, oscuridad y
desesperanza. Mi parte favorita es cuando entran esos golpes de sintetizador
ochentoso que parecen trompadas en la cara. En conjunto, este tema me
transporta a ese lugar para los marginados del que habla la letra. Majestuoso.
Open Your Eyes es el tema más
ochentoso y comercial del disco. Sin embargo, se trata quizás del más perfecto
tema ochentoso y comercial jamás grabado (con “Dance With Me” del mismo grupo
pisándole los talones). Lo tiene todo: teclados que, lejos de arruinar la
canción, la vuelven brillante; una melodía pegadiza y levemente oscura al mismo
tiempo; un estribillo adictivo; un intermedio con solos de bajo y de saxo
bailables y adictivos y un final con trompetas que suena grandilocuente. Otro
de los inmejorables.
Livin’ On Livin’ es bastante
particular, ya que suena explosiva sin explotar en absoluto. Tiene un filo de
peligrosidad que la vuelve irresistible y el estribillo, por perezoso que pueda
parecer, es tremendamente poderoso. La forma en la que Bators susurra los
versos realmente suena intimidante. Ah, y los riffs son de primera. ¿Qué puedo
decir? Tengo una debilidad por los efectos de guitarra bien utilizados.
Li’l Boys Play With Dolls arranca con una batería demoledora para dar paso a un riff con influencia surf
que, a diferencia del surf que tocaba Dick Dale (por ejemplo), no suena festivo
ni sexual, sino puramente visceral y amenazante. El tema es un homenaje a los
New York Dolls, ya que la letra nombra cada uno de los temas de su primer
disco. A destacar como, a partir del tercer minuto, las guitarras se retuercen
con malicia y Bators vuelve a sonar venenoso con sus “Li’l boys play with
dolls/Don’t mess with Cupid, shatter the dreams of all”. Para enmarcar.
Apocalypso es pura energía. Su
cadencia (si se puede hablar de tal cosa en un tema punk) es equiparable a una
horda de tanques avanzando en un campo de batalla, y su estribillo es el canto
de guerra perfecto. Tenemos también un solo bien rápido y algo descuidado que
sin embargo aporta muchísimo al mood bélico del tema. También está para colgar
en un cuadro.
Todo lo que venía hasta ahora es
anecdótico comparado con el Galactus que es Holy War. Es
quizás el más poderoso, el más despiadado, el más monstruoso tema punk jamás
grabado. Empieza con un solo de guitarra intrincado y espídico que parece la
víspera de una ruina absoluta. Casi inmediatamente se suma el etéreo y
apocalíptico estribillo “Hoooooooo/Hooooooly War”. Los versos suenan más envenenados
y resignados que nunca y, casi llegado el segundo minuto, inventan un nuevo
riff para rematar el estribillo. Bien pudieron poner ese riff desde el
principio, pero no hubiera tenido el mismo genial efecto. El solo de guitarra
es ese mismo riff estirado como chicle, lo que en el papel suena a falta de
ideas, pero en la práctica es JUSTO lo que necesitaba la canción. Después viene
un último verso y, tras esto, el estribillo repetido hasta el final, lo que le
da la dosis de grandilocuencia necesaria. En conjunto, esta canción es
comparable a un ejército de ángeles bajando del cielo para una batalla final en
nombre de la religión y de Dios. De cualquier religión y cualquier dios. Este
tema y New Church conforman el mejor dueto de apertura y cierre que haya
tenido un disco junto con Baba O’Riley/Won’t Get Fooled Again y I Wanna Be
Adored/I am the Resurrection. Con todo lo que me gusta el tema homónimo de
Megadeth, queda reducido a nada comparado con esto. Después de escuchar esta
canción, que los Ramones y los Sex Pistols se retiren si quieren. No tienen
nada que hacer.
Los bonus no aportan demasiado,
excepto por la sensacional Girls Girls Girls (nada que ver con el tema de
Motley Crue). Este tema tiene el que quizás sea el riff más simple jamás grabado.
¿Alguna vez escucharon la frase “la música es demasiado compleja para
explicarla con palabras”? Bueno, este riff es TAN sencillo que lo puedo
describir con palabras: “Tum, tu ru rum, tu ru rum, tu ru rum”. Créanme, suena
como debe de estar sonando en sus cabezas. Sin embargo, tiene un poder
impresionante que jamás asociaríamos con algo tan sencillo. Es estribillo es
igual de agresivo, pero muy, muy pegadizo (me recuerda al estribillo de Run
for Your Life de los Beatles. No tanto por su melodía, sino por la letra). Hay
también un pianito de fondo colaborando con el ambiente “festivo-agresivo” del
resto de la canción. Gran tema que no sé cómo no entró en el disco reemplazando
a Eat Your Heart Out. Me hubiera quedado sin números para ponerle nota.
Después tenemos a Young Don’t Cry, que solo recuerdo por su estribillo que al
principio me parecía un taladro por lo molesto, pero después me acostumbré a
él. Igualmente, menos mal que no entró en el disco original. Y una versión
single de Open Your Eyes que no supera a la original. Nada que ver por aquí.
Sigan circulando.
En resumidas cuentas, este disco es un clásico del punk y del rock en general. No escuché los otros discos del grupo (salvo por temas sueltos) pero, si tienen tan solo un disco más con un nivel cercano a este, voy a ponerlos en mi lista de grupos favoritos aunque eso signifique romper mi regla de “toda banda que aspire a entrar en mi lista de favoritas tiene que haber sacado al menos cuatro discos” (bueno, el grupo tiene técnicamente cuatro discos, pero el último es inconseguible por cualquier medio, y no tiene a Stiv Bators hasta donde sé, así que no cuenta). Imagínense que hasta destronó a “Mr. Tambourine Man” como mi debut favorito y llegó a mi top 10 de discos de toda la vida, dejando a varios atrás en el proceso. No pienso volver a hacer una lista de discos favoritos, ya que este disco me demostró que nunca voy a tener claro cuáles son mis preferidos, pero lo tengo dentro del podio. Además, como ya dije, se acerca mucho a mi ideal de “disco perfecto”, lo cual no es poca cosa viniendo de alguien tan quisquilloso como yo. Obligadísimo.
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